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Economía de EE.UU. continuará desacelerándose, pese a endeudamiento

En una carrera contra el tiempo, complicada por los cálculos políticos de demócratas y republicanos (quienes no quitan un ojo de las elecciones presidenciales del año próximo), el presidente Barack Obama libra un duro pulso en el Congreso para evitar que Estados Unidos caiga en la insolvencia.

En una carrera contra el tiempo, complicada por los cálculos políticos de demócratas y republicanos (quienes no quitan un ojo de las elecciones presidenciales del año próximo), el presidente Barack Obama libra un duro pulso en el Congreso para evitar que Estados Unidos caiga en la insolvencia.
Este 2 de agosto vence el plazo para la aprobación de un aumento en el límite autorizado para la deuda federal, de $14,3 billones.
Sin una autorización para seguir endeudándose, el Gobierno se vería sin recursos para pagar sus compromisos más esenciales, incluyendo los salarios de la administración federal. Pero ni republicanos ni demócratas quieren dar el brazo a torcer y condicionan su voto a la aprobación de medidas para reducir el déficit.
El debate se podría resumir, según la revista británica The Economist, en que los republicanos le preguntan a los demócratas cómo es posible que pretendan aumentar impuestos cuando la economía está tan debilitada, mientras los demócratas acusan a los republicanos de pretender recortar los beneficios sociales cuando hay tantos norteamericanos viviendo en una situación desesperada.
En Estados Unidos, el desempleo ya supera el 9% de la Población Económicamente Activa, lo cual representa alrededor de 14 millones de personas. Y el beneficio de desempleo dura 99 semanas; el año próximo se reducirá a solo seis meses.
La revista hace mención al programa de cupones para alimentos, “diseñado para asegurar a los norteamericanos pobres lo suficiente para comer”. Como la crisis elevó el número de participantes, en abril pasado llegaron a 45 millones (uno de cada siete norteamericanos), el costo también aumentó, al pasar de $35 mil millones, en el 2008, a $65 mil millones el año pasado.
El programa otorga un máximo de $200 mensuales por persona (a quienes no tienen absolutamente ningún otro ingreso), pero el promedio es de $133. Cerca de la mitad de los beneficiarios son niños y otro 8% son personas mayores.
Para los republicanos, ese programa es insostenible. Para los demócratas, intocable.
NIVEL INSOSTENIBLE
Mientras en el Congreso se debate sobre las condiciones para autorizar al Gobierno seguir endeudándose, el senador republicano Marco Rubio, de origen cubano, intervino recordando que el problema “no es el límite de la deuda”, sino la deuda misma.
La advertencia de Rubio recuerda que Estados Unidos esta viviendo muy por encima de sus posibilidades y carga hoy con una deuda que parece dar síntomas de estar llegando a su límite.
“El problema de fondo es que el nivel de vida de los estadounidenses es superior al que sus propias condiciones económicas les permiten. Y esto, que era cierto en el 2007, en la antesala de la crisis, es todavía válido hoy. La diferencia es que entonces la deuda privada cubría la diferencia. Hoy ese papel lo juega la deuda pública”, explicó el economista colombiano, Mauricio Cárdenas, exministro de Transportes (1998) y de Desarrollo Económico (1994).
Además, agregó, “no podrá haber una solución al problema fiscal de Estados Unidos diferente a recortar el gasto y aumentar los impuestos: el déficit es demasiado grande y la deuda insosteniblemente alta”.
El Gobierno norteamericano gasta mucho más de lo que recauda, lo cual implica un alto déficit presupuestario, sostenido durante muchos años, desde los superávits de la administración Clinton. Además, es el Gobierno más endeudado del mundo, una deuda que no puede pagar sino endeudándose más.
Necesita dinero prestado para pagarlas y para mantener su insaciable aparato militar y financiar las guerras en Irak y Afganistán. Los gastos de esas guerras no solo se han revelado impagables, sino que rayan en el absurdo.
