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En estos tiempos se oye mucho la palabra sostenible, aunque el mejor término sería sustentable, o sea, cómo hacer para que las actividades humanas no destruyan la naturaleza, de la cual depende toda la vida en el planeta y fundamental para que continúe la especie humana en el tiempo.
Basta ver nuestras ciudades y campos para notar que el daño ambiental es importante y creciente, siendo insuficiente el accionar del Estado y de empresas privadas para lograr un desarrollo en armonía con la naturaleza, incluso a veces contradictorio con la sustentabilidad.
Ante esta realidad el ciudadano corriente en su hogar, ¿podría hacer algo para contribuir con la sustentabilidad? Por supuesto que puede y mucho. Se ha hablado de la importancia de reducir el consumo de agua y electricidad, de separar y reciclar los desechos sólidos, y muchos otros temas variados y valiosos.
Pero pienso que hemos dejado un tema clave rezagado y que vale la pena retomarlo, por el impacto que puede tener en el ambiente y la calidad de vida de la gente. El conocido patio de nuestras casas, que si lo pensamos como un espacio productivo le da un enorme potencial para producir alimento, realizar un ejercicio suave, ahorrar dinero, mejorar la dieta familiar con productos sanos, embellecer, o como dicen las y los amigos del Grupo Armonía, “en verde ser” la casa y la comunidad, realizar actividades donde todos los miembros de la familia puedan participar y recuperar, de forma práctica, la relación con la naturaleza y mejorar nuestra comprensión sobre cómo mantener la fertilidad del suelo, base de la sustentabilidad de la humanidad.
¿Cómo hacer para que el patio haga todo esto? Sencillo, recuperando la idea de solar, la cual tenían y practicaban nuestros abuelos y abuelas. Antes las casas contaban con un espacio de terreno que la familia utilizaba para tener diferentes productos para el uso familiar, desde verduras, frutas, legumbres, plantas medicinales, hasta algún animalito y plantas ornamentales.
Para lograr los beneficios del solar no se necesita tener un gran terreno, sino planear bien el espacio que se disponga y ubicar donde el sol ilumine de forma directa por mínimo 6 horas al día para la huerta, y partir de algunos conocimientos básicos de agricultura orgánica, y recalco esto último, pues lo que buscamos es una producción armoniosa con la naturaleza, de bajo costo y saludable para las personas y el ambiente.
Estamos cerca de que inicie el invierno, es un buen momento para buscar información, consultar con campesinos y gente mayor del barrio para que le orienten cómo empezar a producir en su solar, aflojando el suelo y haciendo eras para la huerta, incluso sembrar arbolitos frutales donde no den sombra a los cultivos. Muchas personas solo tienen que desempolvar sus conocimientos adquiridos desde joven en su hogar de origen campesino. Busque plantas comestibles que sean apropiadas para el clima donde vive, y si puede, recupere plantas que hoy día se ha perdido la costumbre de consumirlas, como el chicasquil, la jaiba, el tacaco, el itabo, etc. No olvide sembrar plantas medicinales y aromáticas alrededor de las comestibles, para que ayuden a repeler insectos dañinos y le ayuden a mantener la salud familiar, como el zacate de limón, romero, albahaca, orégano, juanilama, entre otras muchas conocidas por la población. También plantas de flor que atraen polinizadores, y cuiden de los invertebrados benéficos para su jardín, como lombrices de tierra, avispas, abejas, libélulas, arañas, mantis religiosa, etc. pues le ayudan en su labor.
Y si el espacio en el patio se lo permite, las gallinas o conejos proveen proteína y dan fertilizante natural para sus plantas y complementan la práctica del compostaje de todos los desechos orgánicos de la cocina, para producir un excelente abono orgánico. También, con el rápido cambio climático que sufre el planeta, originado por la contaminación ambiental, el régimen de lluvias se ha vuelto inestable, por lo que conviene tener un sistema de captación y almacenamiento de agua de lluvia, la cual se puede ser en galones, estañones o recipientes mayores, siempre que se puedan cerrar bien para que no entre el mosquito.
Y recuerde iniciar en pequeño y vaya expandiéndose según sus necesidades y capacidades. Estoy seguro que dedicando poco tiempo al día en su solar verá el fruto de su esfuerzo y será una experiencia muy agradable para toda la familia. Es iniciar un camino en el cual todos los días se aprende algo y se maravillará del accionar de la naturaleza.
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