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Con once cuadros de gran abstracción, el artista “Chalo” Rodríguez presenta la exposición “Nocturnos”, en la cual se sumerge en las piezas del mismo nombre del pianista polaco Fryderyk Chopin. La muestra fue inaugurada el pasado 26 de julio en la galería José Luis López Escarré, ubicada en el café del Teatro Nacional.
“La música es una veta a explorar muy grande, en este caso la partitura es muy sutil pero la obra es muy fuerte. Busco la parte carnal y visceral a la hora de desmenuzar una partitura, de desnudarla y saber que dentro de tanta armonía hay explosiones de notas, sentimientos, gritos ocultos que llegan a expresarse por medio de cuadros agresivos”, explicó el artista.
De acuerdo con la información divulgada a la prensa, se trata de un pintor autodidacta quien tiene la costumbre de pintar mientras escucha música que va desde la barroca o clásica hasta rock pesado. Además, ha mostrado sus pinturas en vitrinas internacionales como el concurso “Oncology on Canvas” del 2004, organizado en el prestigioso Royal College of Arts en Londres, Inglaterra.
Rodríguez decidió organizar la exhibición de manera que comienza con un cuadro en el cual predominan las texturas en tonos de rojo, “con el fin de representar la pasión, la parte libre e infinita del ser humano”. Ese cuadro inicial es inmediatamente seguido por una obra fundamentalmente negra, “que representa todas las limitantes físicas o psicológicas de las personas, la razón, la parte moral que no permite la libertad absoluta”.
Así, la muestra sigue una evolución en la que el artista buscó plasmar los sentimientos apreciables en la obra de Chopin, como la delicadeza, ternura y las armonías, según dijo, hasta llegar a la pieza más grande “Opus 9 No 2”, en la cual se aprecia el preludio de lo que son las últimas cinco pinturas. “la locura, la desesperación, el clímax de cada obra de Chopin, la pasión desbordada, se trata de obras viscerales”.
“NOCTURNOS”
“Nocturno” es un término con el que se designan piezas de música vocal o instrumental, de melodías dulces y estructuras libres. Se les considera serenas y líricas, aunque también puedan ser oscuras y, en todo caso, logran transmitir profundos sentimientos y emociones, según la información del Teatro Nacional.
Se considea que el creador de ese estilo fue el compositor irlandés John Field, quien publicó los primeros tres en 1814.
Según una cita recogida en el sitio Chopinmusic.net, dedicado a su obra, el compositor y pianista húngaro Franz Liszt expresó que su colega polaco suplantó “las tímidas y serenamente tiernas emociones” de los nocturnos de Field, por “extraños y exóticos efectos”. Añadió que “Chopin, en sus poéticos ‘Nocturnos’, cantó no solo las armonías que son la fuente de nuestros más inefables placeres, sino al mismo tiempo el aturdimiento agitado que estos a menudo crean”.
Por su parte, Rodríguez destacó el hecho de que Chopin compuso sus “Nocturnos” a lo largo de su vida y que incluso un par de ellos fueron publicados de manera póstuma. “Lo considero un poeta del piano”, expresó.
El artista relató también que en realidad su interés, por esas piezas del pianista polaco, nació hace casi 15 años, cuando estudió piano clásico en la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica. “En aquel entonces me cautivó en lo musical, años después ha sido todo un reto interpretar esas piezas que para mí son primoridiales de manera pictórica, especialmente el ‘Opus 9 No. 2’, el que más me cautivó además de ser el más famoso”.
Al preguntársele sobre su proceso de ir desde el piano clásico hacia el arte plástico, manifestó que “en realidad toda mi vida siempre he sido artista, es algo intrínseco en mí”. Sin embargo, reconoció que la música fue “un sueño y representó todo un reto”.
“Conocí al genio de Chopin en esa época, aunque no terminé la Etapa Básica, después de muchos años logré canalizar todo ese aprendizaje para dar el salto a la versatilidad del arte y cumplir mi sueño de entrar al Teatro Nacional ya no como pianista intérprete, sino como compositor sobre obras de Chopin. Aprendí a hablar a través de la pintura, me expreso a través de su vocabulario para quien quiera escucharme”, sentenció.
