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La universidad necesariamente pública y públicamente necesaria

La academia comprende, más allá de la enseñanza-aprendizaje, el desarrollo de habilidades, destrezas y aptitudes para la investigación en una diversidad de dimensiones de un ámbito homogéneo o heterogéneo. Es abierta, transparente y participativa, y contribuye al desarrollo personal, colectivo, institucional, regional, nacional e internacional.

La academia comprende, más allá de la enseñanza-aprendizaje, el desarrollo de habilidades, destrezas y aptitudes para la investigación en una diversidad de dimensiones de un ámbito homogéneo o heterogéneo. Es abierta, transparente y participativa, y contribuye al desarrollo personal, colectivo, institucional, regional, nacional e internacional.
La académica y el académico son personas, individuales o colectivas, destinadas a hacer academia, miembro activo y recreativo de la sociedad.
Su vocación la construyen y renuevan al desempeñarse con inclinación científica, habiendo obrado profesionalmente.
Esto los hace diferentes de los profesores o catedráticos, quienes se ocupan más de aprender, transmitir y enseñar conocimientos, que de ejercer una ciencia.
Benjamín Núñez escribió que “el producto social de la Universidad consiste en la generación del saber racional y su aplicación en una sociedad concreta”. Implica, “producir y transmitir conocimiento”.
El ámbito académico es, además de todo eso, estructura y organización y gestión instrumental racional. La eficiencia y la eficacia son medios que justifican fines, el logro y creación de oportunidades. La orientación de la universidad necesariamente pública y públicamente necesaria, es entregar “al estudiante una destreza socialmente calificada y funcionalmente positiva, respecto a la obtención de objetivos centrales del desarrollo nacional y del país al servicio de su población”.
Se requiere de una unidad de investigación dirigida por científicos competentes para promover, facilitar, articular, integrar, publicar, transferir, y de ser posible aplicar, las investigaciones en las distintas áreas. Los científicos han de ser personas con idoneidad y vocación científica comprobada.
Cada unidad académica debe ser dirigida por académicos y académicas con vocación conocida, probada y catedrática.
La cátedra no es un podio o púlpito en sí y para sí; más bien es el ejercicio o función del catedrático y la catedrática. En tanto facultad de éstos, refiere a la enseñanza-aprendizaje de una materia particular o conjunto de estas. Las técnicas, herramientas, teorías y métodos, han de tener sentido precisando requisitos y pre-requisitos pertinentes.
Se prescinde así de toda espontaneidad, dando cabida a la satisfacción de necesidades puras del profesional orientadas a objetivos nacionales. Esa universidad pública no puede estar satisfecha con la producción de burócratas, muchas veces sin conciencia social alguna.
Debe enfatizar en la ciencia y el conocimiento científico, promoviendo el desarrollo de aptitudes para tal fin.
Hay que hacer esfuerzos para evitar una enseñanza destinada a acumular conocimiento en los y las estudiantes, si es que ese propósito se logra. En cada área es necesario discriminar contenidos con escaso efecto en la enseñanza-aprendizaje.
La extensión es el espacio que ocupa un ente, al expresar acción y efecto hacia adentro y hacia afuera. Las partes del todo se deben a la capacidad -actitud/aptitud- para trascender. Implica crecer, pero sobre todo desarrollo y evolución permanente.
La extensión ha de aprehender, empoderarse, saliendo del encierro o claustro, de la realidad nacional. Implica una vocación social hacia siempre expandibles horizontes: “No menosprecia la tarea del valor universal propio… cuya acción, por su misma naturaleza, trasciende el tiempo y el espacio concretos en que funciona”, sentenció Núñez.
En cuanto academia, la extensión es el conjunto de acciones estratégicas destinadas a discutir, completar y concretar la realidad nacional.

  • Daniel Villalobos Céspedes
  • Opinión
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