Es posible encontrar bolsas de plástico casi en todas partes; las hay de todos los tamaños, materiales y colores, a tal punto que uno se puede encontrar una bolsa volando por cualquier parte de la ciudad.
Una de las noticias más recientes indica que Italia se sumó a la lista de países que prohibirán el uso de bolsas plásticas en tiendas, supermercados y en todo tipo de establecimientos públicos, que acostumbren empacar sus productos en este tipo de material.
Chile, Venezuela, Francia, Dinamarca, Irlanda, España, China, Suiza entre otros, ya habían manifestado su aprobación a este tipo de leyes que buscan detener las consecuencias del abuso y de los excesos que cometemos los seres humanos en contra de la naturaleza.
Según las organizaciones ecologistas, una bolsa plástica tiene una duración de 15 minutos, pero una vez desechada puede perdurar más de 150 años en la naturaleza desprendiendo sustancias contaminantes. Esas sustancias contaminantes se acumulan durante años en ríos y mares, donde conllevan la contaminación de los recursos naturales.
Una bolsa plástica es un derivado del petróleo, del gas natural y de otros productos de la industria petroquímica, y a esto se suma que la publicidad que lleva impresa contiene pinturas a base de plomo, cadmio y metales pesados altamente tóxicos.
Esto no significa que no vayan a existir los empaques en los supermercados; la idea es que las bolsas se elaboren con materiales biodegradables como el bioplástico o los tradicionales capachos elaborados con fibras naturales, que tardan cuatro años en desaparecer al llegar a la tierra o dos años en el mar.
Todo este despertar ambientalista y estas nuevas normas que buscan proteger la naturaleza,  están relacionadas con la catástrofe ambiental que ya estamos percibiendo, en ciudades donde son muy escasos los aguaceros y las lluvias son de larga duración.
Tal vez los Mayas no estaban tan equivocados; ellos vaticinaron que al iniciarse el nuevo milenio los seres humanos iniciaríamos el despertar de la conciencia en la búsqueda de la protección de la raza humana y dejaríamos de pensar en el bien particular, para pensar en proteger a la madre tierra y por consiguiente a la especie.
Lo de las bolsas de plástico es el inicio de un largo camino que nos falta por recorrer, ya que alguien tendrá que legislar y muy pronto, sobre otros temas en los que los seres humanos somos especialistas a la hora de contaminar.
Todos en algún momento hemos botado bolsas a la basura sin haber tomado en cuenta de esta situación y así son muchos los temas en los que por ignorancia o por descuido, uno termina afectando el medio ambiente, que le pertenece a las futuras generaciones.
A los fabricantes de bolsas no debe darles temor de perder sus puestos de trabajo; sólo se trata de sustituir los materiales para que sigan haciendo lo que siempre han hecho y puedan sentir que con su trabajo contribuyen a mejorar el medio ambiente.
Costa Rica debe unirse a la lista de países que ya han dicho NO a las bolsas plásticas, sin miedo, pues los beneficios serán muchos.
La palabra la tienen nuestros Diputados…!