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Y algún día la verdad nos hará libres

Cada vez que intento continuar burlándome de este sistema político de mentirillas, pero que funciona a la perfección, y que hace que la mayoría siempre acuda a las urnas asqueantes de lo electoral a depositar su voto enajenado, siempre me he topado con una pared: la famosa libertad de expresión. 

Cada vez que intento continuar burlándome de este sistema político de mentirillas, pero que funciona a la perfección, y que hace que la mayoría siempre acuda a las urnas asqueantes de lo electoral a depositar su voto enajenado, siempre me he topado con una pared: la famosa libertad de expresión. 
A los dueños de los medios de incomunicación social no les interesa que alguien se quite las pulgas y las garrapatas de la politiquería barata.
En este territorio es difícil encontrar un medio que le dé cabida a la expresión abstencionista electoral, a las corrientes antipolíticas. Por un período, el portal El País, me publicó algunos alegatos contra lo electoral, claro permitiendo, enseguida, comentarios, que en muchos casos iban a denigrar al autor o a simplemente descalificar el pensamiento anarquista, como si fuera un pensamiento surgido a la vuelta de la esquina, como sí lo son las alternativas políticas que se promocionan en dicho portal.  Ahora, en este medio ya no me permiten siquiera hacer comentarios contra lo político y contra la descarada politiquería en este país. Así que, estoy enviando mis opiniones a otras páginas, para ver si algún samaritano o samaritana, según la mitología cristiana, me permite ejercer la libertad de expresión. Y, ojalá (que significa que Alá lo quiera), lo publique y no permita ese ejercicio de insultar y denigrar (sin reflexión ni respeto) que se ejerce a través de los llamados comentarios.  Antes de proseguir, para referirme por última vez a este portal El País, este medio dice que se reserva la publicación de los comentarios con restricciones; sin embargo, cuando los comentarios insultantes y grotescos apoyan su línea editorial son publicados, por más enfermizos que estos sean.  Vaya ejercicio de la libertad de expresión. Mejor leamos los cuentos de la Tía Panchita.  El viejo dicho sigue vigente, quien paga la orquesta, manda el baile.
Ante el espectáculo de los políticos y las políticas de este país, tan repetitivo en sus sainetes burdos y la ausencia de pensamiento, de programas, de concepciones sociales, espectáculo ya tan reiterativo, tan cíclico, por lo menos para algunos y algunas que creemos en la necesidad de una sociedad que le brinde oportunidades a todas las personas, sin distingos de ningún tipo, de una sociedad que verdaderamente permita la libertad en todas sus expresiones, creo que es necesario, de vez en cuando, aguarles la fiesta, ponerle una piedrecilla al engranaje, estorbarles de alguna manera. Porque la pobre gente es tan desmemoriada, tan olvidadiza, que una y otra vez la engañan, la timan, sin ninguna decencia.
El espectáculo de la política costarricense actual me ha llamado poderosamente la atención y he querido compartirlo con la gente. Este es el espectáculo: Un Figueres (José María) en el PLN, otro Figueres en la “oposición” (Mariano), un Araya Monge (Johnny) en el PLN, otro Araya Monge (Rolando) en la “oposición”; un Ottón Solís del PAC “antifiguerista” y un Beto Cañas del PAC “figuerista”; un Calderón Fournier del PUSC contento por el regreso de un Figueres y otros del PUSC pretendiendo una “oposición” a todo el PLN (sin distingos); un sector del PAC haciendo alianzas con el movimiento liberticida y Ottón Solís despotricando contra Otto Guevara (todavía líder del partido liberticida); los diputados y las diputadas del PASE ofreciéndose al mejor postor, sin ninguna congruencia programática ni política, algunos “izquierdistas” pretendiendo una unidad hasta con el mismísimo pisuicas, con tal de acceder a las mieles del poder, y otros “izquierdistas” defendiendo la unidad de minorías “clasistas” y partidarias de la dictadura del proletariado; algunos “izquierdistas” apoyando al bufón de Caracas y otros denunciando su verdadera naturaleza de gobernante burgués y socio de las transnacionales petroleras; unos “ambientalistas” luchando contra la minería y otras desgracias ambientales en este territorio y al mismo tiempo, callando sobre las destrucciones ambientales en países gobernados por caudillos “progresistas”; algunos “izquierdistas” defendiendo al ladrón de Anastasio Ortega y otros disfrazándose de nacionalistas costarricenses enemigos de Daniel Somoza (o a la inversa). Quienes creen que los grandes monstruos son los Arias y que en la lucha contra el poder de estos, todo es permitido, hasta abrazarse con los extremistas neoliberales, y quienes comprenden que los Arias son parte del problema, pero, no es la totalidad, ni justifican cualquier alianza con cualquier sinvergüenza. Esta es la realidad, el PLN como un nido de ratas, el PAC diluido en su indefinición política y moral, el movimiento liberticida agonizando, el PASE prostituyéndose, las “izquierdas” desperdigadas entre sus afanes por acceder a la erótica del poder, burgués o “proletario”, y siga nomás. ¿Por qué les molesta tanto que una persona lo describa en un artículo que van a leer cuatro gatos? ¿Tan preocupados están por la insostenibilidad de este régimen político? ¿Ya saben que este régimen no va a soportar otra agresión contra las mayorías en el ámbito económico y laboral? ¿Todos están tan necesitados de que la gente siga creyendo que de ese estercolero va a salir una alternativa decente?

  • Jorge Castillo Arias (Abogado, planificador y analista social)
  • Opinión
BourgeoisieExtremistWorking Class
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