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Como un valioso aporte a la memoria colectiva del costarricense, las Editoriales Universitarias Públicas Costarricenses (EDUPUC) concluyeron el año 2011 con una magna edición titulada “El Álbum de Figueroa. Un viaje por las páginas del tiempo”.
La publicación es una compilación de nueve ensayos que analizan los diversos aspectos que contiene el conocido “Álbum de Figueroa”, el cual recoge ‒en un documento histórico de gran valor‒ aspectos de la vida de Costa Rica en el siglo XIX.
Con gran despliegue fotográfico, las 229 páginas del libro son un paseo por la historia de Costa Rica, con detalles poco estudiados y/o excluidos de los registros eclesiásticos.
Actualmente, el “Álbum de Figueroa” es custodiado por el Archivo Nacional, que se unió a EDUPUC para esta edición especial. Entre ambas instituciones, designaron para la redacción de los nueve capítulos del libro a los investigadores Jorge Arroyo Pérez, Gilbert Vargas Ulate, Mauricio Meléndez Obando, Anthony Goebel McDermott, Carmela Velásquez, Elizet Payne Iglesias, Giselle Chang Vargas, María Enriqueta Guardia Iglesias y Víctor Hugo Acuña Ortega.
Todos ellos trabajaron directamente con el documento original y realizaron la selección de las imágenes que acompañan a los textos. Según Jorge Arroyo, dramaturgo alajuelense y creador de la pieza teatral “Figueroa: Notario de la patria inédita”, el “Álbum” es la vía hacia la historia no oficial del siglo XIX. “Su visión de ojo crítico arroja luz sobre nuestra historia desde una lectura que ha superado el tiempo, aunque precisamente fue esa visión la que lo condenó al olvido durante tantos años y aún le depara detractores entre los intelectuales de la oficialidad”, aseveró Arroyo.
Por su parte, Carmela Velázquez, historiadora e investigadora de la Universidad de Costa Rica, estudió minuciosamente los dibujos del Álbum de Figueroa, en sus diversas escenas como el terremoto de Cartago de 1841 y los relacionados con Monseñor Bernardo Augusto Thiel y los indígenas.
Empero, Velázquez enfatiza que los textos que acompañan a dichas ilustraciones también hacen relevantes explicaciones, aunque la mayoría de las personas enfocan su atención en el aspecto visual de dicho documento histórico.
El “Álbum de Figueroa” se inscribió en el año 2009, a nivel nacional, en el registro de Memoria del Mundo de la UNESCO.
LA MORALIDAD CATÓLICA EN FIGUEROA
A José María Figueroa Oreamuno se le considera el primer genealogista de Costa Rica, ya que fue el primero que incursionó sistemáticamente en esa disciplina. No solo incluyó árboles genealógicos muy detallados, sino que le dio seguimiento a los principales troncos familiares costarricenses, sin importar el nivel socioeconómico o el origen étnico de los mismos.
De acuerdo con Mauricio Meléndez Obando, genealogista y lingüista de la UCR, el aporte de Figueroa ha sido poco reconocido en este campo. En primer lugar, porque su sistema resulta complicado para muchos estudiosos, ya que sus árboles son muy intrincados. Además, se le ha acotado errores en el origen de algunas familias, pero dichas incongruencias no son atribuibles a Figueroa, sino a los pocos registros oficiales existentes en esa época y a que gran parte de lo recopilado fue obtenido mediante la entrevista a los descendientes.
Por otra parte, y quizás donde más riqueza podría citarse del trabajo de Figueroa es la publicación de lo que Meléndez denomina los “secretos de familia”. Dichos secretos eran de dominio público, pero nunca incluidos en ningún registro oficial de nacimientos. Muchos niños y niñas fueron inscritos como hijos de sus abuelos maternos como una manera de resguardar la honra de la familia y lograr que la mujer llegara al matrimonio como mujer soltera.
“Gracias a la información recabada por Figueroa se conocen hoy las filiaciones de muchos costarricenses que, de otra manera, hubieran permanecido en la sombra”. Algunos aparecen en el “Álbum de Figueroa” como de padres no conocidos, y en algunos de esos casos las paternidades correspondían a hombres juzgados por la Santa Inquisición o el responsable era un sacerdote. Por ejemplo, según Figueroa, el sacerdote Juan de los Santos Madriz (1785-1852) tuvo ocho hijos con distintas mujeres, a los que mencionó en su testamento, pero nunca reconoció dichas paternidades. En ese tiempo, a dichos descendientes se les llamaba “hijos sacrílegos”, al ser fruto de una relación pecaminosa, pero los señalamientos sociales recaían solamente en las mujeres.
Los otros capítulos de esta obra abarcan temas como la cartografía, el ambiente, costumbrismo y la vida cotidiana, la vida de los indígenas, entre otros. Este libro está disponible en las librerías universitarias a un precio de ¢9000.
Figueroa y su álbum
José María Figueroa Oreamuno nació en Alajuela el 17 de diciembre de 1820, en una familia acomodada, de madre cartaginesa y padre de origen español. Aunque se le conocen otras obras, su principal trabajo es un álbum de recortes, mapas, planos, dibujos y anotaciones en 191 grandes pliegos. En estos, se detallan aspectos del costarricense del siglo XIX. Se cree que los recopiló entre 1850 y 1900.
Huyó del país como consecuencia de las críticas hechas al gobierno de Braulio Carrillo, del cual difundió ilustraciones que lo ridiculizaban. Tiempo después fue condenado a muerte por sedición, y su amistad con Morazán no le sirvió para escarparse de la sentencia.
Con la caída del gobernante federalista, se le conmutó la pena, pero fue enviado a isla San Lucas, y luego regresó a Cartago. En su vida, Figueroa estuvo varias veces frente a un juez, debido a sus punzantes ilustraciones y opiniones políticas. Tuvo una larga vida, murió a los ochenta años.
Luego de su muerte, el presidente Rafael Iglesias Castro aprobó comprar en ¢9.500 el “Álbum de Figueroa” y otros documentos, por considerarlos de gran interés nacional. Finalmente, en 1903 fue depositado en el Archivo Nacional el “Álbum”, pero no los otros documentos. Luego, por razones no esclarecidas pasó a la Biblioteca Nacional, donde sufrió un gran deterioro. Cuando fue devuelto al Archivo Nacional en 1995, la institución lo envió a España para su restauración. Actualmente, el documento original está bajo custodia y solamente se facilita una versión digital de los folios.
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