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Los países deben realizar enormes esfuerzos para combatir la corrupción, que permea el sistema y se convierte en uno de los principales factores de desigualdad, dijo Baltasar Garzón, asesor del Tribunal Penal Internacional de La Haya, en el contexto de una conferencia ofrecida el miércoles 10 de agosto en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH).
Durante la charla, el hombre que cobró fama mundial al promover la orden de arresto contra el fallecido exdictador chileno Augusto Pinochet lamentó, por otra parte, que no se den avances en el mundo en materia de derechos humanos; criticó la “doble moral” de algunos estados en esa materia; denunció la desprotección de las víctimas de las violaciones a esos derechos; alertó sobre la transnacionalización del crimen en Mesoamérica; analizó los casos de México y Colombia y la repercusión en los países centroamericanos.
En otro orden, Garzón clamó por que haya una mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones de los gobiernos (ver nota aparte: En el mundo hay una indignación).
El magistrado insistió en el “daño” que la corrupción, en todos los niveles, desde los estamentos políticos hasta los defraudadores fiscales, causan en los países, especialmente en los menos desarrollados, donde sus sociedades resultan fácilmente permeadas debido a que sus sistemas jurídicos son débiles y lo permiten.
Garzón lanzó duras y ácidas críticas contra corporaciones multinacionales que utilizan los denominados “paraísos fiscales” en países con debilidades en sus sistemas de gobernabilidad para evadir el pago de impuestos en sus naciones de origen, al señalar que eso también es una violación a los derechos humanos, pues tales acciones contribuyen a aumentar la pobreza y la desigualdad.
“Hemos asistido a una globalización de los mercados, de la economía, pero tengo mis dudas de que hayamos asistido a una universalización de los derechos. Esa evolución debe ocurrir. Ya no vale decir: esto es gravísimo y lo malo de esto es que quienes dicen que van a solucionar el problema son los mismos que los causan”, comentó.
“Si la economía globalizada genera desarrollo, también debe de ir aparejada de una evolución de los derechos humanos”, insistió.
Garzón dijo que la manipulación y especulación en los mercados financieros internacionales, que ocasiona crisis como la ocurrida hace tres años, también generan desigualdad e inseguridad entre los ciudadanos.
“Esas dinámicas, que la mayor parte son fraudulentas, hay que decirlo por su nombre, generan víctimas”, y provocan “inseguridad”, indicó.
Por ejemplo, dijo que la inseguridad de los movimientos financieros y la volatilidad de los mercados de capital internacionales “se convierten en un punto de inflexión y de quebrantamiento de los derechos fundamentales de millones de personas. Y esto es tan pernicioso como la propia inseguridad generada por el crimen organizado. Ya está lejos aquello de las calderas y banderas negras piratas, ahora se ven maletines y ordenadores”, graficó.
¿“Por qué de una vez por todas no hacemos una convergencia donde no haya sitio posible para los defraudadores, blanqueadores y para que los que generan corrupción sepan que están perdiendo su paraíso fiscal?, se preguntó.
Garzón también incursionó en el tema de la doble moral de los países en materia de derechos humanos, y puso como ejemplo el caso de China, que tiene bajo su control la deuda pública de muchos países y grandes intereses comerciales fuera de su territorio, “y si hablamos de derechos humanos (allá) nadie se preocupa de ello”.
Igual se refirió al caso de la isla de Guantánamo, donde Estados Unidos recluye a prisioneros por presunto terrorismo. “No me agrada mucho lo de Guantánamo, esta pausa rara, esta doble moral. Se apuesta por la seguridad de los ciudadanos y se violan los derechos de los ciudadanos”, denunció.
En este caso, lamentó que en Estados Unidos se sindique de terrorismo a personas sin que haya “una acusación real”. Y dijo no entender cómo puede haber personas en prisión sin que se les imputen cargos. “Si no hay un hecho delictivo no puedes estar privado de libertad”, indicó.
Pero lo que más preocupa a Garzón sobre estos asuntos es la “insensibilidad” de las sociedades ante estos temas. “Lo grave es el grado de insensibilidad a la que ha llegado la sociedad, no les importa (a los ciudadanos) eso”, añadió.
El jurista se refirió además al fortalecimiento y poder que han adquirido los grupos narcotraficantes, que mantienen en vilo a países como México y Colombia y su propagación a otras regiones, como Centroamérica.
Se trata, dijo, de un problema de inseguridad que se transmite de un país a otro como una especie de “vasos comunicantes”. “Vemos que los poros se ensanchan como la piel cuando entra en contacto con el agua caliente y así, organizaciones criminales de un país pasan a otro, los responsables deciden crímenes desde otros países (caso de Facundo Cabral), explicó.
En este sentido, alertó que los grupos criminales, presionados por las políticas de expulsión aplicadas a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México provocaron que estas bandas “hicieran lo que saben hacer, buscar zonas de permeabilidad”.
Comentó que la situación es tan grave que lo que se conocía como “el Triángulo de Oro” del narcotráfico (Laos, Tailandia y Birmania) “ahora lo tenemos en Guatemala, Honduras y El Salvador”.
“El resultado de esa permeabilidad es que todos los países del entorno resultan afectados y atraen a las organizaciones criminales”, subrayó.
Garzón lamentó que en una región como Mesoamérica no exista una coordinación, “donde esté claramente establecida que la criminalidad permea a todos los países”. “No hay un espacio judicial común”, alertó.
Por otro lado, se pronunció a favor de defender los derechos de las víctimas de las violaciones de los derechos humanos, dándoles mayor participación en los procesos judiciales.
“Muchas veces a nivel oficial se habla de las víctimas”, pero generalmente son “invisibilizadas”, comentó. “Las víctimas incomodan”, pese a que se les reivindique en los discursos oficiales, denunció Garzón.
El derecho de las víctimas es el derecho que les asiste, “y esto es fundamental. ¿Qué papel juegan y cómo se implican en la lucha contra el crimen organizado y en su participación en los esquemas de seguridad?”, inquirió.
En el mundo hay una indignación, dice Garzón
Baltasar Garzón dijo que las revueltas que sacuden España, Inglaterra y las violentas protestas que acaban de ocurrir en Chile, así como las sublevaciones en África del Norte y Medio Oriente, evidencian que en el mundo hay “una gran indignación” por la ausencia de participación ciudadana en la toma de decisiones.
“Lo que está ocurriendo en España y otros países como Inglaterra y Chile es la indignación por parte de ciudadanos que quieren más participación, que la acerque más a la realidad y al pueblo y que sea más participativa”, dijo Garzón en respuesta a una consulta hecha por UNIVERSIDAD.
A juicio del jurista, estas expresiones de descontento evidencian que las soluciones que se dan a la crisis en el mundo “no son las adecuadas y no están redistribuyendo las culpas como debieran”.
“Creo que eso es bueno, debe canalizarse esa respuesta, respetarse los derechos de todos aquellos que discrepen de ese modelo”, dijo Garzón.
Pero además, comentó, que “significa que es el nervio de una sociedad viva que por fin ha reaccionado frente a una situación que consideraban injusta. Hay que oír a los ciudadanos y corregir aquellos aspectos que son necesarios corregir”, puntualizó.
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