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La retrospectiva de Francisco Alvarado Abella regresa al Museo Nacional, con un recorrido por todas sus etapas como pintor.
Desde el pasado 3 de noviembre, las salas de exposiciones temporales del Museo Nacional presentan una retrospectiva de Francisco Alvarado Abella, fallecido hace una década, tras una larga vida como pintor, maestro y promotor de los jóvenes talentos nacionales.
Esta gran exposición no solo presenta 64 obras del artista, sino que permitirá al visitante recorrer la evolución del hombre que vivió toda una vida entre paletas y pinceles.
La muestra es organizada por el Programa de Extensión Cultural de la Vicerrectoría de Acción Social (VAS), y la curaduría estuvo a cargo de María Enriqueta Guardia y Luis Paulino Delgado, quienes tuvieron la responsabilidad de escoger las más representativas obras de Alvarado.
“Es un acto de memoria y de reconocimiento para un artista pionero, polifacético, innovador, polémico e incansable, con quien el país y la institución tenían una deuda pendiente. Honor a quien honor merece”, dijo Guardia.
“Esta muestra nos permite admirar visualmente su diversidad temática, su color, el uso de las transparencias, de materiales innovadores, su dominio de las técnicas y escuelas más diversas. Y, a su vez, nos permite visualizar al creador costarricense que, en su búsqueda personal de las posibilidades técnicas, transgrede los planteamientos convencionales”, acotaron los curadores.
La última exposición de Alvarado Abella en el Museo Nacional ocurrió hace 21 años. A este proyecto de la VAS, se une la edición de un libro sobre el pintor, que será presentado en diciembre próximo en el Instituto México.
CUARENTA AÑOS PROLÍFICOS
En la retrospectiva de Francisco Alvarado Abella, los curadores proponen a los visitantes recorrer la evolución del artista a lo largo de cuatro décadas. Se toparán con un creador que, tras su proceso de búsqueda y de renovación constante, luchó por su derecho a la independencia creativa sin imitar estilos o paradigmas. Además, “intentamos dar una visión sinóptica de su labor y evidenciar que al mirar de manera diversa, su obra nos traslada al mundo del arte”, comentó Guardia.
Con ese propósito, los curadores organizaron la muestra en 4 secciones temáticas, empezando con “Alegoría erótica”. En esta, lo humano se une con sensualidad a la vegetación y lo “animalístico”, integrado en un solo ser.
A criterio de la curadora, estas obras pueden considerarse metáforas de la tentación logradas con diversos recursos plásticos. “Podemos ver una enorme coincidencia entre esta temática y la del bodegón, ya que en algunas de estas obras el desnudo se mezcla, se intercala y se crea una relación simbiótica entre flores, frutos y el cuerpo humano”, prosiguió.
Precisamente, la sección denominada “Bodegón” reúne un conjunto de este tipo de trabajos, que fueron una constante durante la vida de Alvarado Abella. Estos van desde lo abstracto hasta el realismo de las frutas, flores y objetos.
Muy relacionado con los bodegones, en el apartado llamado “Interior”, Guardia y Delgado escogieron pinturas relacionadas con ambientes familiares o íntimos.
La retrospectiva concluye con la exhibición de obras en pequeño formato; algunas fueron producto de ejercicios didácticos, en los que Alvarado Abella compartía sus técnicas con sus estudiantes.
“En las obras de pequeño formato, manifiesta que Francisco Alvarado Abella fue un magnífico dibujante, preciso en la pincelada e igualmente un colorista refinado que tenía un gran dominio de la composición, y en las que experimenta con materiales y sustratos innovadores”, destacó Guardia.
Pincelada sobre su vida
Francisco Alvarado Abella (1929-2001) se formó juntó a su primera maestra, Carlota Brenes de Rizo, quien a su vez tuvo como maestros a renombrados artistas como Tomás Povedano.
Como parte de su búsqueda estética, Alvarado Abella recorrió varias ciudades, como Florencia, en Italia, y México. En el inicio, se le catalogó como un pintor controversial por su propuesta artística.
“Aunque algunos consideran al creador un pintor expresionista, su obra en general, pensamos que está más cercana al lenguaje artístico simbólico y no a la angustia existencial y a la exteriorización de una realidad interior violenta”, aseguró María Antonieta Guardia.
Durante 22 años, Francisco Alvarado Abella expuso cada mes de noviembre en el Museo Nacional. Esta última será un homenaje a un hombre que vivió por el arte cada día de su vida.
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