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Alberto Cañas: “La reforma a los premios nacionales es una barbaridad”

Alberto Cañas Escalante (San José, 1920), Premio Pío Víquez de periodismo 2011, asegura en esta entrevista que el proyecto de reforma de los premios nacionales de cultura es una barbaridad que acabará con estos galardones y hace un llamado, en especial a la Universidad de Costa Rica (UCR), para que emprenda una cruzada en contra de la iniciativa, respaldada por el actual Ministro Manuel Obregón.

Alberto Cañas Escalante (San José, 1920), Premio Pío Víquez de periodismo 2011, asegura en esta entrevista que el proyecto de reforma de los premios nacionales de cultura es una barbaridad que acabará con estos galardones y hace un llamado, en especial a la Universidad de Costa Rica (UCR), para que emprenda una cruzada en contra de la iniciativa, respaldada por el actual Ministro Manuel Obregón.
En un país sin polémica en sus diarios, el columnista de La República con su espacio “Chisporroteos” se pregunta con ironía cómo le dieron el Magón a un científico, si existe un premio de Ciencia y Tecnología, y todavía más, porque se cuestiona cómo es que se lo otorgaron a un bailarín, si en su opinión el galardón fue creado con otros fines.
Sobre este temas, así como su salida del Partido Acción Ciudadana (PAC) si hace una convención abierta y de Óscar y Rodrigo Arias, Alberto Cañas, el Premio Magón 1976, habla en esta entrevista con UNIVERSIDAD.
 
Como columnista, pensador y escritor, ¿a qué atribuye la ausencia de polémica en las páginas de los diarios de Costa Rica?
-Las polémicas tradicionales no eran escritas. Eran periodistas que se especializaban sin tener que sentarse a escribir; las polémicas eran verbales. Las polémicas se acabaron porque se polemizaba entre periódicos y hubo un director de La Nación que dijo que las polémicas servían para aumentar la circulación de los otros periódicos y ahí se acabaron.
Don Ricardo Jiménez muy rara vez se sentó a escribir, lo que hay de él escrito son mensajes presidenciales.
¿Considera que en el país hay buenos columnistas?
-Yo en La Nación siempre leo a Julio Rodríguez y a Jorge Guardia. Álvaro Madrigal en La República es un columnista de los bravos. Sí los hay, lo que pasa es que no sé por qué. Fíjese que uno critica a un miembro del Gobierno y jamás sale un miembro del Gobierno a contestar; o sea, tragan. Yo publiqué cinco artículos diciendo que la reforma a los premios nacionales de Cultura es un disparate sin pies ni cabeza, y desafiando diariamente a que vinieran a discutir conmigo dónde, cuándo y cómo quisieran por escrito, verbal, por radio o por televisión, o donde fuera, y aún así, nadie me contestó.
¿Y eso se debe a la forma de ser del costarricense?

