Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
El artista hace arte y el arte, en principio, es algo extra-ordinario (algo que, si se encuentra en el mundo cotidiano, definitivamente es distinto, sumamente bello y por bello cautivante).
De manera tal que ser artista es tener esa misión de imprimir lo extra-ordinario en quienes nos rodean; el arte, cuando se crea, inevitablemente conduce hacia la cautivación de quienes son sus espectadores. El artista es un ser que, sin querer queriendo, cautiva a sus auditorios y los transforma de formas distintas hacia un mundo novedoso, único, casi divino por bello y apresador.
El artista puede crear arte guiado por las Musas (según los griegos) o guiado por una pasión desbordada por lo que en su espíritu brota y se disemina a su alrededor como si fuesen borbollones desde su interioridad. Por ello mismo, el artista eleva a sus auditorios, pues los trasporta, los arroba, hacia una realidad que supera la circunstancia de todos los días. El artista es un arrobado y quiere que quienes le rodean y la realidad misma, sea un arrobamiento real y permanente.
Lástima inmensa cuando un artista, desdiciéndose y desdiciendo al arte mismo, se empeña en convertirse en un patán que perpetúa porque las impulsa, por ejemplo con sus canciones, las groserías que cotidianamente se pueden vivir en muchos lugares; lástima, digo, cuando un artista, que pudo transportar a su auditorio hacia parajes superiores de la rutina humana, abandona el contacto con lo suprasensible y lo eminentemente diáfano, y por diáfano sano, y se convierte en el instrumento reproductor en estado permanente de lo más vil y negativo de la sociedad y de los tiempos que tocan vivir.
Y no es que el artista no deba referirse a la cuestión social y que no deba realizar protestas o denuncias; no, de eso no se trata. Un artista puede hacer esas cosas, y por justicia ética y moral, cuando haga esas cosas debe ofrecer planteamientos claros y soluciones posibles.
Lo que no puede hacer un artista, de ninguna manera, es asesinar al arte, despotricar contra la belleza y hacer de sus obras unas feas realidades, tan impropias de ser llamadas y consideradas artes, porque no tienen ninguna diferencia con la cosas con que cotidianamente nos tropezamos, o nos encontramos, al ver el contenido de un inodoro parcial o completamente repleto.
Pd: El impulso que me ha hecho escribir lo debo a un artista que pregona la venganza y la traición entre las parejas.
Este documento no posee notas.