¿Acaso la “equidad de género” no nos afecta a todas y todos? En las sociedades divididas sobre la base del género y donde éste legitima otras desigualdades ¿no nos corresponde a todas las gentes ocuparnos del asunto? Esto nos involucra a toda la humanidad, en la sociedad patriarcal que sirviéndose del género, se legitiman desigualdades en el nivel social, mediante privilegios androcentristas, definiendo roles para hombres y otros para las mujeres, que terminan deshumanizándonos a ambos.
El bioaprendizaje se basa en el respeto al otro y a la otra desde una sociedad que ha legitimado formas de apropiación y control de lo femenino, de grupos culturales, clases sociales, de lo ecológico, con el fin último de poder y control, no solamente nos conduce por caminos de destrucción, al desarrollado de estilos de vida estresantes, alimentando necesidades superfluas y banales. Los aspectos devastadores de cómo las mujeres son mutiladas, física y mentalmente, y se involucran en la repetición de los patrones que condicionan a las nuevas generaciones a renovar en acciones, hechos y palabras, el dominio patriarcal.
Por eso hoy quiero negarme a continuar diciendo que las flores son para las mujeres, las flores siempre me han deleitado, por sus aromas, colores, fuerza, fragilidad… por ser la simiente de la nueva generación de su especie, me gustan desde mi condición de hombre, ámbito que me permite ver la vida y disfrutarla, pero sin distinción, sin  considerar que soy mejor, solo que soy una persona única y a la vez múltiple, completa, pero inacabada. Con derecho y posibilidad de cambiar, mejorar y equivocarme.
El espacio que abre las puertas a valores de convivencia  es la educación desde y para el “amor” debido a que tiene un propósito definido, el cual es preparar a nuestra población estudiantil en los centros educativos como resultado del crecimiento como seres humanos que lleguen a ser ciudadanos críticos y creativos que se respetan a sí mismos, a los demás, tanto en lo social y ecológicamente conscientes.
Para que se transforme la sociedad patriarcal y germine la civilización bioaprendiente, se requiere de sociedades que fluyan (remodo) los valores matrísticos como lo son la ternura, el amor, la promoción de la vida, la solidaridad, la cooperación y las emociones, para que empiece en nuestros seres una verdadera transformación primero espiritual, luego cultural y con ello nos salvemos como especie, pero necesitamos dos alas para volar: “la feminidad y la masculinidad todo en un mismo ser”. Como seres humanos debemos cambiar de actitud o pronto desaparecemos.
Entonces tenemos tareas que emprender desde una nueva visión de lo humano y es transformar en primer lugar nuestros pensamientos de la emocionalidad y replantearnos nuestros sistemas educativos como una de las principales fuentes ideológicas del patriarcado. Los pensamientos y las acciones humanas nos persuaden acerca de la responsabilidad de nuestro actuar, de nuestro accionar, en un sitio determinante, incide en la estructura del planeta y del universo, de la misma forma que nuestro actuar por pequeño que parezca para bendecir y dar vida, puede representar la iniciativa para que la totalidad de seres humanos quieren actuar y salvar el planeta.
El bioaprendizaje representa un diálogo de la persona consigo misma y con los demás acerca de las grandes esferas (económica, política, social,  espiritual y ambiental),  heredadas de la cultura de consumo. La búsqueda de la igualdad entre los seres humanos y la naturaleza  requiere nuevas prácticas educativas, que promocionen el respeto de todas las formas de vida y la superación de todos los tipos de explotación. Por lo que se pretende, desterrar todos los estilos de vida que inculcan en el ser humano, el individualismo, la competitividad desleal,  y todo tipo de prácticas que niegan las emociones de amor, compasión y comunión, entre cada uno de los seres que habitan la Tierra y el universo. Considero válidas las palabras que refieren a que una educación de calidad cambiaría toda práctica social que desangra lentamente el planeta.