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Ballet Nacional de Georgia: Una compañía de categoría mundial

La imagen en la web oficial del Ballet Nacional de Georgia muestra a su fundador Iliko Sukhishvili perfectamente vestido junto a Edson Arantes do Nascimento Pelé, en una foto que corresponde a 1968.

La imagen en la web oficial del Ballet Nacional de Georgia muestra a su fundador Iliko Sukhishvili perfectamente vestido junto a Edson Arantes do Nascimento Pelé, en una foto que corresponde a 1968.
Ambos pasarían a la historia por crear una danza que millones en el mundo no olvidan y a diario aplauden: la danza del fútbol como expresión del arte universal y la danza y el folclor de la pequeña Georgia. Esta última ha cultivado innumerables corazones con sus destrezas y un virtuosismo escénico que ya registra 66 años de éxitos ininterrumpidos alrededor del orbe.
El próximo 24 de septiembre, los costarricenses recibirán por cuarta vez la visita del grupo que fuera el sueño de Sukhisvili y Nino Ramishvili, una coreógrafa que fue su socia artística toda la vida. Ambos lograron darle espacio a esa aspiración de llevar la tradición y el folclor de un pueblo como el georgiano, asediado por guerras, invasiones, anexiones y mutilaciones a lo largo de su extensa historia.
De acuerdo con la web oficial, el Ballet Nacional de Georgia se presentó por primera vez en Costa Rica en 1987 y luego en 1998. Hace tres años, en mayo de 2008, la compañía estuvo en el país y lo hará de nuevo a finales de septiembre.
La función del sábado 24 será a las 8 p.m. y la del 25 a las 5 p.m., ambas en el Teatro Melico Salazar. El valor de los boletos va desde ¢12.000, en galería, hasta ¢36.000, en luneta. Se pueden adquirir por medio de los puestos de Servimás, el Hotel Herradura y Tiendas Bansbach.
El Ballet, que en sus inicios se llamaba Compañía Nacional de Danza de Georgia, ha obtenido los más grandes elogios de la gran prensa del mundo, desde The New York Times a Washington Post, y el veredicto en todos es unánime: es un fenómeno único en el mundo.
Por eso, no es de extrañar que el visitante de la web  (http://www.sukhishvili.com) se encuentre con su fundador al lado de Pelé, un hombre que llevó al fútbol a un nivel artístico como ninguno otro, por más comparaciones que se hagan, ha logrado.
La danza, parece decir la foto, no tiene fronteras siempre y cuando sus ejecutores son excelsos artistas, cada uno en su campo.
¿QUÉ LOS HACE ÚNICOS?
Para pertenecer al Ballet, se requiere de al menos una preparación de seis años y someterse a un intenso entrenamiento que le permita a los bailarines poder mostrar sus destrezas en el escenario.
En la actualidad, el grupo es dirigido por Tengiz Sukhishvili, hijo del fundador del Ballet, y la presentación que realizan tiene, en promedio, una duración de dos horas.
El baile en puntas, sin los zapatos especiales para tal fin, es una de las atracciones mayores del espectáculo, en el que también hay danzas con sables y puñales, todo perfectamente sincronizado.
La fama del grupo hizo que en 1967 y por una única vez en su historia “La Scala de Milán” permitiera la presentación de un grupo folclórico. El éxito fue tal que en 14 oportunidades salieron los bailarines a escena para escuchar el aplauso de la concurrencia, la cual no deseaba marcharse sin dejar claro que habían presenciado una magnifica e irrepetible danza de sueños, guerras, folclor y tradición.
El espectáculo se complementa con una pequeña orquesta en la que hay acordeones, percusión y flautas georgianas.
Otro de los elementos que contribuyen a darle un valor total a la compañía es el uso de un vestuario apropiado para cada tipo de danza.
El estilo de baile está divido en tres modalidades: el solo, en parejas y en grupo.
De esa forma, el Ballet va desgranando sus danzas y movimientos a lo largo de su intensa presentación, en la cual combina el folclor con la tradición. Así, se rescatan bailes que evocan a la guerra, a la defensa de la patria, a la era en la que Georgia era gobernada por monarquías, y era un período de príncipes y princesas, sin los finales felices de los cuentos de hadas.
“Cada bailarín está supeditado a los requerimientos de un plan común y a la expresión del baile, al tiempo que ninguno de los exponentes pierde su individualidad. Los diferentes bailes demandan competición entre ellos, esfuerzo, destreza, agilidad, elevación y audaces movimientos”, según una descripción hecha por la propia compañía.
En el caso del aporte de las bailarinas al conjunto del espectáculo, ellas tienen su “propia gracia y encanto, comparable con el ballet clásico, en el que cada emoción y sentimiento tienen su propio movimiento tradicional”, todo en una perfecta unión con la propuesta general.
“Esos movimientos tienden a la calma, hacen pequeños pasos y dan la impresión de deslizarle” lenta y armónicamente en el tiempo.
Los bailarines, entre tanto, también apelan a una técnica única en el mundo, creada por su fundador Sukhishvili, y, en especial, recurren al baile de puntillas, pero sin los aditamentos propios de dicho movimiento.
“Es una increíble exhibición de virilidad, espectaculares saltos y vueltas, increíbles giros. Es una presentación con rapidez y precisión como difícilmente puede ser imaginado. Ellos son solo hombres en el mundo, quienes bailan en sus dedos”.
LAS DANZAS

