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Expertos prevén fase terminal en crisis europea

El desarrollo de la actual crisis económica ha entrado “en una fase terminal”, decía un analista europeo al concluir el año, después de celebrada la cumbre europea del pasado 9 de diciembre, en la cual se acordaron drásticas medidas para el control del gasto público.

El desarrollo de la actual crisis económica ha entrado “en una fase terminal”, decía un analista europeo al concluir el año, después de celebrada la cumbre europea del pasado 9 de diciembre, en la cual se acordaron drásticas medidas para el control del gasto público.
¿Será cierto? Se trata, en todo caso, de una apreciación más, de las muchas que se pueden leer al iniciarse el 2012, cuando un cierto tono pesimista predomina en los análisis de prácticamente cualquier fuente consultada.
Hace tan solo tres meses el multimillonario norteamericano Jim Rogers, “instalado confortablemente en su casa de más de $20 millones en Singapur”, le decía a una revista brasileña que el “default era inevitable”. Ni Estados Unidos ni Grecia podrán honrar sus compromisos, estimaba Rogers, para quien la única salida era negociar el no pago de la deuda.
Las cosas cambiaron algo desde entonces, sobre todo con el acuerdo europeo para firmar un nuevo tratado que facilite el control de la deuda de los países del área del euro, a cambio de nuevas medidas de apoyo a las economías más endeudadas.
 
