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La moralidad y la libertad de morir

Decía San Agustín, que una ley inmoral no debe ser obedecida. Santo Tomás de Aquino mantenía a su vez que todo rey que no cumple con su deber pierde el derecho de ser obedecido. La resistencia  civil pacífica fue confirmada por Gandhi, y al punto que logró después de salvajes matanzas de ciudadanos hindús de parte de los ingleses,   llevar al Imperio Inglés a la mesa de conversación, para asegurar la independencia de la India.

Decía San Agustín, que una ley inmoral no debe ser obedecida. Santo Tomás de Aquino mantenía a su vez que todo rey que no cumple con su deber pierde el derecho de ser obedecido. La resistencia  civil pacífica fue confirmada por Gandhi, y al punto que logró después de salvajes matanzas de ciudadanos hindús de parte de los ingleses,   llevar al Imperio Inglés a la mesa de conversación, para asegurar la independencia de la India.
El concepto de que una sociedad entera puede estar equivocada moralmente al respecto de sus minorías, se ejemplifica en las luchas de los afrodescendientes contra los blancos en el sur de Estados Unidos. La mayoría blanca votaba leyes racistas e inmorales contra la dignidad del hombre mismo como ser libre y humano.
Una ley no puede ser ley si solamente lo aprueba una mayoría. Tiene que ser moral a su vez. Colgar a afrodescendientes hasta morir, porque no dejaban que sus derechos humanos fuesen violados y luego disfrazarlo de una forma u otra como accidente o suicidio, es inmoral. Lo anterior, aunque las leyes de una mayoría racista lo estén respaldando.
Lo mismo ocurrió en Perú donde indios y soldados chocaron en las selvas, porque las tierras ancestrales de los aborígenes estaban siendo tomadas por compañías peruanas y extranjeras. ¿Qué derecho tenían esas compañías, argumentando el progreso del Perú, sobre las tierras donde vivían los indios? El mundo neoliberal acusó a los indios de antiprogreso, por no dejarse quitar sus tierras. Por dicha la dirección del gobierno cambió. Ahora tenemos una mejor calidad de gente en el Perú, en vez de  aquella chusma inversionista anterior.
Recientemente Wolf Blitzer de CNN y Ron Paul candidato del Partido Republicano  (artículo del economista P. Krugman en La Nación) intercambiaron preguntas y respuestas durante un debate público de dicho partido. La pregunta fundamental es si el concepto de Milton Friedman de libertad de escoger, se extiende a la libertad de no conseguir fondos para operaciones quirúrgicas. Ron Paul contestó, con ese terrorismo neoliberal que sí, pues hay que tomar riesgos en la libertad. El público aplaudió salvajemente la respuesta. Blitzer le volvió a preguntar si eso incluye a los niños, que pueden morir sin el Obamacare que se les busca dar. Ron Paul esquivó la contestación a esto, pero el público de derechas respondió que sí (que mueran los niños). Poco después  (creo que al día siguiente), se revelaron las estadísticas del S-chip (reglamento impuesto por George W. Bush) y que había aumentado el número de niños sin seguro social en  Estados Unidos. Lo importante es que una serie de personas ya acepta abiertamente que hay libertad de morir, como lo llama el  Premio Nobel de Economía, Paul Krugman. ¡El absurdo de una libertad clasista, neoliberal y racista! No importa que los ciudadanos mueran, incluso los niños, si perdura una libertad necrofílica.
Pienso que lo mismo ocurre con la homofobia, el machismo, el antiintelectualismo y la discriminación económica. No importa a la sociedad, que no existan leyes que favorezcan al ciudadano gay, ni tampoco voces que se alcen contra la miseria y el tugurio. Para ese caso la mujer sigue siendo discriminada en materia de trabajo, abusada en la casa e intelectualmente ignorada. El tugurio, más que ningún otro evento, resalta la existencia de la barbarie contraria a los Evangelios y a toda enseñanza religiosa mundial. Solo el cristianismo de derechas lo acepta. Ese cristianismo lleno de odios y de necrofilia. Ese cristianismo que ya no es cristiano. Más el catolicismo, trabajando solamente como si el hecho sacramental es el hecho de los signos visibles de la gracia, ignora la gracia de terminar con el tugurio, la hiperexplotación, el antiintelectualismo y la barbarie de la miseria. Esas misas dilapidadas, donde no se denuncia el mal pago de sueldos de obreros emigrantes o nacionales, son hechos de simbolización religiosa, sin la gracia de la acción contraria a estos males. Lo que ocurre es que la Iglesia se ha vuelto también muy conservadora. Hay dos caras en el Vaticano: una conservadora y otra liberal. Rezo para que ocurra algo a favor de la liberal, dada una América Latina repleta de injusticia y ausencia de dignidad del hombre. Y es que es indispensable esta voz, en vez de la mudez, al respecto de toda la barbarie que se encubre y/o se ignora en las misas, con una religiosidad que solo simboliza hechos,  mas está  careciendo de la acción de la Palabra. Un verdadero símbolo de Dios conlleva esa gracia de la acción. Las Semillas de la Palabra (Semina Verbi) van a tener que caer en otras tierras con mayor fertilidad. Sino, una cosa  llega a ser hipócritamente la misa y otra, la vida personal y social. No se puede ser un conformista religioso ante el salvajismo y horror del tugurio. La psiconeurofisiología actual indica que riesgos comportamentales ocurren en el futuro de un niño que nace en el precario, como consecuencia de la accesibilidad de las drogas, el estrés del hacinamiento y la ausencia de estimulación cultural y afectiva. Aun así existe la doble cara de  la sociedad. Se queja de tanto crimen, pero no le da importancia central al tugurio. Amén.

  • Carlos Ml. Quirce Balma (Investigador / Catedrático UCR)
  • Opinión
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