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El debate político estudiantil en la UCR, con miras a una segunda ronda electoral, entre los partidos PROGRE y CONVERGENCIA, llevado a cabo el pasado martes primero de noviembre en el auditorio de Microbiología, se resume en una actuación y reflejo de la pobre cultura política que demuestran los líderes de ambos partidos.
Falta de criterio y una clara incapacidad de llevar un discurso sin dejar de interpelar a la violencia simbólica, fue la característica que más resaltó en este encuentro con miras, a la ya pasada, contienda electoral.
Vale la pena mencionar el ataque continuo por parte de ambos líderes en sacar, de cada respuesta o pregunta de debate, los bien conocidos “trapos sucios”, y así hacer lograr reaccionar a una escueta audiencia que más que analizar el debate parecía que estaban para celebrar cada “hachazo” dado al partido contrario.
Sin hacer mucha alusión, es clara la intensión de una política basada en la deslegitimación del otro, sin importar ganar la confianza ni el fortalecimiento de una cultura política, urgente, desde y para el movimiento estudiantil.
Por otra parte, la pésima organización en cuanto a tomarse en serio el debate por parte de quienes moderaron, no da otra impresión más que la de “salgamos del paso”.
Creo que el debate político universitario debe ser tomado más en serio; no es un asunto partidario; es un asunto de la política universitaria, esa que trasciende las barreras del campus para transformar la sociedad y jamás pasar de “dejar ser” a “estar siendo” la universidad pública, en función de intereses ajenos que no sean la lucha por un movimiento estudiantil articulado en beneficio de la autonomía universitaria para la construcción de prácticas sociales más justas.
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