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Gay Talese: La tecnología por sí sola no es periodismo

Al viejo zorro del periodismo no le gustan las grabadoras. Ni siquiera las antiguas, de pilas y casette. Más allá del folio y una buena estilográfica, no parece que las nuevas, novísimas tecnologías, le enloquezcan. Toda su vida, casi ochenta años, ha vivido sin Twitter, y no parece que le haya ido mal, precisamente. Es uno de los periodistas más famosos y respetados del mundo, ha pasado por los mejores medios («The New York Times», «The New Yorker», «Esquire») y ha escritos libros y reportajes que en las universidades son palabra de Dios, aunque sea el dios de la linotipia. Por ejemplo «Retratos y encuentros» y «Honrarás a tu padre» (que ahora se reedita por Alfaguara), fruto de su investigación durante años al lado de Bill Bonano, mafioso él mismo e hijo de Joseph Bonano, uno de los últimos grandes capos de la Mafia.

Al viejo zorro del periodismo no le gustan las grabadoras. Ni siquiera las antiguas, de pilas y casette. Más allá del folio y una buena estilográfica, no parece que las nuevas, novísimas tecnologías, le enloquezcan. Toda su vida, casi ochenta años, ha vivido sin Twitter, y no parece que le haya ido mal, precisamente. Es uno de los periodistas más famosos y respetados del mundo, ha pasado por los mejores medios («The New York Times», «The New Yorker», «Esquire») y ha escritos libros y reportajes que en las universidades son palabra de Dios, aunque sea el dios de la linotipia. Por ejemplo «Retratos y encuentros» y «Honrarás a tu padre» (que ahora se reedita por Alfaguara), fruto de su investigación durante años al lado de Bill Bonano, mafioso él mismo e hijo de Joseph Bonano, uno de los últimos grandes capos de la Mafia.
En estos tiempos de velocidades de vértigo y de noticias que cruzan la estratósfera como misiles, el maestro Gay Talese recomienda y prefiere la paciencia y la observación. No le interesan las exclusivas ni llegar el primero a la web, y está convencido de que a menudo («Sí, sí, rotundamente») es mejor mirar y escuchar que preguntar y, sobre todo, es «muy conveniente saber cuando debes mantener la boca cerrada».
 
Por supuesto, no le vamos a enmendar la plana. Así que lo primero es observar. Traje gris, corbata amarilla, pañuelo burdeos en el bolsillo de la chaqueta, zapatos y funda de gafas a juego, y un primoroso cartier de oro de números romanos en la muñeca izquierda. El sombrero, veraniego, para posar coqueto.
La siguiente recomendación de Talese también debe ser atendida: a escuchar tocan. A pesar de su veteranía el periodista Talese sigue haciéndose preguntas. Las últimas, a propósito de los acontecimientos que se han sucedido sin respiro para las redacciones en los últimos meses: revueltas, un tsunami, una alarma nuclear, Bin Laden…
«¿Acaso el Gadafi de 2011 no es el mismo que el de 2010? Sin el periodismo tecnológico a los rebeldes no se les habría escuchado. ¿Eso es correcto? Es una pregunta difícil».
Talese es de una familia italiana de Nueva Jersey donde no había mafiosos. Pero de chaval ya apuntaba maneras y no se perdía un solo artículo que hablase sobre la Familia. Tanto celo ponía que a su padre, un honrado comerciante, no le hacía ni pizca de gracia y le recomendaba que se interesase por otros italianos: Dante, Miguel Ángel, Petrarca, Caruso…
UNO DE LOS SUYOS
El interés de Talese no decreció, y cuando dejó el «New York Times» para trabajar por su cuenta, se metió en faena hasta el cuello. El objetivo, Bill Bonano. Era el año 1964, y le costó otros cuatro que Bill accediese a contarle su vida.
«Señor Bonano —le dije—, si ahora muriese, sus hijos sólo sabrían de usted lo que la prensa dijera a partir de los informes policiales. No quiero saber a cuánta gente ha matado, para eso tengo al FBI. Quiero saber cómo es la persona».
De forma más o menos intermitente la relación duró décadas, hasta la muerte de Bill Bonano, el 2 de enero de 2008. Talese, incluso, se encargó de proveer un fondo económico para que los hijos de Bill Bonano pudieran estudiar. No obstante, está absolutamente convencido de que «nunca puse en peligro mi trabajo de periodista, siempre dije la verdad y jamás me dejé influir por Bill».
Ni siquiera llegó a cuestionarse la ley ni el orden establecidos.
«Pero eso sí —continúa— supe mucho mejor lo que era la Mafia, y comprendí que es un puñado de gente atrapada por las tradiciones». Tradiciones que series como «Los Soprano», películas como «El padrino» han recreado, ofertas que no se pueden rechazar, negocios, son sólo negocios, ya saben, que dijo don Vito. «El cine y la televisión siempre han sentido gran atracción por los mafiosos, porque en el fondo son como los vaqueros del Oeste, pero en versión urbana».
¿Periodismo, literatura? ¿Amigos para siempre o enemigos irreconciliables?
«El periodismo no puede ser invención, pero creo que puede ser arte cuando a partir de hechos y personas reales produce lo que yo llamo literatura de la realidad».
¿Hay futuro, maestro Talese, o en este viejo oficio se trabaja a título más o menos póstumo?
«Lo que sé es que no se puede dejar el periodismo en manos de amateurs, el periodismo profesional tiene que seguir existiendo, sobre todo porque hay que proteger a a los ciudadanos de los gobiernos que tienden (o tienen que) mentir. Y la tecnología por sí sola no es periodismo». Ese oficio en el que Gay Talese no se da un respiro. Y así convierte al observador en observado, y es él quien hace la última pregunta: «Ha estado usted dibujando durante toda la entrevista. ¿Es su manera de concentrarse?» Pies para qué os quiero.
Tomado de ABC

  • Manuel de la Fuente
  • Forja
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