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29 de octubre, día de nuestra patria

El día 29 de octubre del 2011 nuestro país cumple 190 años de haberse quitado el yugo español. SIN EMBARGO, hay historiadores y educadores en todos los niveles, que se han dedicado a repetir una historia de ficción, porque en Costa Rica somos los regalados, los benditos de Dios a quienes todo les cae del Cielo, con la invención de una historia oficial de nuestra fecha de independencia, y dicen como disco rayado, que el 15 de septiembre Guatemala nos regaló la independencia, nos la mandó en una carta por correo de a caballo, y nosotros, que no sabíamos leer ni escribir, y menos tener luces de civilización política, la aceptamos y la confirmamos el día 29 de octubre.

El día 29 de octubre del 2011 nuestro país cumple 190 años de haberse quitado el yugo español. SIN EMBARGO, hay historiadores y educadores en todos los niveles, que se han dedicado a repetir una historia de ficción, porque en Costa Rica somos los regalados, los benditos de Dios a quienes todo les cae del Cielo, con la invención de una historia oficial de nuestra fecha de independencia, y dicen como disco rayado, que el 15 de septiembre Guatemala nos regaló la independencia, nos la mandó en una carta por correo de a caballo, y nosotros, que no sabíamos leer ni escribir, y menos tener luces de civilización política, la aceptamos y la confirmamos el día 29 de octubre.
Con ello, perpetúan la creación decreto-ley oficial de los errores garrafales por omisión, ignorancia, falta de cojones, cálculo político y complacencia de quien fuera nuestro primer Presidente, el Dr. José Mª Castro, en 1848.

A ningún niño le gusta que lo hayan sorprendido con las boronas de las galletas en la boca, mientras negaba el hecho de que se las había comido sin permiso. El Dr. Castro Madriz quiso quedar bien con élites de poder en el país y en Centro América. Decretó el 15 de setiembre como glorioso para Costa Rica, el cual debía ser recordado en celebraciones cada año. Durante el siglo XIX muy pocos lo celebraron, y quienes lo hicieron en alguna ocasión, eran algunas familias adineradas con fiestas de “pasarela”, donde se exhibían muchachas en sus mejores trajes para que los muchachos en edad de casarse o juntar su capital económico y social, siguieran la tradición de que los ricos con los ricos para que se hagan más ricos. Los otros, el pueblo y la chusma, que se hicieran la suya, si es que entendían algo. La mejor comilona, los mejores trajes de luces, el banquete de las fantasías con sus intrigas, negocios y escondites de alcoba, para la clase dominante, que con excepciones, llega hasta hoy día.
Al igual que los ricos y poderosos, los historiadores también se convierten en productores conscientes de ideología, y en consecuencia, también son fuente de expresión cultural y de dominación o liberación política; podrían forjar en el conjunto integrador de nuestra nación la autonomía cultural que nos merecemos, al menos lúcidamente, de lo que las Naciones Unidas estableció como los analfabetas que saben leer y escribir; los que no piensan, van donde se les indica y nunca se atreven a decir no.
La lucha es cierta, derribar muros mentales, los propios, los de historiadores profesionales que todavía dudan de si somos capaces de ser libres, tener gobierno propio y darnos leyes. Peor, perpetúan historias no creíbles de que nuestra independencia local es un proceso que comienza en Guatemala o en algún lado de las huestes celestiales. La Constitución española de Cádiz de 1812 había cambiado el panorama político y Guatemala y Costa Rica estaban con administraciones separadas por distintas diputaciones provinciales. El historiador Fernández Guardia señala que cuando se tuvo noticia de los acontecimientos de ciudad de Guatemala, no sorprendió, porque teníamos mucho rato con una autonomía desde dentro. Ya nos bailábamos las esferas españolas, teníamos nuestro propio proceso interno, que se completó el 29 de octubre de 1821, y se selló con nuestra primera Constitución Política, el 1º de diciembre, o Pacto de Concordia.
Se trataba de dos asuntos muy puntuales: 1. Independizarse de España. 2. Darse gobierno propio. Y se hizo. Lo demás es otro proceso, como el haber dejado abierta la posibilidad de unirse al Imperio Mexicano de Iturbide, hecho que nunca pasó de ser una carta de intenciones. Lo que sí es relevante, son los dos documentos que pueden leerse muy fácilmente, ambos en el Archivo Nacional de Costa Rica: 18 de diciembre de 1821. La Junta Interina de Costa Rica le envía carta a Iturbide y lo pone al tanto de sus acuerdos, ratificándole que la independencia fue jurada por todos los pueblos de Costa Rica, y haciéndole ver, sin ninguna duda, su voluntad de mantenerse autónoma y gobernarse por sí misma, dejando abierta la posibilidad de una anexión futura, si le conviene a sus intereses costarricenses. Fue firmada por Pedro Alvarado, Presidente, y Joaquín Iglesias, Secretario. 19 de marzo de 1823. El Congreso Provincial de Costa Rica le ratifica a Iturbide, que el 29 de octubre de 1821 fue el día que decretó su independencia por sí misma, que nadie se la regaló, quitándose de encima el yugo español y el de su Gobernador “terrorista” Juan Manuel de Cañas. En la carta le hace ver al señor Iturbide que no ha recibido respuesta a la comunicación que le remitiera sobre una eventual anexión donde Costa Rica le planteaba sus condiciones puntuales para considerar dicho paso y concretarlo por escrito y con la jura correspondiente. En esa carta también le ratifica que si no hay anexión “está resuelta a defender  su libertad a todo trance”. Fue firmada por José Mª de Peralta, Diputado Presidente, y Rafael Osejo, Diputado Secretario. Nunca hubo ninguna anexión de Costa Rica al Imperio de Iturbide, nunca se obedeció a ninguna constitución mexicana, ni hubo ninguna ratificación de nada. Nunca se recibió ninguna respuesta de Iturbide, imperio que había dejado de existir.

  • Miguel Rojas (Catedrático)
  • Opinión
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