Sobre el estilo que desarrolló, Rodríguez dijo desenvolverse dentro del movimiento del expresionismo abstracto, que surgió a mitad del siglo pasado en Nueva York, a partir de exponentes como Jackson Pollock o Franz Klein.
Según dijo, la adopción de esa estética también significó un reto importante, pues a lo largo de su vida artística se había dejado influenciar por estilos muy diferentes a ella, como el cubismo o el surrealismo. “Hace dos años exploté hacia lo expresionista y abstracto en búsqueda de la la parte inconsciente en el instante de pintar, allí se desenvuelve todo lo que haya a mi alrededor”.
Así, detalló que al momento de pintar influyen en él tanto una obra que escuche, sea clásica o barroca, como el profundo silencio. Al respecto, indicó que el sonido a su alrededor es “fundamenteal, porque inyecta o arranca emociones”.
El artista añadió que al mismo tiempo, lo que pinta depende también de lo que mira y siente, de manera que a pesar de que piensa los cuadros en cuanto a los colores que utilizará en cada uno, en el momento de la acción trabaja con el subconsciente y con la fuerza física.
“Es la versatilidad del arte lo que me permitió enfocar de manera visual lo que escuchan mis oídos”, señaló.
Sobre “Nocturnos”, indicó que al tratarse de una exposición alojada en el Teatro Nacional, decidió presentar las pinturas como un engranaje, de manera que las piezas funcionen por separado y al mismo tiempo en conjunto, pues lo que busca es mostrar desde su perspectiva cómo se desenvuelven no solo los “Nocturnos”, sino la obra en general de Chopin, “ver cómo nace la pasión”.
Fryderyk Chopin
El genial pianista y compositor polaco nació en 1810, en lo que entonces era el Ducado de Varsovia. Según la información del sitio Chopin.pl, mantenido por la Sociedad Fryderyk Chopin, ya desde los siete años de edad compuso sus piezas musicales.
De hecho a edad colegial tuvo oportunidad de viajar sobre todo durante el verano a diversas partes de su país, con lo cual desarrolló un interés por la música folklórica.
En 1826, comenzó sus estudios formales de música, los cuales terminó en 1829 y en su hoja de calificaciones constó la anotación «Chopin, Fryderyk, estudiante de tercer año. Talento increíble, genio musical”.
En julio de ese año viajó a Viena, Austria, donde logró ofrecer un par de conciertos acompañado por una orquesta y en los cuales tocó una variación propia de un tema de W.A. Mozart y otro original, que le valieron una buena acogida del público.
El músico escogió esa ciudad para desarrollar su carrera y en octubre de 1830 ofreció un concierto de despedida en el Teatro Nacional de Varsovia. Poco después de partir se desató una rebelión importante en esa misma ciudad contra el poder ruso, pues por entonces el Zar ostentaba el trono de Polonia.
El pianista decidió quedarse en Viena, pero ocho meses después la noticia de que la llamada Rebelión de Noviembre había sido aplastada generó en él una crisis nerviosa.
En 1831, se estableció en París, donde entró en contacto con un amplio exhilio polaco y donde conoció a la novelista francesa George Sand, con quien tuvo un largo romance. Años después Chopin y Sand pasaron juntos el invierno de 1838 en Mayorca, España, donde empezó a mostrar síntomas de tuberculosis. Sin embargo, durante esa estancia trabajó de manera intensa en obras consideradas maestras, como la “Polonesa en Do Menor”.
Luego se mudaron a una localidad en el centro de Francia, donde permaneció hasta 1846. Durante ese periodo escribió una de sus más célebres composiciones, la “Polonesa Heróica”. Un año después la relación terminó y en 1848 se mudó a Escocia, cuyo clima y una intensa agenda de conciertos deterioraron su salud. A pesar de estar muy débil y con fiebre, el 16 de noviembre de 1848 ofreció en Londres su último concierto. Murió en París, el 17 de octubre de 1849.
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