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Gadafi vive

Aunque la frase del título clona la pinta que, en América Latina, hace de Zapata o del Che un factor que convoca a la lucha social revolucionaria, aplicada a Muamar al Gadafi,  tiene, por ahora, un alcance más restrictivo y material. Otra significación podrían otorgársela, si es del caso, las gentes que simpatizan y luchan contra el totalitarismo del capital, o por un panafricanismo o por la liberación de las mujeres dentro del patriarcalismo musulmán, banderas que, en vida, levantó y defendió el dirigente libio. Volviendo al “Gadafi vive”, su autor fue el autoproclamado presidente del Consejo Nacional de Transición libio, un señor Abdeljalil, exministro de Justicia del régimen de la Jamahiriya (república socialista árabe) que es el nombre que el grupo gadafista dio a su proyecto para Libia.

Aunque la frase del título clona la pinta que, en América Latina, hace de Zapata o del Che un factor que convoca a la lucha social revolucionaria, aplicada a Muamar al Gadafi,  tiene, por ahora, un alcance más restrictivo y material. Otra significación podrían otorgársela, si es del caso, las gentes que simpatizan y luchan contra el totalitarismo del capital, o por un panafricanismo o por la liberación de las mujeres dentro del patriarcalismo musulmán, banderas que, en vida, levantó y defendió el dirigente libio. Volviendo al “Gadafi vive”, su autor fue el autoproclamado presidente del Consejo Nacional de Transición libio, un señor Abdeljalil, exministro de Justicia del régimen de la Jamahiriya (república socialista árabe) que es el nombre que el grupo gadafista dio a su proyecto para Libia.
Abdeljalil no musitó la fórmula “Gadafi vive”, pero pidió una extensión de la misión otánica en Libia al menos hasta fin de año. Como se sabe, la OTAN resolvió la derrota gadafista con sus bombardeos contra la población libia, sus ciudades y sus centros económicos. Abdeljalil desea que esta ‘tutela’ sobre territorio y residentes se mantenga algunos meses. Sin proponérselo, Abdeljalil admite que el alzamiento contra Gadafi fue una conspiración y no una pugna entre grupos tribales. En las luchas tribales, liquidada la cabeza, o sea, el perro, se acaba la rabia, y el nuevo líder se encarga ahora de propinar mordiscos, feroces o suaves. Con su deseo de “purgar” militarmente el país, Abdeljalil acepta que el perro puto maldito terrorista Gadafi era, además de cabeza de una tiranía familiar-ampliada (¡asunto excepcional en la zona!), un proyecto político y una sensibilidad cultural aceptada por sectores de la población libia. Por ello, y porque las insurrectos de Abdeljalil no pasan de alzados desagregados y heroicos (los que expusieron sus vidas) y de oportunistas, pide que la OTAN limpie el país de rebeldes conflictivos, gadafistas y otros, para que los aldeljabistas ejecuten su recién adquirida capacidad de hacer ‘buenos negocios’ y, de paso, expresen un intenso amor islámico por Israel.
Para quien no lo sabe, la bestia brutal y sádica de Gadafi ¡ese chacal! encabezaba un proyecto nacional libio (se dice fácil pero no lo es) que incluyó, por ejemplo, cautelas petroleras, avanzar un programa agrario, una actitud generosa hacia la inmigración extranjera (es un área de muchos pobres) y también esfuerzos para disminuir la discriminación contra las mujeres. La iniciativa transformó a Libia en el país africano con mayor producto interno bruto. Se añade, para agriar esta realidad, un 30% de la población en situación de pobreza, pero para América Latina esto es un confite: después de dos siglos de ‘independencia colonial’, tenemos países con un 70% de pobres. La media del área supera el 40%.
A propósito de símiles torpes, los sucesos que inspiraron la rebelión ‘espontánea’ contra la Jamahiriya y el fraterno apoyo de la OTAN a los alzados, hablan de una represión feroz y masiva: las cifras que se manejan (cuatro eventos) suman menos de 500 muertos. No se dice de qué bando. Tratándose de personas, cada víctima es irreparable e incomparable para quienes los amaron. Pero si uno olvida el dolor humano y se queda con las cifras, los generales guatemaltecos Lucas García, Ríos Montt y Mejía Víctores encabezaron un genocidio que causó más de 250.000 muertos y un millón y medio de desplazados. No compensaron sus masacres con Jamahiriya  ninguna. De hecho, con el genocidio intentaban evitar que cualquier cosa parecida a la ‘jama’ ocurriera. Nadie dijo/hizo “pío” para dificultar las acciones criminales.
Se puede decir que los guatemaltecos son muy poca cosa para llamar la atención. Tal vez. Pero en Ruanda (1994) el gobierno “hutu”, una etnia, buscó “limpiar” el país, de tutsis, otra etnia, con el apoyo indirecto de la ONU y el bizqueo de EUA y Francia. ¡Un millón de muertos! 250 mil, un millón de muertos, parecen muchos ‘comparados’ con los 429 atribuidos a Gadafi en el marco de una insurrección que buscó, y consiguió, prolongarse como guerra civil.
Quizás el “Gadafi vive” del abogado Abdeljalil, pueda adquirir otro alcance. Pintado en los muros facilitará recordar que los crímenes contra la humanidad no excitan hoy las intervenciones de Naciones Unidas y la OTAN. Concurren más bien para ejecutar esos crímenes. Como la sangre de sus víctimas nunca mancha las manos de los poderosos, habrá que teñir las paredes.

  • Helio Gallardo (Catedrático)
  • Opinión
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