¿Será suficiente? Nadie parece dispuesto a apostar que sí.
TONO GRIS

En los principales diarios europeos, podía leerse, al concluir el año, las predicciones  más preocupantes. El del 2012 “no será un ambiente de sosiego. La profundización de la transformación neoliberal de la Unión Europea se acometerá en un resbaladizo terreno de juego”, decía el corresponsal en Bruselas, del diario La Vanguardia, de Barcelona, Rafael Poch.
“Europa se prepara para un largo calvario”, decía El País, mientras la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, preveían un 2012 muy duro, en sus discursos de año nuevo. El 2012 será, sin duda, un peor año que el anterior, aseguró Merkel.
LAS REFORMAS
Las reformas acordadas por los europeos están orientadas a asegurar una mayor disciplina fiscal. Pero el principio de acuerdo logrado en diciembre produjo la primera baja: Inglaterra no aceptó los términos impuestos por Merkel y Sarkozy, y prefirió quedarse al margen de la negociación.
Lo fundamental es que los países deberán adoptar legislación y, si es posible, reformas constitucionales, como ya lo hizo España, en las que se fije un límite de 0,5% para el déficit presupuestario, castigos automáticos para quienes incumplan esa meta y se adoptan medidas orientadas a la convergencia en materia de impuestos, legislación laboral y pensiones.
Por otra parte, se acordó adelantar la entrada en vigor del fondo permanente de rescate de $670 mil millones, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) a julio de 2012, que se solaparía durante un año con el Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF), cuyo monto disponible es de $335 mil millones, si se descuenta lo ya comprometido para salvar a Grecia, Irlanda y Portugal.
El proyecto está en plena elaboración y deberá ser discutido a partir de enero, para quedar concluido en marzo y entrar en vigencia cuando lo ratifique por lo menos la mitad de los 17 países miembros de la zona del euro.
En todo caso, esas medidas parecen lejos de responder a las exigencias que buscan respuestas inmediatas a la crisis por la que atraviesan Grecia, Portugal, Irlanda y que amenaza con extenderse a España, Francia y otros países de la Unión Europea.
Para Merkel, se trataba de “recuperar credibilidad”. “Los 17 estados de la eurozona deben recuperar credibilidad y creo que con estas decisiones se va a conseguir”, afirmó.
Los más críticos destacaban que “mientras la sombra de la recesión se extiende por el continente, varios gobiernos imponen a sus exhaustos ciudadanos nuevos impuestos y recortes sociales, y la divergencia de intereses entre países con cuentas en orden y aquellos con graves deudas amenazan con abrir una brecha irreparable en el seno de la Unión Europea”.
Los analistas insistían, también, en que hasta ahora la disciplina fiscal y la austeridad no han estabilizado a los mercados ni disminuido las deudas, y citan el caso de Grecia, el más claro de ese fracaso.
“La política fiscal restrictiva profundizará la recesión”, dijo Gustav Horn, director del instituto IMK. Los daños de no haber implicado a Gran Bretaña serán “inmensos”, y, «todo junto no induce confianza, sino dudas», afirmó en declaraciones al diario La Vanguardia. El tono de una media docena de economistas alemanes consultados por el diario alemán Handelsblatt, tras la cumbre de Bruselas, así como economistas jefes de la banca suiza (UBS, Credit Suisse, ZKB, y otros) coincidían en que la cumbre no había resuelto la eurocrisis.
OTROS ESCENARIOS
Pero la crisis no afecta solamente Europa. Ni siquiera empezó ahí, sino en los Estados Unidos.
“El mundo está cayendo en una grave desaceleración mundial, probablemente la peor del último cuarto de siglo, quizá incluso la peor desde la Gran Depresión de 1929. Una crisis que, en más de un sentido, es  made in USA, fabricada en Estados Unidos”, dijo, en noviembre pasado, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía.
Si bien el foco de la prensa se volcó en los últimos meses hacia Europa, la crisis del déficit y de la deuda sigue profundizándose también al otro lado del Atlántico.
En medio de ese escenario, surgieron las protestas de los “Indignados”, cuyo manifiesto, firmado el 29 de septiembre pasado en Nueva York, señalaba: “Apelamos a ustedes en un momento en el que las corporaciones, que ponen por encima el beneficio a las personas, sus propios intereses a la justicia, y la opresión a la igualdad, son las que manejan nuestros gobiernos. Nos hemos reunido aquí pacíficamente, pues es nuestro derecho, para que se conozcan estos hechos.
Las corporaciones se han quedado con nuestras casas mediante procesos ilegales de ejecución hipotecaria, a pesar de no contar con la hipoteca original.
Con total impunidad, se han quedado con los rescates provenientes del dinero de los contribuyentes. Son las que establecen las políticas económicas, a pesar de los fracasos catastróficos que dichas políticas han producido y continúan produciendo”.
En vísperas del inicio de la campaña electoral en Estados Unidos, el favorito para llevarse la candidatura republicana, Mitt Romney, acumulaba más de $32 millones en contribuciones. “Esto es posible gracias a la aportación de la banca. Los empleados de Goldman Sachs, la empresa guardiana de Wall Street, han financiado con más de $360 mil a Romney”, recordaba el conservador ABC, de Madrid.
“Además de la partida de Goldman Sachs, Romney cuenta también con el favor de otras importantes instituciones financieras, como Credit Suisse, el segundo en su tabla de donantes: $203.750. El banco de inversiones Morgan Stanley, que estuvo al borde de la quiebra con la crisis de los créditos basura en 2008, ha ingresado $200 mil en la cuenta corriente de la campaña del ganador del caucus de Iowa. En cuarto lugar, se encuentra HIG Capital y, en quinto, Barclays. Entre ambos pagan alrededor de $343 mil. El Bank of America, $126.500. Morgan Chase, la tercera institución bancaria de Estados Unidos, se coloca en décimo lugar con $112 mil”, agrega el periódico.
En ese escenario de crisis económica, surgen otros desafíos de carácter político, que han contribuido a aumentar la tensión internacional. Se trata, en particular, de la confrontación con Irán, que subió de tono en los primeros días del año, lo mismo que la situación en la península de Corea, donde la muerte del líder de Corea del Norte a fines del año pasado desató también una nueva escalada de declaraciones y amenazas en una zona particularmente sensible del escenario internacional.

  • Gilberto Lopes 
  • Mundo
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