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Investigar el mundo infantil sí es cosa de niños

El estudio de la infancia desde su propia perspectiva, experiencia y realidad, es un enfoque pertinente en Psicología del Desarrollo. El tema general de la crianza y el parentaje, así como el tema específico del disciplinar y cómo lo viven los niños y niñas, son de interés en el Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad de Costa Rica.

El estudio de la infancia desde su propia perspectiva, experiencia y realidad, es un enfoque pertinente en Psicología del Desarrollo. El tema general de la crianza y el parentaje, así como el tema específico del disciplinar y cómo lo viven los niños y niñas, son de interés en el Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad de Costa Rica.
Este es uno de los objetivos del proyecto en proceso El disciplinar y el castigo según la viven y sienten los niños y las niñas en edad preescolar: estudio piloto y validación de procedimientos e instrumentos, a cargo del autor.
El concepto parentaje, anglicismo del término parenting, se usa en la academia para describir las prácticas y las creencias parentales referentes a la crianza. Aún nos queda el reto de ubicar un término en nuestro idioma, que logre describir a cabalidad el interés y el objeto de estudio.
Desde la perspectiva de la Psicología Cultural del Desarrollo, hemos  profundizado en las creencias (etnoteorías parentales) y prácticas de parentaje como parte de la socialización de niños y niñas.
A partir de la especificidad que nuestro contexto cultural le da a este fenómeno, se ha visualizado la necesidad de investigar el tema de la autoridad parental y el ejercicio del disciplinar de los adultos hacia los niños.
En nuestro estudio se busca analizar los vínculos de las respectivas creencias y prácticas sobre disciplina, además de su relación con el ejercicio de la violencia –muchas veces legitimada en procesos de socialización – y entender las formas de enfrentamiento a que recurren niños y niñas.
La niñez, desde muchas conceptualizaciones socioculturales, se ha idealizado como un periodo especial en el ciclo de vida de todo ser humano. Desde que a partir de la Revolución Industrial en Occidente se institucionalizó la niñez como objeto de estudio, para su educación y cuido, las Ciencias Sociales han resaltado la importancia del parentaje como predictor del desarrollo de la persona y de criterios de salud y éxito.
No obstante, como en todas las ciencias de predominio occidental, en los abordajes académicos e investigativos que se ocupan de la niñez  predominan conceptualizaciones etnocentristas, con un afán universalista y adultocentrista.
Esta condición ha marcado que mucha de la teoría con la que aún nos formamos y los datos con los que la fundamentamos son los instrumentos para enfrentar las necesidades, los dolores y los malestares de nuestros niños, los cuales siguen siendo derivados de contextos muchas veces muy distantes al nuestro.
En el plano de la investigación, esto nos reta a desarrollar aproximaciones a nuestra niñez, sensibles a los contextos culturales, locales y responsivos a sus necesidades particulares.
INTERÉS POR LA NIÑEZ

El interés por la niñez desde diferentes puntos de vista siempre ha formado parte del quehacer del IIP.
En los últimos 15 años tomó fuerza el contexto de socialización vivido en el seno de los cuidadores y cuidadoras primarias, casi siempre las figuras parentales. Desde un enfoque metodológico, estas se han constituido en las principales informantes del mundo de los niños.
A partir de las referencias de los adultos, se han construido imágenes de los escenarios en que discurre la socialización, las creencias e ideas que orientan a los adultos en el cuido, la estimulación y la educación de los niños y las niñas.
Sin embargo, también se ha recurrido a métodos como la observación y el registro de situaciones “naturales” en el hogar, la guardería y la escuela, otorgando así a los niños un lugar protagónico como principales “informantes”. Asimismo, han cobrado interés en cómo la construcción narrativa, los relatos y el desarrollo del lenguaje en el contexto diádico madre-niño se entrelazan con la incorporación a la cultura, pero a la vez, permean el desarrollo infantil.
Todos estos temas y algunos más son compartidos por varios investigadores en nuestro Instituto, lo cual se refleja en diferentes programas y proyectos de investigación.
CONTEXTO LOCAL

En lo tocante a nuestra experiencia específica, el tema de las creencias y prácticas de los adultos en relación con el cuido, atención y crianza de niños se ha constituido en eje central. Este interés se remonta a finales de los años 80 en el marco de la colaboración académica de investigación intercultural entre la Universidad de Osnabrück, Alemania y el IIP, lo que ha permitido –hilvanando la psicología del desarrollo y la cultura– la construcción de un perfil del contexto local en cuanto al parentaje de los niños.
Hemos identificado estilos relacionales entre madres y sus hijos e hijas con altos niveles de calidez afectiva. Esta refuerza lazos, pero a la vez es instrumentalizada para controlar. A esto se une un rasgo socialmente compartido de un fuerte “familismo” (tendencia a considerar la familia como primer referente en la vida, como decisiones, necesidades, metas y proyectos) que estimula una vida cotidiana más receptiva y orientada a las demandas y necesidades detectadas en los otros inmediatos, muchas veces en detrimento de las propias e individuales.
Nuestra tendencia “sociocéntrica” y “familiocéntrica” coincide con que nuestras etnoteorías parentales reflejen más estilos controladores y autoritarios que aquellos que estimulen autorregulación e independencia emocional de los adultos. Ya con esto podemos justificar nuevamente la pregunta por el disciplinar y la forma en que lo viven y sienten los niños.
Tenemos entonces que mediante estas prácticas y creencias se estimula que los niños se vuelvan dependientes de una persona o de una relación (externa) para “autorregularse”, sin que incorporen un sentido de autocontrol y conocimiento sobre sus necesidades propias.
Otra consecuencia es que al basarse en medios sobre la interrelacionalidad y conexión con los otros, las formas de “regulación” serán más efectivas a partir de procesos como la culpa y no del autoanálisis ni la reflexión. Estas pocas claves no solo pueden dar respuesta a inquietudes de cualquier cuidador, sino también para comprender el comportamiento de nosotros los adultos.
Mientras los medios nos siguen saturando de temas relativos a la seguridad ciudadana, el ascenso de la violencia bajo diferentes formas refuerza la desesperanza de un día a día cada vez más incierto.
Nuestro mundo nos demanda, por medio de cuestionamientos claros y certeros, respuestas que nos permitan no solo resolver lo inminente, sino también recobrar la confianza en el ser humano y en que vivir aún vale la pena.
Es ineludible no volver la vista atrás y preguntarnos qué hemos hecho mal. Muchas veces la mirada se posa en la niñez para entender el producto que somos. Así pues, pareciera pertinente identificar las raíces del actuar adulto, muchas veces errático, en las etapas tempranas, donde alguna vez, como niños y niñas, estuvimos a cargo de otros adultos.
Aún así, aunque los problemas actuales son responsabilidad de los adultos, quizá una suerte de esperanza sigue estando en volver la mirada a las “cosas de niños”.

  • Mariano Rosabal Coto ([email protected])
  • Crisol
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