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La semana se acercaba a su fin en medio del ruido ensordecedor del derrumbe de las bolsas europeas y el aumento de la presión sobre las economías española e italiana, solo dos días después de que el Congreso norteamericano lograra un acuerdo de última hora para evitar el default de la economía norteamericana, el pasado 2 de agosto.
“Fuertes caídas en las bolsa europeas”, “El diferencial de la deuda italiana frente al bund alemán toca máximos”, “Barroso advierte de que la crisis ya no se limita a la periferia del euro”, son algunos de los títulos de la prensa europea del pasado jueves, 4 de agosto y que reflejan los diferentes aspectos de la crisis.
Una intervención del presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, que pretendía calmar a los actores del mercado, fortalecer el euro y disipar dudas sobre la capacidad de las economías europeas, sobre todo la italiana y la española, para enfrentar las presiones, no dieron los resultados esperados: el euro siguió cayendo frente al dólar, las bolsas tocaron mínimos de muchos meses y el diferencial entre los bonos de esos países frente al ‘bund’ alemán alcanzaron máximos históricos.
Se derrumban los mercados y viven su peor día en el año”, resumía la página económica de la publicación especializada “Ámbito”. “Un desastre”, se repetía en diversos medios europeos, mientras recordaban que los 400 puntos de spread son, de cierto modo, el límite ante el cual la amenaza de default recomienda una intervención para regular los déficits, como se ha aplicado a las economías ‘periféricas’ de Irlanda, Portugal o Grecia.
Pero los casos de economías mayores, como las de Italia o España, requerirían recursos de tal envergadura que, como todos reconocen, lo haría imposible. Una suspensión de pagos de Italia y, eventualmente, de España, son, en todo caso, escenarios que se barajan como cada vez más probables.
El Centro de Investigaciones Económicas y Negocios en el Reino Unido (CEBR) “considera que en el caso de Italia la suspensión de pagos sólo sería evitable si la economía del país experimentara un notable crecimiento, algo que se estima improbable”.
España podría salvarse “pero preocupan los efectos de un posible contagio, así como su elevado nivel de deuda privada y el efecto que ésta podría tener en la banca”, agregaban.
ACUERDO EN WASHINGTON
El recrudecimiento de las presiones en las economías de la zona euro pareció sorprender a los analistas, que habían centrado su atención en la pugna que se libró durante todo julio en el congreso de los Estados Unidos, ante la inminencia del vencimiento del plazo del 2 de agosto para elevar el límite de endeudamiento autorizado para el gobierno federal.
De no haberse aprobado la autorización de elevar ese límite, el gobierno se vería incapacitado para hacer frente a sus pagos corrientes, incluyendo salarios de los funcionarios públicos, ya que no contaba con los recursos necesario para hacerlo. Finalmente, a última hora, se logró un acuerdo que ha sido recibido con escepticismo por prácticamente todo los sectores.
Las cifras escapan a todo margen de razonamiento habitual. Después de una larga batalla en torno a como enfrentar el déficit –aumentando impuestos o reduciendo gastos–, el acuerdo no satisfizo a nadie.
El tope de endeudamiento, que era de $14,3 billones (millones de millones) de dólares, fue aumentado en $400 mil millones. A ese monto se agregarán otros $500 mil millones y, en la segunda etapa del proceso abierto con la aprobación de la ley, se espera elevar el límite entre $1,2 y $1,5 billones más.
El acuerdo eleva finalmente el techo de la deuda a $16,7 billones en 2013. O sea, permite nuevo endeudamiento por $2,4 billones. De ese modo, el volumen de la deuda norteamericana superará el tamaño del Producto Interno Bruto (PBI) del país.
La jefa de la minoritaria bancada demócrata de la cámara de Representantes, Nancy Pelosi, resumió el acuerdo con la siguiente frase: “Lo único bueno de esta ley es que ya la dejamos atrás”.
El premio Nobel de Economía, Paul Krugman, calificó de «catastrófico» el acuerdo y aseguró que va a «dañar una economía ya deprimida», impedir su recuperación y hacer crecer una tasa de desempleo que supera ya el 9%.
“Lo peor que se puede hacer en estas circunstancias es reducir los gastos del gobierno”, aseguró.
El diario español “El País”, editorializó sobre el acuerdo afirmando que “las condiciones impuestas por los republicanos debilitan gravemente los fundamentos del país para iniciar una recuperación fuerte y sostenida. Las restricciones fiscales evitarán la reactivación económica y ralentizarán el crecimiento (la previsión para 2011 es apenas del 2,5%) y el empleo (la tasa de paro difícilmente bajará del 9%)”.
CAUSAS DE LA CRISIS
El otro debate en Estados Unidos tiene que ver con los factores que han llevado al incremento acelerado de la deuda, que pasó de $9,2 billones en 2007, a los $14,2 billones de este año. Hay que recordar que cuando Barack Obama asumió la presidencia, en enero de 2009, la deuda era de $10,6 billones.
El problema es que el gobierno de los Estados Unidos tiene actualmente un déficit presupuestario de $1,5 billones y, para hacer frente al déficit, emite títulos del tesoro, bonos y otros instrumentos financieros, agravando la deuda.
Para Ismael Hossein-Zadeh, profesor emérito de economía en la Universidad Drake, en Des Moines, Iowa, y autor de “The Political Economy of U.S. Militarism” (2007), el crecimiento tan acelerado de la deuda tiene que ver con el rescate de los bancos y los gastos militares.
El senador Bernie Sanders (de Vermont), afirma Hossein-Zadeh, lo describe así: “la primera auditoría exhaustiva de la Reserva Federal reveló nuevos e impresionantes detalles sobre cómo Estados Unidos suministró colosales $16 billones en préstamos secretos para rescatar bancos y negocios estadounidenses y extranjeros durante la peor crisis desde la Gran Depresión”.
El otro importante factor de incremento de la deuda y del déficit “es el aumento en los gastos en la guerra y el militarismo, que casi se duplicaron en la última década, pasando de $295 mil millones de dólares, en 2000, a los $560 mil millones actuales.
Aunque el presupuesto oficial del Pentágono para el año fiscal 2011 es de $560 mil millones de dólares, la cifra real es casi el doble”, asegura.
Una situación que el diario mexicano “La Jornada” resumió, en un editorial, de la siguiente manera: “el elevado nivel de endeudamiento en Estados Unidos –que alcanza ya 70% de su producto interno bruto– se explica en buena medida por la persistencia de elementos e inercias que los republicanos se empeñan en defender.
La espiral de recortes a los impuestos de los ricos, inaugurada por el régimen conservador de Ronald Reagan y redimensionada por el gobierno de George W. Bush; el exorbitante gasto derivado del espíritu belicista y colonialista de Washington, que en la década pasada se ha involucrado en dos guerras –Irak y Afganistán– injustificables desde el punto de vista humanitario y costosísimas desde el económico, así como la persistencia de programas de rescates a los grandes capitales a cargo del erario, como los puestos en marcha durante la pasada crisis económica, que fue sobre todo resultado del libertinaje que impera en Wall Street”.
En medio del debate sobre las causas de la crisis, surge el otro, sobre las medidas para enfrentarla, con las crecientes advertencias de que las políticas de austeridad, como las impulsadas por el Banco Central Europeo y la Comisión Europea para la zona del euro, o las que se quieren promover en Estados Unidos, no se compaginan con el crecimiento económico necesario para reactivar las economías y crear empleo.
Y difícilmente serán aceptadas sin resistencia por ciudadanos europeos poco acostumbrados a los niveles de austeridad a los que se les quiere someter.
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