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Las preocupaciones que en 1946 tenían la escritora Carmen Lyra sobre el funcionamiento de la Caja Costarricense de Seguro Social se mantienen vivas 66 años después, según lo evidencia ella en la siguiente carta, que le envió a uno de los fundadores en Costa Rica del Partido Comunista y reconocido político: Manuel Mora Valverde.
Secretario del Partido Vanguardia Popular, Compañero Manuel Mora V.
Estimado señor:
Me dirijo a Ud. para pedirle que nos aclare ciertas dudas que, con respecto al Seguro Social existen en la base de nuestro Partido.
El Seguro Social es una conquista de los trabajadores organizados, llevada a cabo a través de muchos años de lucha y de muchos sacrificios. No fue una graciosa concesión del Congreso ni un regalo demagógico del Doctor Calderón Guardia, como han querido presentarlo los defensores de los privilegios de nuestros capitalistas sin ninguna visión social. La creación del Seguro respondió a la necesidad, fue un órgano creado por la necesidad. Fue la respuesta de un Presidente de nobles aspiraciones, de un estadista humano, a la demanda de los trabajadores más conscientes, demanda que había venido precisándose a lo largo de mucho tiempo. Por lo tanto, la marcha del Seguro Social no puede sernos indiferente a los vanguardistas, que por lograr este apoyo para los obreros y los campesinos que viven en nuestro suelo, hemos hecho tantas concesiones, algunas de las cuales nos han desprestigiado ante los ojos de más de un ingenuo puritano.
Yo oigo a compañeros que son trabajadores asegurados, quejarse a menudo de los servicios del Hospital y de la Policlínica del Seguro: del incumplimiento de los médicos que con frecuencia no llegan a su despacho a la hora fijada por el Reglamento, de que después de las seis de la tarde no se encuentra un médico en el Hospital del Seguro; de la indisciplina y desorganización del hospital. En Desamparados los trabajadores están descontentos porque los servicios médicos del Seguro no se han organizado bien, en Pavas se quejan de que el médico no cumple: en Turrialba parece que a la Caja le falta energía para obligar a los patronos a enviar con regularidad las planillas, lo cual trae como resultado que no pague a los trabajadores de medio salario, que se les deje a merced del «buen corazón» del finquero; que prefieren callarse a reclamar ante la jugarreta que se hace a sus intereses, para no verse despedidos de la hacienda.
En setiembre del año pasado se dio la Ley de las Casas Baratas para los trabajadores, ley que debía cumplirse en el término de tres meses. Han pasado los tres meses y no hemos visto que se inicie la realización. ¿Acaso hay entre los encargados, de vigilar la buena marcha del Seguro, personas que no tienen interés en el cumplimiento del reglamento respectivo? ¿Acaso hay empleados, a quienes no les importa el buen nombre del Seguro y que más bien están inclinados al sabotaje?
Pensamos que el Seguro debe estar dirigido por personas conscientes del significado social de esta institución, por gente empeñada en prestigiarla y no en desprestigiarla. Hay que tomar muy en cuenta los intereses creados que han sido puestos en juego para presentar el Seguro como una trampa política, como una fuente de buenos sueldos para unos privilegiados, como un algo que pasa de ser «atolillo con el dedo».
Nosotros queremos defender el Seguro, contra todos los peligros que lo rodean y tenemos empeño en librarlo de la corrupción burocrática. MUCHO HA COSTADO A LOS TRABAJADORES ORGANIZADOS EL SEGURO SOCIAL PARA QUE VAYAN A PERMITIR QUE UNOS CUANTOS COMODIDOSOS LO CONVIERTAN EN PILA DE AGUA BENDITA. Y estamos dispuestos a meter la nariz por todos los rincones propicios a la desorganización y la indisciplina para sacarlos a la luz. Estamos también seguros que Ud. y el Buró Político de Vanguardia Popular nos ayudarán a poner en claro nuestras dudas con respecto a las actividades del Seguro Social.
Un saludo de Carmen Lyra.
Tomado del periódico TRABAJO. Sábado 2 de marzo de 1946.
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