Abrir Noticia Guardar

Tesis, hipótesis, retórica y realidad

El incidente entre Carlos Villalobos, Esteban  Mata, dos periodistas de  La Nación, y  Óscar  López, presidente del PASE, presenta la oportunidad para llamar la atención sobre un tema de gran trascendencia social, política y ética: el descuido y la maña con que algunos profesionales en comunicación y políticos manejan las noticias. Este grave problema se traslada y refleja en el habla cotidiano, generando toda clase de malentendidos,  manipulaciones y conflictos en la vida nacional. Estimado lector, estimada lectora, usted puede comprobar que ese problema realmente me preocupa, con leer otro artículo que mis amigos del excelente periódico El Occidente (de San Ramón) me publicaron recientemente,  intitulado “Para hablar y oír mejor en 2012”.

El incidente entre Carlos Villalobos, Esteban  Mata, dos periodistas de  La Nación, y  Óscar  López, presidente del PASE, presenta la oportunidad para llamar la atención sobre un tema de gran trascendencia social, política y ética: el descuido y la maña con que algunos profesionales en comunicación y políticos manejan las noticias. Este grave problema se traslada y refleja en el habla cotidiano, generando toda clase de malentendidos,  manipulaciones y conflictos en la vida nacional. Estimado lector, estimada lectora, usted puede comprobar que ese problema realmente me preocupa, con leer otro artículo que mis amigos del excelente periódico El Occidente (de San Ramón) me publicaron recientemente,  intitulado “Para hablar y oír mejor en 2012”.
El caso de La Nación fue tratado el jueves 5/1/12 (p. 6A), el viernes 6/1/12  (p. 8A) y el sábado 7/1/12 (p. 8A). Tiene dos aspectos, facetas  o componentes que han sido estudiados científicamente: uno  en sociología, con el nombre de  “teorema de Thomas” o “profecías  autorrealizadoras”; el otro en politología y administración, designado en inglés como  “plausible deniability”, que traduzco al español como “negación creíble”. Voy a describirlos brevemente a continuación:
•Con base en numerosas observaciones, de niños especialmente, William Thomas (1863-1947) llegó a una conclusión que resumió, en 1928, mediante esta proposición: “Si las personas definen situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias”. Por la solidez conceptual y reiteración empírica del fenómeno, ha llegado a ser reconocido como  teorema, uno de  pocos (si no el único) en ciencia social, siendo “bautizado” con el apellido del autor.
•Desde tiempos inmemorables, se ha acumulado la siguiente práctica en las relaciones administrativas y políticas: (a) quienes ocupan posiciones en  jerarquías, suelen intercambiar información o comunicarse con otros, dando un margen de ambigüedad que les permite negar su responsabilidad por las acciones resultantes, atribuyéndolas a sus interlocutores, cuando son mal recibidas; y (b) concomitantemente, la misma ambigüedad les permite atribuirse ellos la autoría de las acciones cuando resultan ser bien recibidas.
Al leer cuidadosamente los intercambios entre Villalobos, Mata y López, cualquiera podrá  darse cuenta que, entre ellos, se dio un  juego de “teorema de Thomas” o  “profecía auto-realizadora” y “negación creíble” o “plausible deniability”: por su lado, los periodistas querían la “primicia” del quiebre en la Alianza, inclusive provocándolo; mientras López quería someter a prueba  su  tesis o hipótesis. Pero ninguno confesó o dijo claramente y sinceramente lo que pretendía. Por cierto, los sociólogos tienen otros términos para tratar esas intenciones y acciones. Las llaman “funciones manifiestas” y “funciones latentes”, las cuales fueron tratadas científicamente, por Robert Merton y otros: las primeras se refieren a los aspectos “buenos”, convenientes y aceptables de las cosas; las segundas enfocan los aspectos “malos”, inconvenientes e inaceptables de las mismas cosas. Las partes que participan y dialogan, siempre destacan los aspectos que prefieren, pero sin decir cuál  “función” cumple; así siempre pueden atribuir  las “malas” intenciones a su contraparte y  argumentar apego a “buenas” intenciones propias.
Sospecho que  el público en general  no percibe toda esa dinámica y simplemente  siente frustración ante  lo que les parecen irresponsabilidades y confusiones de  “los políticos”.  Mi opinión es que no sólo los “políticos” son políticos;  también hay políticos  disfrazados de “periodistas”. Los sociólogos y  politólogos muy pocas veces salen de la academia para aclarar esa comedia.  Por eso me  “meto” en la materia sin ser especialista en ella.  Espero que  me corrijan en lo que  me estoy  equivocando.

  • Roger Churnside
  • Opinión
Notas

Este documento no posee notas.