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El Milieu Catedralicio

Al contrastar el hecho de vivir con el hecho de amanecer muerto todos los días, creo que debemos analizar si nuestros valores están acaso interfiriendo en la posibilidad de existir. La existencia como un hecho de la conciencia, no es siempre idéntico al vivir biológicamente.

Al contrastar el hecho de vivir con el hecho de amanecer muerto todos los días, creo que debemos analizar si nuestros valores están acaso interfiriendo en la posibilidad de existir. La existencia como un hecho de la conciencia, no es siempre idéntico al vivir biológicamente.
Es de la máxima importancia esta distinción, pues de otra manera tenemos que indicar que esas cosas que deambulan por las calles enviando mensajes escritos en sus celulares, de verdad existen por el hecho de estar vivos botánicamente. Vivos, mas existiendo en un estado de discontinuidad y fragmentación al respecto de su posibilidad como seres creadores de su momento y de su milieu.
El milieu materialista se regocija en este tipo de persona, pues generalmente es un adicto al consumo, carece de profundidad de sentimientos y denota una ausencia de “insight” verdaderamente asombroso.
Digo que se regocija, pues son hijos de esa misma época donde el hombre es visto como un hecho que carece de una experiencia continua. Carece de pasado y de futuro. Busca en los chunches de las redes sociales, la solución de su soledad angustiada. ¡De su ausencia de importancia! Masifica pues, con la ayuda de dichas redes empresariales, esa misma soledad que lo caracteriza. En un excelente artículo, reproducido por el Semanario UNIVERSIDAD, Zygmundt Bauman habla de este fenómeno. Se existe negativamente dentro de una matriz, en que comprometerse consigo mismo y con el otro, es romper con esa vida de instantes isléticamente separados. Esa vida de fragmentos. Consecuentemente, el hombre enajenado busca la red social en vez de la amistad. Un compromiso amistoso y amoroso, sería crear un pasado y un futuro. Sería regenerarse en las fuerzas creativas de la conciencia humana. O sea el arquetipo de la resurrección. El materialismo condena siempre al hombre a un no existir y a eso le llama vida.
En contraste con esto, existe una posibilidad teológica y filosófica que llamo el Milieu Catedralicio. En dicho contexto, el humano se rellena de nuevos llamados a vivir como existente. Esto a través de una moralidad, que con un valor teleológicamente elevado, lo lleva hacia senderos intelectuales, espirituales, científicos, artísticos y tantos otros. Dicha elevación se convierte a través de su praxis sincera en una obra de vida, que lo adopta como un existente. Como un ser cultural perteneciente a  la familia de  una civilización. El contribuyente pues de una globalidad en proceso de convergencia hacia lo espiritual. No un moroso, que rehúsa pagar el precio exquisito de haber nacido.
Asustan esos artículos en periódicos nacionales que se dicen serios. Leo cosas como que la competencia es inherente a nuestra naturaleza humana. No el altruismo y la solidaridad. Leo que los “indignados” no tienen una plataforma ideológica o que no se dejan entender o que no tienen planteamientos serios. Me parece que son tantos intentos de una oligarquía de la mediocridad, de asustar a un público, para que no se tire a las calles a protestar la tiranía económica. Una tiranía que en realidad asusta a cualquiera que mira el cuadro desde una perspectiva válida. Comentarios que son parte del “milieu materialista” que comienza a sucumbir ante las protestas mundiales de juventudes y desempleados.
El mismo acontecer de la conciencia es en gran parte secuestrado por las diversas formas de un capitalismo irresponsable. Los últimos veinte años son testigos mudos y ahora parlantes de ello. Existen países en que se puede morir en la calle por falta de asistencia médica pagada. Por falta de dinero propio. Un capitalismo moralmente incompetente para ayudar a sus pueblos, debe ser derrocado. Hay países en que las universidades son solamente para los más ricos y no para los más capaces. El hecho de la conciencia no puede existir en una antropología de la explotación y su consecuente hostilidad psicológica. No se puede presumir que el fenómeno humano sea un hecho de lo inexistente y usar eso como piedra angular para construir una sociedad. El retorno del Milieu Catedralicio está ya en las calles y en las universidades. Son los valores enaltecedores que han  hecho ahí  su nido y empollado sus huevos. Esta nueva generación retoma la lucha de los sesentas, a la vez que marcha para adentrarse en la nueva cultura del siglo XXI.
Recientemente el presidente Obama se dirigió en Kansas a una multitud, indicando que las democracias no pueden estar basadas en un capitalismo no regulado. En un capitalismo que sea hostil a sus pueblos. El capitalismo no regulado ha destruido una parte de la democracia estadounidense.
Ojalá existieran Obamas en Costa Rica. Sería tan bueno escuchar ese tipo de palabras lanzadas contra el capitalismo empresarial del país. Capitalismo que  en un 30 % continúa pagando salarios más bajos de los estipulados por ley. Capitalismo que  ha producido el colapso de nuestra clase media.
Es necesario llamar a la rebelión estudiantil, para destruir la tiranía de ese capitalismo neoliberal. Así comenzamos nosotros en 1967.

  • Carlos Ml. Quirce Balma PhD (Catedrático/Investigador UCR)
  • Opinión
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