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La extinción de un monumento escultórico

Don Francisco “Paco” Zúñiga (1912-1998) el gran escultor “mexicano”, entre otras razones, decidió marcharse de Costa Rica (1936), por el poco apoyo que se le brindaba al arte, específicamente al escultórico. Y porque el medio aldeano no comprendía su propuesta estética de ruptura. Y mucha razón llevaba don Paco, tanta que logró, en un espacio más propicio para su bullente creatividad, y a contrapelo de los detractores nativos, convertirse en el reconocido artista que hoy todos admiramos, nacional e internacionalmente.

Don Francisco “Paco” Zúñiga (1912-1998) el gran escultor “mexicano”, entre otras razones, decidió marcharse de Costa Rica (1936), por el poco apoyo que se le brindaba al arte, específicamente al escultórico. Y porque el medio aldeano no comprendía su propuesta estética de ruptura. Y mucha razón llevaba don Paco, tanta que logró, en un espacio más propicio para su bullente creatividad, y a contrapelo de los detractores nativos, convertirse en el reconocido artista que hoy todos admiramos, nacional e internacionalmente.
Como si la historia se repitiese tragicómicamente, según postulaba el nunca bien ponderado don Karl Marx, parte de la escasa obra del maestro Zúñiga que alberga nuestro país, especialmente la pública, se encuentra olvidada, o a la sombra, mejor dicho arrinconada, por el monumentalismo egolátrico de algún “creador” contemporáneo. Entre ella sobresale el conjunto escultórico  Monumento al Agricultor (1976) asentado en el Parque del Agricultor de la ciudad de Alajuela, casi frente al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría.
Mutilada, pintarrajeada, grafiteada, rodeada de charcos y charrales y a punto de ser desmantelada (ya le amputaron un brazo y un dedo a la figura femenina), dicho conjunto, componente del imaginario artístico nacional, pareciera resistirse estoicamente antes de ser defenestrado para siempre. O para graficar mejor, tal y como sentenció la escultora Leda Astorga: “El Monumento está en profunda concordancia con el estado actual de la agricultura en nuestro país”.
La denuncia sobre tan lamentable estado del conjunto escultórico se ha realizado por varios medios. Se ha emplazado a los supuestos responsables: El Consejo Municipal de la Municipalidad de Alajuela alega que le “cedió” el parque al “Club de Leones”,  quienes no le dan mantenimiento ni vigilancia. El Museo de Arte Costarricense aduce, razonadamente, que la escultura no forma parte de su colección y por tanto poco puede hacer. No obstante, ofrece asesoría técnica para restaurar las piezas, otorgarle mayor seguridad o trasladarla.
La pelota va y viene. Y nada sucede. Como casi todo en este país. Mientras tanto, el monumento de bronce seguirá “desapareciendo” hacia las chatarreras o las fundiciones de metal. Y yo me pregunto: ¿qué opinan la comunidad alajuelense y nacional? ¿Qué piensa la familia de don Paco, parte de la cual vive en Alajuela y son artistas también? ¿Dónde están las autoridades del Ministerio de Cultura y/o de Educación? ¿Dónde los artistas, los intelectuales, las universidades?
Siguiendo la línea de pensamiento de la escultora Leda Astorga, no hay duda de que el estado actual del Monumento al Agricultor, obra del maestro de maestros Paco Zúñiga, es fiel reflejo de la Costa Risa neoliberal y transnacionalizada. Ante la cocalización de la cultura y la macdonalización del arte, el patrimonio artístico y el quehacer cultural se convierten, sino en mercancía para élites, en elementos desechables para la maquinaria posmoderna y su omnipotente y deslocalizado mercado. La obsolescencia del arte público corre pareja a la infraestructura vial e institucional. Y a la Res-pública.
¡Viva la dictadura en democracia! ¡Enjoy!

  • Adriano Corrales Arias (Escritor)
  • Opinión
DemocracyMarx
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