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Tranströmer, premio Nobel 2011

Año 2011, Tomas Tranströmer, sueco, ganador del Premio Nobel de Literatura. Se trata básicamente de un poeta, que acostumbra a escribir poesía en versos y estrofa y, ocasionalmente, poesía en prosa. Dos librerías capitalinas tuvieron la muy buena idea de importar libros de este autor.

Año 2011, Tomas Tranströmer, sueco, ganador del Premio Nobel de Literatura. Se trata básicamente de un poeta, que acostumbra a escribir poesía en versos y estrofa y, ocasionalmente, poesía en prosa. Dos librerías capitalinas tuvieron la muy buena idea de importar libros de este autor.
Lo único reprensible es que fueron únicamente dos títulos. Lo cual puede ser explicable de varias formas: primera, el autor es básicamente un desconocido en mundo de habla castellana; traer más títulos sería suicidio comercial; segundo, el autor es un sueco, y difícilmente se traduce al castellano algo desde el sueco; es que no es alemán, es sueco;  pocos serán los traductores castellanos de sueco, más pocos todavía quienes se dediquen a traducir poemas, muchos menos los que hallan encontrado a este autor. Y finalmente, una cuarta razón, fulminante y que aprendí de boca de varios libreros en Costa Rica: “el país es tan pequeño y los lectores tan pocos, que con cinco ejemplares de un libro se tiene suficiente…”.
Pues bien, Tomas Tranströmer escribe con una gran precisión, con metáforas claras y generalmente desde las situaciones climatológicas, las cuales le son trampolín para dirigirse y desembocar en latitudes muy humanas y por muy humanas increíblemente íntimas y personales, son metafóricas evocaciones consistentes y claras de las emociones humanas, de la singularidad de las realidades vivenciales humanas. Sus títulos ya permiten vislumbrar la posibilidad de la transportación a que somete el autor al lector: El cielo a medio hacer, y, Deshielo a mediodía.
Dejo al lector algunas referencias para que se motive e indague por aquí o por allá en estos dos libros que, por lo demás, son gruesas antologías de libros poéticos (unos 12) que el autor viene escribiendo desde 1954 hasta el día de hoy. Transcribo para que te hagas idea, o mejor, para que seas tocado por la vibración de algo que te puede recordar que eres más que pura carne y puro medio circunstancial.
“Se detuvo el trabajo, yo levanté la vista./ Los colores ardían. Todo se dio la vuelta./ El mundo y yo dimos un salto el uno hacia el otro”. “Sabía que el viaje había sido largo/y su reloj medía no horas, sino años”.  “El mar de octubre brilla frío/con su aleta dorsal de espejismos”. “Me he graduado en la universidad del olvido y tengo las manos tan vacías como la camisa que cuelga en la cuerda”. “El cielo claro se ha apoyado en la pared./ Es como una oración al vacío./ Y lo vacío vuelve su rostro hacia nosotros/y susurra/”. “Yo no estoy vacío, sino abierto”.

  • Hernán Mora C. (Filósofo)
  • Opinión
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