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«Queremos una justicia social que combine con la justicia ecológica. Una no existe sin la otra«. Leonardo Boff.
Al igual que en un hormiguero los partícipes del Fórum Social Temático 2012 (FST) recorrían los diferentes espacios en los cuales se desarrolló la actividad. Cada cual llevaba un encargo. La química imperante que permitió fluir en una dirección conjunta tantas diferentes voces: accionarse en pro de otros mundos posibles.
Desde Argentina, Costa Rica, Colombia, Nicaragua, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú, Guatemala, Filipinas, Ecuador y otros países, se reunieron tejedores y tejedoras de cambio. Personas convencidas de que el modelo agresivo, depredador, de excesos, de extractivismo y lucro a partir incluso de los derechos humanos es insostenible, ilógico y además inhumano. Asomaba una preocupación: si no reaccionamos, el proceso de transición a otro modelo de desarrollo podría dejarnos en tránsito toda una vida, sin abordar cambios reales.
Ante el reclamo de soluciones inmediatas al sistema capitalista, surge la necesidad de entender que la transformación a la que debemos proceder necesita ser dinámica: no tenemos una alternativa acabada. Es elemental resistir, experimentar, luchar y crear. Enlazar estrategias a escala local con estrategias globales y además es imposible desvincularse de la acción política; entendiéndose esta acción muchísimo más allá de la visión electorera. Política al decidir desde la cotidianidad, desde aquello que consumimos hasta lo que hemos de promover. Por ejemplo realizar la mudanza de la economía capitalista a una economía social.
Un punto importante en la agenda del FST fue desenmascarar el mito de la “economía verde.” Es inconcebible que bienes comunes como el agua, el aire, los bosques y otros quieran mercantilizarse, reduciendo el acceso a estos a quienes tengan la capacidad adquisitiva, relegando por ejemplo a las comunidades indígenas. Aprendimos que la economía verde es la nueva máscara del capitalismo: un lobo con piel de oveja. Hacia Rio+20 la consigna es no aceptar esta falacia, exigir que se discuta con sinceridad la crítica situación planetaria. Hay que prevenirnos de que la economía verde lo que busca a fin de cuentas, es inmiscuir a la naturaleza viva en procesos de especulación financiera.
El panorama: la violencia que aparece cuando enfrentamos una reprimarización de la economía, donde los que quieren el poder son los que no tienen los recursos naturales y están atropellando a los segundos para conseguirlo, pueblos decepcionados por promesas incumplidas y sinsabores inesperados (como en el caso de gobiernos progresistas como el de Evo Morales o Cristina Fernández y como algunas empresas, principalmente mineras, secuestran al Estado para instaurar el poder del capital), la corrupción desgarradora alimentada por la ausencia de poder público o movilizaciones violentamente reprimidas y criminalización de la protesta.
La propuesta durante la mañana del 27 de enero del 2012 en la sesión plenaria de Democracia Real Ya! en la Universidad Federal de Rio Grande del Sur, es clara: un viraje hacia el buen vivir, hacia el respeto a la Pachamama y a comprender que la utopía del crecimiento sin límites nos lleva hacia el acabose, que las leyes económicas no alcanzan, pues la naturaleza tiene sus propias leyes.
Otro factor común en el FST fue que quienes participamos tenemos algo que adolece, una inquietud. Puede que sea el derecho a una educación digna, libre de lucro, territorios liberados de minería contaminante, rescatar hectáreas de bosque que están cayendo a manos de unos pocos, comerciar con dignidad y de forma solidaria, recuperar el poder del pueblo, liberarnos de manos de banqueros que acaparan el pan y la paz, promover el uso de cultivos libres de transgénicos, reclamar el respeto y que se escuche a los afectados por emprendimientos hidroeléctricos u otros. Hemos sido concientizados y concientizadas al respecto de nuestras diversas realidades. Queremos otros mundos posibles y podemos construir en comunidad. Lo que resta ahora es proceder, contagiar a los que aún están escépticos. La unidad de los diferentes frentes de lucha es elemental, pues ha quedado claro que nuestras causas están acechadas por una misma sombra; nos enfrentamos a una crisis civilizatoria. La fuerza de cambio producida por la vida misma está en nosotros y nosotras.
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