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Para las personas es determinante percibir y conocer el
entorno físico con el fin de crear una estructura mental del
espacio, que les posibilite una adecuada interacción con dicho
ambiente. ¿Pero qué sucede cuando la relación entre la persona
y su entorno físico conlleva relaciones peculiares?
Una inusual combinación entre la arquitectura y el autismo se plasmó en la investigación y posterior propuesta del Arq. José Ignacio Lee Arguedas, como posible contestación a esa pregunta. A partir del análisis de las particularidades y necesidades de las personas autistas, Lee se atreve a formular un proyecto arquitectónico, según el cual, ante una forma particular de comprender el medio físico, deben proyectarse soluciones adecuadas.
AUTISMO Y ARQUITECTURA
Lee recordó que desde muy joven llamó su atención los centros o instituciones en los cuales se trataba a las personas con autismo; “parecían cárceles”, afirma. Motivado por esa visión, eligió como tema de investigación para optar por el grado de Licenciatura en Arquitectura en la Universidad de Costa Rica (UCR) el tema del autismo y cómo los conceptos arquitectónicos podrían estimular el conocimiento y la comprensión del espacio físico y la necesaria interacción con este por parte de las personas autistas. Su investigación se inició en el 2004 con la colaboración de la especialista costarricense en autismo, Johanna Fuscaldo, quien le ayudó a conocer el tema.
Fue así como logró establecer las relaciones entre los trastornos del autismo y la arquitectura y buscar cuáles aspectos de la complejidad del autismo podrían ser tomados en cuenta en el diseño arquitectónico.
De acuerdo con las condiciones cognoscitivas de las personas autistas, el entorno físico puede convertirse en algo inmanejable, impredecible y completamente desarticulado, explicó Lee. Este arquitecto aprendió que el autismo es más que un “déficit social”, porque incluye una inflexibilidad cognitiva conocida como “síntomas no sociales”. Como parte de esta inflexibilidad existen tres conductas que sugieren particularidades en la cognición espacial de los autistas: enfocarse en las partes y en los detalles, por lo que los datos son tratados fuera del contexto o estructura a la que pertenecen; insistencia en la necesidad de que todos los elementos del entorno se mantengan de la misma manera que fueron experimentados por primera vez (identidad) sin que se altere su secuencia, su orden o su posición espacial; y finalmente, dificultades en la anticipación y la planificación, lo que conduce a problemas para comprender las claves del entorno que dan información sobre lo ocurrido y sobre lo que va a ocurrir.
Posteriormente, Lee complementó su investigación en la Universidad Politécnica de Cataluña, España, en el Programa de Maestría Historia y Teoría de la Arquitectura. Esta universidad aceptó su proyecto, denominado La cognición espacial en las personas con autismo, y le permitió fundamentar mejor el tema desde el punto de vista teórico.
Su indagación llevó a Lee a establecer que el autista, por lo general, piensa y comprende el espacio, pero interactúa en este de manera diferente y debe poseer un mapa cognitivo básico que le permita saber dónde está, dónde están sus metas y cómo llegar a ellas. Esto requiere una construcción cognitiva del entorno. Posibilitarle a las personas con autismo ese mapa cognitivo básico en un complejo arquitectónico diseñado específicamente para ellas fue el reto del Arq. Lee.
UNA PROPUESTA SINGULAR
Lee presentó en la Escuela de Arquitectura de la UCR su tesis Centro de investigación, intervención y diagnóstico del autismo, que propone la construcción de una edificación en La Garita de Alajuela. Será un complejo arquitectónico pionero e innovador en el país, en relación con el abordaje del autismo. Mediante las cualidades de la forma y sus propiedades visuales (color, textura, contorno, etc.) sugiere un sistema que facilite a las personas con autismo la comprensión de los diferentes niveles de información presentes en la estructura espacial del complejo.
Este complejo arquitectónico basa su funcionalidad en:
1. Información ambiental por medio de
señalización del entorno físico, que tiene la
función de servir tanto de anticipador como de
identificador. Consiste en pictogramas, claves
de color y textura, fotografías y agendas (la
cosa-señalización).
2. Información otorgada por medio de las
cualidades de la forma de los espacios donde se
realizan diferentes actividades (comedor, sala
de juegos, auditorio, aulas talleres, residencias,
piscina). En este caso se utilizan paneles de
color y murales que hacen referencia a la
actividad que en ese espacio se realiza y que
sirven de anticipador para dichas actividades
(la casa-diferenciación).
3. La organización general del conjunto
arquitectónico (estructura espacial), en el cual
la persona autista descubre un conjunto creado
en respuesta a sus particularidades, del que
ella participa y con el cual interactúa (urbanoorganización).
Basado en la facilidad que tienen las personas autistas para memorizar rutinas, que son llevadas a cabo de manera repetitiva, Lee propone una estructura espacial que hace uso de esas capacidades. La organización general del sistema propuesto se simplifica en cinco partes o áreas que mantienen características espaciales similares, pero a la vez es posible diferenciarlas; están divididas unas de otras y la transición entre ellas es muy marcada. Esta organización general podría ser memorizada por la persona autista siguiendo un orden de manera secuencial o rutinaria establecida (1, 2, 3, 4, 5) de forma que si reconoce que está en el área 3, de acuerdo con el orden y con la secuencia es posible saber de antemano que está ubicada junto al área 4 y al área 2 y que necesita pasar por el área 2 para llegar al área 1.
Las áreas son elementos que mantienen un mismo orden para permitir su reconocimiento; su diferencia estriba en el carácter interno de cada sección. Según Lee, su propuesta “tiene como principal propósito contribuir a que la arquitectura trascienda hacia la concepción de un fenómeno psicológico y humanosocial, como es el autismo”.
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