-No, se debe a una pendejera de los que están dirigiendo.
El Pío Víquez se lo dan por su trayectoria en el periodismo de opinión. ¿Le inquietó alguna vez ser reportero?
-Nunca fui redactor porque cuando hice periodismo a tiempo completo fue en otras funciones. Empecé en los periódicos en 1944. Desde entonces no he aflojado.
¿Considera realmente que el periodismo costarricense hoy es de calidad?
-¿A quién le debemos que hayan metido a la cárcel a los expresidentes, a los carretoneros, a los jugadores de fútbol o a los periodistas? Primer pregunta, uno a cero, a ver.
¿Me refiero al hacer general del periodismo?
-Es que el hacer general es muy aburrido; no estoy hablando de la noticia de todos los días, sino del periodista que se destaca. Me refiero a los redactores.
¿Ahora qué piensa de esa tendencia light, corronga, de la que hablaba Carlos Morales, qué opinión le merece?
-No, ese es periodismo indecente. Por ejemplo, eso de que le den primera plana a una película que tuvo mucho éxito en Nueva York, eso solo beneficia al dueño del cine. No, no hablo de ese periodismo cuando digo que tenemos un buen periodismo.
En relación con los medios, en Costa Rica, ¿qué opinión le merece que el Grupo Nación domine más del 90% del periodismo escrito del país?
-Pues claro que tiene que afectar. La oportunidad de tener una visión distinta estuvo con Excelsior. En el primer mes, llegamos a tener como 72.000 ejemplares y luego nos mantuvimos como en 50.000 diarios, pero claro, luego vino el boicot del comercio grande, porque dijeron que ese periódico era de liberacionistas. Como si los liberacionistas no comieran, no se vistieran y no frecuentaran ningún lugar. Ese fue un disparate, sin embargo, lo mantuvimos. Al final una pésima administración obligó a cerrarlo, porque no habían libros de contabilidad. Después se supo que las deudas contables del periódico eran inferiores al valor de una de las máquinas. Ese fue el momento en que se pudo haber hecho algo.
Luego vino La República a tratar de hacer ese equilibro que finalmente no alcanzó.
-La República ahora es un buen negocio. Está dirigida a los gerentes.
¿Estamos, entonces, ante un  discurso único?
-Yo digo una cosa. Si La Nación fuera tan influyente como la gente cree, don Pepe Figueres hubiera estado acabado y no fue así. Y ahí se ha mantenido ese periódico como una empresa comercial, pero su influencia no es como muchos quizá la piensan.
Cambiando por un momento de tema, en su condición de miembro de la Academia Costarricense de la Lengua, ¿cómo califica las declaraciones del ministro de la Presidencia, Roberto Gallardo, quien dijo que este era un Gobierno inédito y una presidenta inédita, cuando le consultaron por la mala percepción que el país tiene de Laura Chinchilla?
-Ese señor no sabía lo que estaba hablando. Inédito es lo que no se ha publicado o no editado. Antes de nombrarlos, deberían de preguntarles a los ministros si saben leer.
No hay forma de empatar el significado de inédito con lo que dijo Roberto Gallardo. ¿Ello revela la situación del actual Gobierno?
-Estoy cansado de preguntar quién es Francisco Jiménez, el ministro de Obras Públicas y Transportes. ¿Usted sabe quién es? Debe de haber salido de una de esas universidades de garaje.
Antes un ministro era una persona destacada en su profesión o como diputado. Ahora no sucede eso. El actual canciller es uno de esos ministros que son de lujo, pero pregunto quién es el actual ministro de Obras Públicas y Transportes.
Francisco Castillo puede ser un ministro de lujo, pero su viceministro Carlos Roversi dijo hoy (el pasado viernes 3 de febrero) una serie de incoherencias en la prensa que da miedo.
-¿Qué sabe ese hombre de diplomacia? ¿Tiene carrera diplomática? ¿O era el que pagaba las facturas durante la campaña? Es lo mismo, llegan a los puestos porque hicieron esto a aquello durante la campaña política.
¿Para dónde va este Gobierno, don Alberto?
-¿Va para algún lado?
Carmen Naranjo, recientemente fallecida, insinuó que Óscar y Rodrigo Arias eran unos incultos, casi llegó a decir que eran unos tontos. ¿Qué opina de ellos?
-No creo que sean unos tontos, pero lo que les interesa es el poder de gobernar, el estar en la Casa Presidencial y el poder para nombrar gente en diferentes puestos. ¿Qué ha hecho Óscar Arias por el país? ¿Qué le debe el país a ese señor aparte del cierre de los estancos del Consejo Nacional de Producción y de la liquidación del INVU? Fíjese que ha destruido las instituciones que llevan la firma de don Pepe. ¿Por qué? Porque una vez don Pepe dijo: no lo apoyo aunque sea casado con una prima mía. Y eso no se lo perdona. Lo que han hecho los Arias es destruir la obra de José Figueres. Destruyeron el Consejo Nacional de Producción, lo intentaron con el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) que ahí está, y no destruyeron las universidades y otras instituciones porque era demasiado.
No tocaron el INA porque era obra de Chico Orlich.
Óscar Arias recibió el Premio Nobel, pero ese premio no era para él, sino para el pueblo costarricense.
Como hombre crítico, ¿qué le parece el que el Partido Acción Ciudadana (PAC) haya anunciado que escogerá en una convención abierta a su próximo candidato presidencial?
-Eso es una barbaridad y voy a decir que si eso sucede yo renuncio al PAC. Así lo voy a escribir en mi próxima columna. ¿Qué fue lo que pasó en Liberación? Que llegaron los que nosotros llamamos mariachis a elegir a su candidato, y desde luego no elegían al mejor, sino al más vulnerable. Eso nunca sucede en otros países. No hay un partido en el mundo que haga eso. Eso solo aquí se ve. Es una barbaridad y si el PAC aprueba eso, yo me voy del partido.
Don Alberto, volviendo a temas de cultura, ¿cómo ve la situación del teatro costarricense?
-Siempre me dicen que yo fundé la Compañía Nacional de Teatro (CNT), pero qué se hizo, dónde está, si lo que quedó de la Compañía fue una oficinita en la que se oye la opinión de los directores. La Compañía Nacional de Teatro la cerró Carlos Francisco Echeverría en el primer gobierno de Óscar Arias. Se supone que la Compañía debe cumplir cada año con un programa en el que monten obras clásicas y nada de eso se da.
Finalmente, ¿si existe un premio de Ciencia y Tecnología cómo es que le dan el Magón a un científico?
-No solo a un científico, cómo es que le dan el Premio Magón a un bailarín. ¿Cómo es eso? Es que la conformación de los jurados es una situación grave. Una vez alguien presentó la candidatura de Samuel Rovinski para el Premio Magón y uno de los jurados, la delegada de la Asociación de Autores, pidió que le llevaran un currículum de Rovinski para saber quién era.
No entiendo cómo el periódico UNIVERSIDAD no se ha preocupado por indagar, investigar y profundizar por la barbaridad del proyecto de reforma de los premios nacionales de Cultura. La Universidad de Costa Rica, como institución, también debe alzar la voz por la barbaridad que ese proyecto representa. Debería participar Radio Universidad y el Canal 15, porque van a acabar con los premios.
¿Hace falta criterio en los jurados?
-No, si la reforma que hay que hacer es sacar a la Asociación de Autores y sustituirla por las otras universidades. En los jurados la Asociación de Autores tiene representación y antes llegaban al menos 87 miembros a las asambleas, ahora si acaso 11, y muchos son escritores porque les escriben cartas a sus mamás para que les manden plata, pero no han escrito nada.

  • Jose Eduardo Mora 
  • Cultura
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