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El 26 de julio de 1953, hace exactamente cincuenta y ocho años, un puñado de hombres y mujeres tomaron la heroica decisión de atacar la fortaleza del Moncada, cuartel insigne de la dictadura batistiana por el tipo de infraestructura, dotación de soldados, y cantidad de armamento existente.
Patriotas como Abel Santamaría, Renato Guitar, Elpidio Sosa, Melba Hernández, Haydée Santamaría, Raúl y Fidel Castro, con otros valientes y abnegados antibatistianos escribirían una brillante página en el texto histórico del proceso de lucha y sacrificio, del noble pueblo de Cuba.
Proceso que se enmarca dentro de la primera y segunda guerra, por la libertad y la independencia definitiva del dominio español, 1868, 1895 y 1898, agregándose a este sufrimiento, destrucción y muerte por décadas. La intervención norteamericana, anexando el territorio de Cuba, a su política de expansión imperialista, contó con el sacrificio del acorazado Maine y su tripulación militar que se encontraba en la bahía de La Habana, como argumento.
Sin embargo, esta historia es parte fundamental de un acontecimiento que marcará las vidas del pueblo de Cuba, como es el asalto al cuartel Moncada, cuyo plan es relevante y meritorio en cuanto a organización, esfuerzo, dedicación y sacrificio, sustentado en todo momento por los ideales y convicciones de quienes creían que las acciones del Moncada eran la respuesta revolucionaria ante una patria violentada y agredida, por una dictadura criminal y opresora.
A pesar de que el Moncada significó detenciones, tortura, dolor y muerte, era parte del costo humano que daba sentido a la firme determinación de terminar con un sistema oprobioso, corrupto y brutal, que contaba con el apoyo incondicional del gobierno norteamericano.
Ante esto, la gesta del Moncada se convierte en gloria y reconocimiento a la acción en condiciones adversas, reafirmando su compromiso revolucionario ante el altar de la patria, y los próceres independentistas José Martí y Antonio Maceo, de que con ello se estarían forjando la unidad, organización y lucha con otros grupos opositores.
El comandante Fidel Castro lo destaca con gran visión: «Nos organizamos como fuerza entrenada, no para hacer una revolución, sino para unirnos a todas las demás fuerzas, porque después del golpe del 10 de marzo de 1952, era elemental que se unieran todas las fuerzas» (Biografía a dos voces, pág. 119).
Es importante señalar que el accionar del Moncada establece un hilo de conducción permanente en el quehacer revolucionario de su pueblo, donde el tejido social se cubre de resistencia contra el golpe usurpador; siendo su principal fuente de inspiración: La gloria, el honor, la gran ética, las ideas y convicciones del universo, el humanismo y el amor por la patria y el sacrificio hasta que la patria cicatrice sus heridas. Este rico y extraordinario legado histórico, lleno de discursos que para el comandante Fidel era «Una catarata de ideas en un arroyo de palabras», constituía el pensamiento martiano muy avanzado, antiesclavista, independentista y profundamente humanista.
Marcando rumbos o caminos que nos señalan la intensidad de su espíritu patriótico, puede vencer los límites que impone el tiempo y el espacio para converger en ese intenso transitar, en la constante búsqueda de la espiritualidad revolucionaria que hace al hombre libre.
Donde la patria ha visto morir a lo mejor de sus hijos con dignidad, honor y lealtad, en aras de la paz y la libertad de su pueblo y su revolución que ha significado la razón de ser de sus vidas.
Ganando méritos, reconocimiento y solidaridad internacional, a su larga y orgullosa trayectoria de lucha desigual por defender y consolidar sus conquistas sociales, económicas y políticas, su soberanía territorial, independencia, su cultura y memoria histórica.
Aún con el criminal y brutal bloqueo, por más de cincuenta y dos años, y toda la política anexionista del imperio que pretende quebrantar la voluntad de resistencia y lucha, y arrebatarles la patria. Estarán presente, ayer, hoy y siempre, los ideales revolucionarios de la gesta del Moncada.
Como tributo permanente, a sus mártires, de la generación del centenario de Martí a la actual generación de hombres y mujeres que construyen las bases de un mundo más justo y equitativo, o sea un mundo de criterio, opinión y de respeto al pensamiento humano, la libertad y la verdad.
“Un mundo mejor es posible, se lo asegura alguien que ha vivido soñando y más de una vez, ha tenido el raro privilegio de ver convertidos en realidad sueños que ni siquiera había soñado”: Fidel Castro R.
P/ Comité Costarricense de Solidaridad con Cuba.
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