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El propósito de construir una cultura de paz, se centra en el reto mundial de afrontar los conflictos desde otra mirada y con diversos propósitos. Aprender a resolver conflictos es, desde hace mucho tiempo, una práctica social estudiada y practicada, así como un desafío académico que se desarrolla dentro de una base fundamental que conlleva hacia iniciativas interesantes.
Sin una comunicación eficiente no puede existir una negociación. La mejor forma de alcanzar una comunicación de carácter interpersonal, es plasmarla como una negociación; es decir, una comunicación sensata, bidireccional, amable y coherente en la que dos o más personas eligen cooperar para evitar el conflicto o entrar en él, buscando satisfacer cada una de sus necesidades inmediatas.
La negociación resulta un proceso integral, que se sirve de la comunicación para lograr acuerdos placenteros para cada una de las partes, pues de la calidad de la información y de la comunicación dependerá, en gran medida, la eficacia negociadora y la articulación de cada una de las representaciones presentes. El negociador encontrará líneas de acción que estarán disponibles, pero cuya variedad dependerá de las que encuentre en el ambiente, junto con aquellas que ofrecerán las personas con las que trata y junto con las que él mismo tendrá que crear.
La negociación es un arte que invita a la reflexión, al buen vivir y a la armonía de las relaciones humanas. Bajo la premisa de que cada negociación es única y es un importante acto histórico, en donde cada una de ellas debe darse dentro del marco de la resolución alternativa de conflictos, es muy importante mencionar que como elemento cultural se basa en las diferentes formas que tienen las personas y equipos para negociar.
Se trata del cálculo, el interés y la razón que sirven de motivación para una participación eficiente de ese individuo o de esos equipos negociadores. Dentro del cálculo lógico, el nivel de negociación depende de la técnica, el arte y el talento de cada negociador. De acuerdo con fundamentos negociadores, toda negociación obedece a una serie de reglas implícitas, que son impuestas por los mismos negociadores siendo referencia de sus propios comportamientos y del sentido común. Es un dilema con comportamiento inesperado, que nadie define explícitamente con anterioridad.
¿Por qué se debe negociar? Porque todo es perecedero y exige renovación y reactivación. Un acuerdo pone fin a la ambigüedad y significa el libre compromiso de los actores. La desconfianza, la amenaza y el temor debilitan la comunicación. En un ambiente en el que estén presentes estos factores, todo mensaje será visto con escepticismo y la desconfianza puede ser producto de incongruencias en la conducta. Bajo este escenario, lo que se necesita es un ambiente de confianza, el cual facilita la comunicación respetuosa, abierta y honesta.
Así, la negociación y la comunicación son factores determinantes en las organizaciones en donde ambas no son fines en sí mismos, sino medios para el cumplimiento de las metas organizacionales y que son responsabilidad de todos los miembros que pertenecen a su estructura.
Dentro de esta misma línea se encuentra el liderazgo, el cual exige la toma de decisiones e información positiva y negativa de lo que realmente sucede en la organización. Así la comunicación, como pieza esencial de la negociación, debe ofrecer una visión general del proceso, identificando variables críticas y mostrando sus relaciones para el crecimiento organizacional.
Las instituciones y empresas exitosas son aquellas que promueven una comunicación eficiente entre sus funcionarios, junto con el establecimiento de estrategias permanentes que fomenten el respeto y la admiración mutuos, para alcanzar la ansiada paz en el trabajo sin quebranto alguno.
Lo normal de una relación que exija negociación, es recurrir a otra persona para obtener una solución. Esa recurrencia se basa dentro de una unidad e integridad, que refleja que es como estar consigo mismo buscando una relación que conlleve hacia la perfección entre dos o más personas. Siempre que existe comunicación existe información, y ambas, son determinantes dentro de cualquier proceso negociador.
Cuando se habla de conflictos, se ha de recordar que sólo en ocasiones dicha reflexión conlleva a los conflictos armados. Bajo ningún concepto se debe olvidar la expresión no belicista de los conflictos, y en particular cuando existe una pretensión de relacionar el estudio de los conflictos con la cultura de la paz.
Así las cosas, jamás se debe olvidar la violencia estructural que accede al insulto, al desprecio, a la humillación, al abandono de comunidades en la pobreza, a los crímenes, al acoso laboral y la desigualdad social, así como todo tipo de opresión por parte de tiranos y transnacionales. La nueva dinámica negociadora y comunicacional implica entender, comprender y analizar que se centra dentro de un escenario de acción inmediata, en que además de ser un proceso voluntario, ha de ser un proceso esperanzador.
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