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Hacia la reforma universitaria de cara al siglo XXI

Para nadie es un secreto que la Universidad de Costa Rica es el crisol por excelencia del conocimiento científico, técnico y humanístico, en el seno de la sociedad de Costa Rica.

Para nadie es un secreto que la Universidad de Costa Rica es el crisol por excelencia del conocimiento científico, técnico y humanístico, en el seno de la sociedad de Costa Rica.
Obvio que eso no ha sido por casualidad, sino que es el producto perenne y sistematizado de diferentes generaciones, las cuales en su momento le han dado el impulso y el apoyo que ella requiere, para que sea vanguardia de la educación superior costarricense.
Desde el momento mismo de su creación, el 26 de agosto de 1940, cuando se promulgó la Ley 362, mentes preclaras tensaron sus fuerzas y sus espíritus, para hacer de esta una auténtica Alma Máter.
Los grandes aportes de personas como el Lic. Luis Demetrio Tinoco, Lic. Alejandro Alvarado Quirós -Primer Rector-, Dr. Ramón García, Ing. Fernando Chaves Molina, Dr. Gonzalo González, Dra. Emma Gamboa, Dr. Jorge Volio Jiménez, Ing. Ricardo Fernández Peralta, Prof. Jorge Lines, Lic. Hernán Zamora, Prof. Abelardo Bonilla, Prof. Rómulo Valerio, Dr. Clodomiro Picado Twight, Prof. Carlos Borel, Dr. Marco Tulio Salazar, Ing. Alfredo Volio Mata, Prof. Angela Castro Quesada, Ing. Samuel Sáenz Flores y Prof. Clarisa Blanco Aubert.
Esta fase fue la primera generación cimera, la cual sentó las bases de lo que tenía que ser la Universidad de Costa Rica, y lo cumplieron con creces.
Después, germinaron otros pensamientos preclaros como los del Lic. Rodrigo Facio Brenes, Prof. Carlos Monge Alfaro, Prof. Isaac Felipe Azofeifa y Lic. Claudio Gutiérrez, quienes para consolidar lo actuado, se propusieron llevar a cabo la gran Reforma Universitaria de 1957. De esta surgió una universidad revestida enteramente de humanismo, al tener como eje central la Facultad de Ciencias y Letras. Y la creación de los Estudios Generales, como punto medular del quehacer pedagógico de nuestra Universidad.
El desarrollo cualitativo y cuantitativo no cesó ni por un instante, gracias a ello en la década de los años 50 y 60 se crearon las Facultades de Ciencias Económicas, Ingeniería, Medicina, Microbiología, Farmacia y Odontología.
El ímpetu de esta, nuestra universidad, hizo que en 1968 se irrumpiera en otras latitudes del territorio nacional, vale decir, se inició el proceso de regionalización de la educación superior pública, fundando el Centro Regional de San Ramón.
Dentro de una óptica, de la dialéctica de concreto, había que hacer un alto en el camino, evaluar, analizar, sopesar y marcar nuevos horizontes para el porvenir, y ello se materializó en el marco del Tercer Congreso Universitario, el cual marcó un hito en el desarrollo institucional.
La Universidad de nuevo se renovó, se pensó y repensó que esta no podría nunca jamás ser “Torre de Marfil” y más bien, en esa nueva lectura de cara al final del siglo XX, ahí en la década de los años setenta, se democratizó el Consejo Universitario, se replanteó el carácter de la Asamblea Universitaria, se fundaron las Vicerrectorías, nacieron las áreas académicas, se fortaleció “in crescendo” el proceso de regionalización universitaria. Entonces hubo Universidad de Costa Rica en Turrialba, Liberia, Limón, Puntarenas, Guápiles, Santa Cruz, Tacares y Fincas Experimentales en diversos lugares del territorio.  Vale decir, con base en los Acuerdos del Tercer Congreso, nuestra Casa de Estudios Superiores, alcanzó su grado de madurez.
Así las cosas, con su LUCEM ASPICIO, es que hoy nos sentimos honrados de tener una Universidad de Costa Rica, con trece facultades, cinco sedes regionales, fincas experimentales, decenas de institutos, centros y programas de investigación; aquí impartimos más de doscientas carreras universitarias. Los parámetros internacionales nos ubican entre las mejores Universidades de América Latina y del mundo.
Todo ello nos llena de gozo, el camino que hemos recorrido ha sido un camino largo y difícil, pero el camino que falta por recorrer es aún más difícil, pero con el esfuerzo y la voluntad férrea de todas y todos lo vamos a caminar muchísimo mejor.
De ahí la necesidad apremiante, que se trabaje ya de manera decidida por una REFORMA UNIVERSITARIA.

  • Gerardo Contreras (Catedrático)
  • Opinión
Jorge Volio
Notas

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