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En la era de la ignorancia el que más grita es el rey

Cuando más debemos celebrar encontrarnos en la era del acceso y de la información, más irresponsables somos con ella. No es para menos. Cerebros programados en binomios negros o blancos, acostumbrados a que Paco y Lola nos dijeran qué hacer con nuestras vidas adultas, las novelas televisadas repetían uniformemente el fatídico patrón de nuestros compromisos sentimentales, miles de sapos con sueños de príncipes y cenicientas esperando un zapato de cristal al pasar la medianoche… ¿qué podemos esperar?

Cuando más debemos celebrar encontrarnos en la era del acceso y de la información, más irresponsables somos con ella. No es para menos. Cerebros programados en binomios negros o blancos, acostumbrados a que Paco y Lola nos dijeran qué hacer con nuestras vidas adultas, las novelas televisadas repetían uniformemente el fatídico patrón de nuestros compromisos sentimentales, miles de sapos con sueños de príncipes y cenicientas esperando un zapato de cristal al pasar la medianoche… ¿qué podemos esperar?
Millones de estímulos consumistas, que distraen nuestra mirada del espejo que sirve a la construcción de nuestro sentido de responsabilidad cívica, porque la razón crítica no tiene cabida cuando España y Brasil quieren foguearse contra nuestra selección, cuando Apple anuncia su próxima creación en telefonía, cuando Facebook mueve masas para eliminar las cámaras que multan por comprobado exceso de velocidad, cuando la prensa informa a diario sobre la “farándula” política que se sirve de mentiras y verdades reconstruidas y rebuscadas para ganar los votos de las próximas elecciones.
Ello, justamente ello, es la autoridad impune que se adora y que se sirve de las masas. Lo lamentable es que no solo el lego que camina por la avenida comprando periódicos de a cien se nutre de falaces discursos. Nuestros gobernantes legislativos, ejecutivos, judiciales, fiscalizadores y mediáticos exaltan sus voces y agitan sus pechos para escandalizarse y escandalizar con sonsacados datos.
Porque en la era del acceso prima el correo de un cualquiera sobre los registros históricos que se custodian en una institución, porque el chisme anónimo de un corrillo es más creíble que la prueba física de un expediente, porque la traducción imprecisa de las técnicas y la ciencias es más valiosa que la voz experta del que sabe, porque el criminal es el que se opone a la mediocridad, porque el protagonismo supera a la justicia y la ignorancia a la responsabilidad.
Claro, Paco y Lola no dictaron las reglas de tomadores responsables de decisión, nos dijo qué hacer en una época donde amasar la masa era toda una realidad costarricense. Hoy solo nos queda leer el periódico y aún así, no sabemos cómo hacerlo…porque en la era de la ignorancia, el que más grita es el rey.

  • Paula Ballestero Murillo (Abogada)
  • Opinión
Spain
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