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Sí, usted es parte de la sociedad y tiene el poder para cambiarla
Nuestra sociedad está enferma; son muchos los males que crecen con gran ímpetu en todos los niveles sociales: crimen, suicidio, drogadicción, agresión física y verbal a la pareja, niños y ancianos, violación a niños, niñas y adultos, secuestros, engaño, unión entre personas del mismo sexo, divorcio, incremento de la proporción de madres solteras y madres menores de edad, atentados terroristas, ajusticiamientos, avaricia, guerras, vandalismo, robos, fornicación, mentira, adulterio, egoísmo, religiosidad, irrespeto por las leyes, normas y reglamentos, desintegración familiar y maltrato del medio ambiente, entre los más comentados.
Estamos viviendo la degradación de los valores espirituales y morales, se aceptan como buenas decisiones y actividades que son dañinas para las personas, las familias y la sociedad misma. Es lamentable, pero real, estamos sembrando valores destructivos, dejando una sociedad moribunda a los ciudadanos de generaciones futuras.
Como si fueran pocos los males que aquejan a nuestra sociedad, se deben destacar algunos comportamientos de nosotros los costarricenses, que aportan más daño e impiden enfrentar la vida con seriedad y compromiso, aplicando valores espirituales y morales. Entre estos comportamientos podemos citar: Inclinación por las cosas fáciles (vagancia), falta de compromiso, tendencia a quejarse, buscar excusas e involucrarse en chismes y cuentos, indisciplina e irrespeto, egoísmo, creencia en agüizotes y supersticiones, choteo y puesta de apodos, utilización de chistes y frases que minimizan eventos importantes, pasividad (dejar para mañana) y conformismo, alta tendencia al consumismo y a ser vinas. Estas tendencias, más los avances tecnológicos y la prisa en que vivimos, nos deja poco espacio para la reflexión y el cambio de actitud.
No obstante, ante estos destructivos males citados que atacan la sociedad, debemos hacer un alto en el camino y reflexionar. ¿Qué hacer? Bueno, le comunico que usted es parte de la sociedad y tiene el poder para cambiarla, el poder está en usted y en cada persona. Esta es la otra cara de la moneda, no todo está perdido.
Usted tiene el poder para cambiar estos comportamientos y tendencias, para asumir con responsabilidad, compromiso e integridad la formación de una sociedad saludable. Y es que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1: 27 y 28); tenemos el poder para cambiar nuestra forma de pensar, de hablar, de actuar y aportar en forma constructiva y positiva. Fuimos creados para fomentar y vivir en una sociedad sana, donde prime el amor y el servicio a Dios y al prójimo.
La clave está en reconocer y aplicar este poder de cambio impregnado por nuestro Creador en cada persona. Así está escrito en Efesios 4: 23-24: “Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Debemos ejercer este poder renovador para cambiar nuestra vida y la sociedad, hacerlo efectivo hoy; este es el mejor momento. Como dice una frase popular: “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.
Empiece hoy a amar y servir a Dios y sus semejantes, a practicar valores espirituales y morales en su hogar, su trabajo, su comunidad, con sus amigos y el prójimo. Empiece hoy a decir la verdad, a actuar con justicia y honradez, a cuidar los recursos, a perdonar, a sembrar en lugar de destruir, a dar lo mejor en el trabajo, los estudios y en todas las actividades que realiza, a actuar con fe y esperanza, con confianza en sus habilidades, a llenar su mente con la palabra de Dios y practicarla. Cambie su mente y sus actitudes para transformar su vida y aportar positivamente a la sociedad. Empiece hoy y vaya por la vida con una actitud positiva y con fe.
La mentalidad positiva abre amplios y prometedores horizontes, que nos llevan a aceptar los cambios por más difíciles que sean. Y recuerde una frase célebre de Séneca: “No es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos; es porque no nos atrevemos que son difíciles”. La sociedad está enferma y el poder para cambiarla está en usted, empiece hoy; “porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”, 2 Timoteo 1:7.
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