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Memoria y militancia

A finales del año pasado, publiqué un artículo titulado “Militantes de la memoria” (La Nación, 28-12-2011), el cual fue comentado en el Semanario UNIVERSIDAD (8-2-2012)  por el antropólogo Mario Zúñiga. En ese comentario, Zúñiga señala que el fenómeno al que denomino “militancia de la memoria” no es equiparable con la experiencia “…costarricense de la evocación de los años 40 y el liberalismo decimonónico”.

A finales del año pasado, publiqué un artículo titulado “Militantes de la memoria” (La Nación, 28-12-2011), el cual fue comentado en el Semanario UNIVERSIDAD (8-2-2012)  por el antropólogo Mario Zúñiga. En ese comentario, Zúñiga señala que el fenómeno al que denomino “militancia de la memoria” no es equiparable con la experiencia “…costarricense de la evocación de los años 40 y el liberalismo decimonónico”.
Zúñiga fundamenta esa afirmación en que, mientras la militancia de la memoria estaría basada en una corriente política secular y humanista, asociada con los movimientos pro derechos humanos, “…las evocaciones del ‘labriego sencillo’ o de los años 40 [en Costa Rica] son apenas ecos de la memoria de una estructura de dominación patriarcal”.
Finalmente, Zúñiga enfatiza que las aspiraciones de los movimientos pro memoria en El Salvador o Guatemala se diferencian de las costarricenses; además, sugiere que utilizo la categoría de “populismo cognoscitivo” para descalificar el ejercicio político de la memoria por parte de quienes procuran, mediante “su reclamo de memoria”, “…lograr reivindicaciones concretas sobre sus realidades sociales”.
Con base en los comentarios de Zúñiga, lo primero que se debe aclarar es que la militancia de la memoria no es un fenómeno definido por su asociación con un tipo particular de corriente política o de movimiento social. Los llamados “reclamos de memoria” pueden provenir tanto de las filas de la izquierda como de la derecha. Ciertamente, en América Latina los primeros son más comunes y mejor conocidos (debido al predominio, en el último tercio del siglo XIX, de dictaduras militares anticomunistas), pero los segundos, aunque hasta ahora han sido menos estudiados sistemáticamente, también existen.
Lo que define a este tipo de militancia es que defiende el principio de que la memoria de un grupo específico es la única forma legítima de conocer su pasado. Por tanto, la militancia de la memoria se configura en contra no sólo de la historia como disciplina profesional, sino del conjunto de las ciencias sociales y, sobre todo, de sus prácticas de crítica de las fuentes, que someten documentos escritos y testimonios orales a un análisis sistemático para identificar fortalezas, debilidades e inconsistencias.
Desde esta perspectiva, los términos propuestos por Zúñiga, “evocaciones” y “ecos de la memoria”, resultan imprecisos e insuficientes para dar cuenta de procesos como el movimiento que se articuló en torno a la exaltación de la figura de Juan Rafael Mora Porras y su conversión en héroe nacional. Tampoco esos términos facilitan comprender el “revisionismo” histórico, con base en la memoria, que en los últimos años se ha abierto un espacio importante en los medios de comunicación colectiva.
En el artículo ya mencionado, destaqué las especificidades de la militancia de la memoria en Costa Rica y lo que diferencia su experiencia de la de otros países. De hecho, es Zúñiga quien tácitamente atribuye las particularidades costarricenses a casos como el argentino, el salvadoreño y el guatemalteco. Tampoco la categoría de populismo cognoscitivo puede ser considerada como una descalificación del ejercicio político de la memoria, a menos que se la descontextualice. Todo “reclamo de memoria”, por más dolorosa que sea su motivación, siempre está sujeto, por parte de las ciencias sociales, al tipo de crítica referida anteriormente.
Minimizar los procesos costarricenses de militancia de la memoria es un grave error teórico y político. Como lo señalo en mi artículo, están dominados por un nacionalismo profundamente conservador e intolerante, proclive a distorsionar los hechos históricos y ajenos a preocupaciones sociales, étnicas, regionales y de género. Considerar a esos procesos como simples “evocaciones” o “ecos” supone, precisamente, desconocer una de las dimensiones principales del ejercicio político de la memoria que se practica en Costa Rica.

  • Iván Molina Jiménez (Historiador)
  • Opinión
Anti-communismLiberalism
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