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Costa Rica mantiene una posición relativamente mejor que los países del centro y norte de Centroamérica, en relación con sus índices sociales y económicos, aunque no deja de ser frágil ante una realidad regional fracturada.
En materia de salud, la sociedad costarricense tiene una constante en cuanto a bajos índices de mortalidad infantil; la desnutrición de menores de cinco años es del 2.7%, el promedio más bajo de la región, y posee la cobertura en servicios de salud más alta.
Pero, Costa Rica mantiene un alto nivel de muertes por accidentes de tránsito, sumando un 30.8% del total, representando la segunda causa de fallecimientos.
Es la población más longeva de América Latina, entre seis y ocho años más que el resto del istmo centroamericano, lo que plantea un reto por garantizar a las personas adultas mayores calidad de vida, mediante pensiones y servicios de salud eficientes. Un desafío que se ensombrece con las múltiples críticas y cuestionamientos a la sostenibilidad del régimen de pensiones y al manejo de la Caja Costarricense del Seguro Social.
Por otra parte, la disponibilidad nacional de agua potable es del 100% y del 99.4% de alumbrado eléctrico, mientras que la tasa de escolaridad en preescolar es de 74.4%, la matrícula es del 100% en primaria y 88% en secundaria, todos índices superiores en la región.
De acuerdo con Jorge Vargas, subdirector del programa Estado de la Región, en materia educativa aunque tiene los índices más altos, Costa Rica ha perdido algunas de sus ventajas, sobre todo porque las diferencias entre los otros países se han reducido, el ritmo de avance ha sido lento y hay un rezago con respecto a naciones del mismo nivel, como Chile, Jamaica y Colombia.
Las cifras educativas no son suficientes, pues entre sétimo y noveno año de secundaria se presenta una fuerte deserción, reduciendo a un 54% y luego de noveno solamente 40 de cada 100 jóvenes que empezaron primaria once años atrás se gradúan.
El acceso a tecnologías de la comunicación es el mejor de la región, la tenencia de computadoras y acceso a Internet es relativamente bueno, pero continúa lejos de los países desarrollados.
POSITIVISMO A MEDIAS
Con el objetivo de ofrecerle un panorama de la situación real que vive nuestro país, tanto a partir de sus principales índices económicos, sociales y políticos, como de sus perspectivas ante las condiciones de la región, UNIVERSIDAD entrevistó al subdirector Jorge Vargas.
¿Cómo definiría que se encuentra Costa Rica, de acuerdo con los índices presentados por el Informe?
–Hay dos situaciones distintas. Un panorama es el que tiene Costa Rica con respecto al resto de naciones centroamericanas, basado en sus indicadores, y otra realidad es la que enfrenta al analizar las implicaciones de la situación regional.
De acuerdo con sus indicadores, ¿cómo está Costa Rica?
-Los índices del país, junto con Panamá, demuestran que son indudablemente las naciones económicamente más potentes, el país socialmente más avanzado. No hay duda que pese a sus problemas, tiene el Estado con una capacidad institucional más robusta del área.
El área social, por donde se vea es superior, tiene las mejores esperanzas de vida y la tasa de mortalidad infantil más baja, con niveles de escolaridad promedio mucho mejores que el resto de la región. Los niveles de seguridad de Costa Rica son similares a los de Panamá y Nicaragua, que son sensiblemente inferiores al resto del istmo.
Entonces, según sus indicadores sociales, políticos y económicos, no es cierto que el país esté “centroamericanizado”, al igual que su vecino Panamá, que en lo único que supera a Costa Rica es en que está más dinámico económicamente.
¿Ha dado buenos resultados la estrategia de desarrollo económico del país?
-En términos de estrategia, Costa Rica tiene particularidades distintas al resto de la región, sobre todo con el centro y norte de Centroamérica, pues ha apostado mucho a la inversión directa internacional, en áreas de alta tecnología, valor agregado y turismo, mientras que el resto, excepto Panamá, siguen enfocados en la agroexportación, maquila y exportación de personas.
Pero al mismo tiempo, la costarricense es distinta a la apuesta panameña, pues el segundo país se ha vendido como un centro logístico, por lo que Panamá comienza a despegarse de Costa Rica.
Mucho se habló de que Costa Rica no debía firmar un acuerdo con el resto de la región centroamericana y su mayor socio comercial, sino que podría haberse aliado con Panamá. ¿Considera que fue un error formar parte del TLC con Estados Unidos y Centroamérica?
-Error es cuando se tiene la opción de hacer o no una cosa, los norteamericanos no dieron opción, la posición siempre fue que se negociaba toda la región o nada. Costa Rica trató de hacerlo bilateralmente, pero Estados Unidos no lo quiso.
Sin embargo, no creo que un TLC con Panamá y Estados Unidos hubiera sido lo ideal, pues la sociedad panameña tiene una economía abierta, sin mucho aparato productivo, básicamente mueven mercadería y es una plaza financiera; en cambio Costa Rica busca defender su sector productivo, con una robusta red de empresas públicas que entraban en el acuerdo.
¿Y cuáles son las implicaciones del panorama regional en Costa Rica?
-Hay dos implicaciones fundamentales: una, la forma en que Costa Rica ha jugado en el escenario regional, y otra, es la grave situación centroamericana.
Desde el punto de vista económico, la región tiene un comercio de unos ¢1.800 millones anuales; Centroamérica es un mercado muy interesante e importante para el país, pues el comercio que se hace desde Costa Rica al istmo está orientado a las pequeñas y medianas empresas.
Al país le interesa que el mercado sea dinámico y funcione y cualquier problema regional es un problema para Costa Rica. La fragilidad institucional y social de Centroamérica es grave, porque puede generar turbulencias en las relaciones con sus vecinos. Así, por ejemplo, un golpe de Estado en Honduras o un fraude electoral en Nicaragua, estamos muy atados al resto de la región, aunque no queramos verlo.
¿Cuáles son los problemas que más nos afectan?
-Los temas que no podemos enfrentar solos, la violencia e inseguridad que es generada alrededor del narcotráfico. Costa Rica está metida en una geopolítica de la cual no escapa ningún país centroamericano; estamos en medio de Colombia y Estados Unidos, el mayor productor de drogas y el mayor comprador. Además de la cercanía con los carteles mexicanos.
El cambio climático es grave en la región, pues Centroamérica es el que menos gases invernadero genera, pero es una de las zonas más afectadas, por su posición y ecosistemas; la afectación es grande. En este caso no puede haber respuestas nacionales, el clima no respeta fronteras, se requiere una estrategia regional. En infraestructura regional centroamericana, dependemos del entorno del istmo, pues de nada sirve tener excelentes carreteras en Costa Rica, si Honduras no las tiene, siempre se verá interrumpido el flujo.
Otra temática es la alimentaria, pues Centroamérica es una región muy vulnerable a los cambiantes precios de alimentos, por lo que hay bienes públicos que se deben manejar regionalmente. Es necesario que se fortalezcan las estructuras regionales de integración, que se desarrolle una conexión con los grupos de la sociedad civil y que éstos presionen y participen de las decisiones y vincular aún más las sociedades y economías.
¿Lo correcto sería que Costa Rica se alíe más a Panamá, dadas sus condiciones?
-Sería un error, porque los problemas regionales siempre nos van a afectar, debemos participar con liderazgo, de lo contrario perderíamos influencia en la búsqueda de soluciones y toma de decisiones. Además, acercarse a Panamá no es tan sencillo, pues aunque no son economías que compiten, institucionalmente tienen un desarrollo distinto; el Estado panameño es pequeño y débil y su sistema político en términos de democracia está todavía en problemas.
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