Un estudio reciente señalaba que “aunque muchos de los costos económicos de la guerra son casi imposibles de rastrear, enterrados en diferentes presupuestos, muchos de los cuales burlan o superan la capacidad de contabilidad, ya se ha pagado $3,2 billones (3,2 trillones en inglés). El costo de estas guerras ascenderá al menos a $4 billones el año viene. Entre los gastos absurdos de las guerras, se cuentan los $20 mil millones gastados en aire acondicionado”.
En intereses por los gastos de guerra se calcula que el gobierno de Estados Unidos ha pagado hasta el momento $185 mil millones y en 2020, deberá pagar un billón (un trillón, en inglés), cifra que no está incluida en los cálculos anteriores de gastos.
Los costos en materia de salud para los veteranos de esos conflictos se estiman entre $600 mil y $950 mil millones, hasta pasado 2050, cifras que, según los expertos, indican claramente que el esfuerzo de guerra superó con creces la capacidad financiera de Estados Unidos y ha contribuido decisivamente al hundimiento de su economía. Sin contar, naturalmente, los miles de muertos (algunos estiman en más de un millón) que significó.
MOMENTO EXTRAÑO
“Estamos en un momento muy extraño”, estimó el premio Nobel de economía, Paul Krugman, al comentar la actual situación económica mundial. “Estamos en un momento en que las cosas que normalmente serían normales y sensatas pueden ser desastrosamente equivocadas. Estamos viviendo una época en que la virtud es vicio y, la prudencia, insensatez”, afirmó
El ímpetu conservador volvió en las finanzas, y eso significa aversión por una creciente deuda pública, un temor creado por la crisis de deuda soberana en Grecia. “Eso  lleva a una política restrictiva, cuando las economías occidentales permanecen vulnerables”, agregó Krugman, quien no oculta sus críticas al gobierno de Obama.
Todos suponen que el presidente Obama ha tratado de estimular la economía mediante un gran incremento del gasto del Gobierno y los críticos dicen que eso no ha funcionado. Pero no es cierto que haya habido un incremento del gasto público, asegura el economista norteamericano.
¿Dónde están los grandes proyectos públicos?, se pregunta. Hay actualmente medio millón menos de empleados públicos que cuando Obama asumió, asegura. ¿Qué pasó entonces con los estímulos a la economía? “Muchos de ellos consistieron en reducción de impuestos, no en gastos”, responde.
La propuesta de Obama para desatascar el debate en el Congreso sobre el límite de la deuda es reducir el déficit federal en unos 4 billones de dólares en un decenio.
La negociación está estancada porque Obama propone que esos 4 billones sean el resultado de una serie de recortes en servicios públicos, incluida la salud, y del aumento de los impuestos a las compañías petroleras y a los ciudadanos con ingresos superiores a $250 mil anuales.
Pero los republicanos, que tienen la mayoría en la Cámara de Representantes, en principio solo están dispuestos a aprobar recortes de gastos, aunque el tema es objeto de intensas negociaciones. A dos semanas de la fecha límite para la aprobación de la reforma legal sobre la deuda, todo indica que se llegará a un acuerdo.
Sin embargo, a su vez hay polémica sobre los efectos de una eventual insolvencia de la economía norteamericana. Si bien algunos analistas estiman que “la aprobación de mayor deuda para el Gobierno de Estados Unidos salvaría a ese país y al mundo de una profunda crisis”, probablemente peor que la del 2009, lo cierto es que la economía norteamericana viene desacelerándose desde marzo.
“Pase lo que pase en el congreso americano, la desaceleración seguirá ahí y, como vimos en junio pasado, parece ser más profunda de lo que se pensaba”, recordó el analista financiero Alejandro Romero.
“A 16 meses de una nueva elección presidencial, demócratas y republicanos no son capaces de dejar a un lado sus intereses políticos y están enzarzados en una disputa a corto plazo para lograr mantener -en el caso demócrata- o retomar -en el republicano- el timón de un barco que se hunde”.
El debate sobre la elevación del límite de la deuda opaca los demás. Una vez aprobada, los mercados reaccionarán con alivio, mientras esperan que la otra crisis –la de fondo– se siga desarrollando y vuelva a manifestarse con toda su virulencia, sin que se sepa bien ni dónde ni cuándo, aunque no sea ni muy lejos, ni muy tarde.

  • Gilberto Lopes 
  • Mundo
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