Durante la presentación, el Ballet Nacional de Georgia recurre a muchas de sus danzas tradicionales. Estas evocan períodos convulsos de ese país que, de 1936 a 1991, perteneció a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y reflejan su sentimiento como región cultural ubicada entre Rusia, Armenia, Turquía y Azerbaiyán.
Entre esas danzas se encuentra el “Simdy”, la cual evoca “la más bella melodía acompañada de dos filas de bailarines: los hombres en ‘chockas’ negras de manga larga y las mujeres en vaporosos vestidos blancos. Esta danza de bodas se basa en una rica alternabilidad de negro y blanco en una exacta simetría tipo espejo. El dúo de un hombre en puntas y una etérea dama también guarda absoluta simetría, haciendo que todo luzca como un sueño maravilloso. No es exagerado decir que es una fiesta de refinada simplicidad y armonía clásica”.
La “Samaia” es una “danza que se basa en antiguos frescos encontrados entre la  arqueología georgiana. Utiliza el atuendo típico nacional de las princesas georgianas y está inspirada en la gracia y la delicadeza de la antigua vestimenta que  remontan al reinado de Tamara”.
Mientras tanto, la “Khandjluri” es una danza de los guerreros “que descienden de las montañas con dagas y cuchillos”. En ella, “los bailarines compiten con gran rapidez protagonizando los más complejos movimientos entrelazando dagas y sombras. Son rutinas complejas en un área muy pequeña que queda entre las dagas. Es una danza muy demandante que requiere de los bailarines tremendas habilidades y profesionalismo”.
Y así, entre danza y danza, entre folclor y tradición, entre virtuosismo y precisión, entre ensueño y realidad, el Ballet Nacional de Georgia se ha ganado los corazones de millones de espectadores en el mundo entero.
Por eso, aunque la foto de Pelé y Sukhishvili a primera vista pueda parecer ajena al conjunto de una compañía de ballet, si se ahonda en la historia del arte moderno, no hay ninguna contradicción.
Cualquier amante del arte –aunque no le guste el fútbol—ha tenido que ver alguna vez las múltiples proezas que el Rey dejó inscritas en el corazón de los espectadores a lo largo y ancho del orbe, igual sucede con el Ballet de Georgia, como lo resume con maestría Le Figaro: “un fenómeno artístico que se ha de ver al menos una vez en la vida”.

  • Jose Eduardo Mora 
  • Cultura
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