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Maracuyá, una alternativa productiva

Con miras a que agricultores y agricultoras de zonas económicamente vulnerables tengan una buena alternativa productiva, la Universidad de Costa Rica (UCR) promueve el cultivo del maracuyá mediante el desarrollo de parcelas demostrativas.

Con miras a que agricultores y agricultoras de zonas económicamente vulnerables tengan una buena alternativa productiva, la Universidad de Costa Rica (UCR) promueve el cultivo del maracuyá mediante el desarrollo de parcelas demostrativas.
 
El proyecto es coordinado por los ingenieros Carlos Saborío Víquez y Carlos Luis Loría Quirós, de la Estación Experimental Agrícola “Fabio Baudrit Moreno” (EEFBM).
 
Se desarrolla desde el 2011 en San Pablo y San Francisco de Turrubares, San Mateo de Alajuela y La Esperanza de Cóbano en Puntarenas, con recursos del Fondo Concursable para el Fortalecimiento de la Relación Universidad-Sociedad de la Vicerrectoría de Acción Social (VAS).
 
Según lo explicó el M.Sc. Saborío, coordinador del Programa de Transferencia de dicha Estación, en las parcelas demostrativas se ha desarrollado un paquete tecnológico para el cultivo adecuado del maracuyá, que contempla desde los viveros y la siembra del fruto, hasta la poda de las plantas, la polinización de las flores, el proceso poscosecha, el mercadeo y la organización de los productores.
 
 
El paquete tecnológico, que está en pleno desarrollo, busca elevar el nivel de la calidad del fruto, pues en el ámbito nacional no es muy bueno. A la vez, pretende ser una alternativa productiva para gran cantidad de parceleros del Pacífico Central, Guanacaste y zonas aledañas al golfo de Nicoya, quienes tienen terrenos ociosos, muchos de ellos con el rótulo de “Se vende”, o viven de pequeños hatos ganaderos y podrían desarrollar una actividad complementaria.
 
“Se han contemplado comunidades de esas zonas del país, por cuanto para obtener flores grandes y, por ende, frutos de calidad, el maracuyá requiere de 11 horas de luz fotosintéticamente activa, por lo que no es apto en regiones con alta nubosidad como el Atlántico o la zona norte”, afirmó Saborío.
 
 
POLINIZACIÓN
 
Una de las ventajas que ya se ha observado en las parcelas demostrativas es la cantidad de mano de obra que se requiere para garantizar la polinización de todas las flores y, por lo tanto, una producción más eficiente por hectárea.
 
“La polinización manual es necesaria por cuanto la planta del maracuyá no es autocompatible o autopolinizable, por lo que se debe cruzar el polen de una planta con el de otra para obtener la mayor cantidad posible de frutos”, indicó el investigador.
 
Además, los agricultores no pueden atenerse a la polinización por medios naturales, porque las abejas que normalmente llegan son de dos tipos: las productoras de miel, que por su tamaño solo pueden polinizar flores pequeñas y de las cuales el fruto resultante va a ser también pequeño, y las aragres o trigonas, de color negro, que dañan las flores.
 
Los insectos ideales por su gran tamaño para polinizar estas flores serían los abejorros, chiquisá o bombus; sin embargo, estos no aparecen siempre, por lo que se obtienen mejores resultados si los productores aprenden a polinizar y de esa manera se garantiza una buena producción.
 
Así, mediante una metodología de participación popular se les ha enseñado a los agricultores la técnica de la polinización, procedimiento que es preferible realizarlo por las mañanas, luego de lo cual las flores deben protegerse con una cobertura para dar paso al crecimiento del fruto.
 
“Si se lograra extender el cultivo en esas zonas, la polinización manual podría constituirse en una excelente fuente de trabajo para mujeres y jóvenes”, aseguró Saborío.
 
 
RESULTADOS PRELIMILARES
 
Luego de un proceso de capacitación en las instalaciones de la EEFBM, se inició el trabajo con miras a cultivar 2 500 plantas por hectárea.
 
En esta oportunidad participaron campesinos de Atenas, Turrúcares, Turrubares, Puriscal, San Mateo, Jicaral de Puntarenas, Cóbano, Lepanto y Paquera, lugares que cuentan con sol suficiente para lograr plantaciones eficientes.
 
Al aprovechar las condiciones climáticas de las zonas en mención y hacer uso del “fertirriego”, que combina la aplicación de agua con fertilizantes, el tiempo de floración se redujo de diez a cinco meses en Turrubares y San Mateo y de diez a cuatro meses en La Esperanza de Cóbano, localidad que cuenta con la cantidad ideal de luz solar para que haya una buena cantidad de flores.
 
La ventaja del fertirriego, que en las parcelas demostrativas se realizó mediante la instalación de mangueras a lo largo del cultivo, es que con su uso se incrementa la eficiencia en la aplicación de los nutrientes y se obtienen mayores rendimientos y mejor calidad de los frutos, con una mínima polución para el medio ambiente.
Aunque la etapa de investigación aún no concluye, Saborío espera que a futuro este cultivo con características tan nobles alcance en el país un desarrollo similar al del cultivo de piña para exportación.
Por esa razón, en octubre del 2011 se constituyó la Asociación de Productores de Maracuyá (Aproma) y se iniciaron conversaciones con la empresa RIHA-WeserGold, que se dedica a la industria de las bebidas en el norte de Alemania, con el fin de identificar posibilidades de exportación.
Además, se trabaja con el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y con el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) para continuar la transferencia de la tecnología a otros grupos organizados de productores y productoras.

  • Rocío Marín González ([email protected])
  • Crisol
Germany
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