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El reconocido cantautor y músico madrileño Javier Bergia compartirá con los costarricenses las canciones de su más reciente disco “Un lugar bajo el Sol” durante tres conciertos esta semana.
El miércoles 21 y el sábado 24 Bergia cantará en Jazz Café Escazú y San Pedro, respectivamente. Ambos conciertos serán a las 9 p.m. y las entradas tendrán un costo de 6000 colones.
Además, se presentará el sábado a las 6 p.m. en la Carpa del Farolito en la Sabana, como parte de las actividades organizadas por el Centro Cultural de España para el Festival Internacional de las Artes (FIA).
Bergia llegó al país el pasado domingo por la tarde y conversó con UNIVERSIDAD en la residencia de María Prétiz, cantautora, pianista y arreglista costarricense que lo acompañará en el escenario durante los conciertos en Jazz Café.
El compositor y músico —conocido principalmente por su trabajo junto a Ismael Serrano y Luis Delgado, pero que cuenta con una larga trayectoria como solista— confiesa que su carrera ha tenido un perfil bajo, porque su trabajo es difícil de definir y es un artista que siempre se ha dejado llevar por sus propios impulsos, lo que le ha costado caro ante la industria musical.
¿Cómo surgió la idea de venir a promocionar su disco a Costa Rica?
—Esta es mi primera vez en Costa Rica. No había venido, pero no porque no quisiera, sino porque la agenda no me lo permitía. Hace aproximadamente cuatro años empecé a explorar la posibilidad de venir a cantar a Latinoamérica. Ahora ya llevo tres giras seguidas por Argentina y de forma casual empecé a hacer contactos en México, Nicaragua y aquí. Me decidí a considerar seriamente la posibilidad de venir y, curiosamente, hace poco noté que tenía este mes libre y que podía hacerlo antes de enfrascarme en la próxima gira con Ismael (Serrano). Me puse de inmediato en contacto con la productora para venir.
Cuénteme un poco su historia con la música
—Pues mi abuelo (José García Romero) era un tenor bastante importante, mi madre era soprano (Amelia Garlez) y entonces mi casa era “muy musical”.
Yo estudié música y por ahí del año 75 entré a formar parte de lo que era, según el Washington Post y el New York Times, uno de los mejores grupos de música antigua del mundo: “Atrium Musicae”.
El director era Gregorio Paniagua, que fue mi maestro. Todo lo que sé de música antigua, de música clásica y de música árabe se lo debo a él. Lo que aprendí ahí es mi base, siempre estaré agradecido porque me ha permitido conocer y explorar otros sonidos, otras músicas y traérmelos a la música occidental. En mis discos hay rasgos de ese pasado, sobre todo en las bases rítmicas, incluso en los instrumentos de cuerdas.
Luego tuve una etapa en la que estuve muy involucrado en grupos de música tradicional española, luego en grupos de folk, música del norte y de la mal llamada música celta. Siempre he estado muy abierto a introducir elementos y sonidos nuevos en mi música.
¿Y cuándo empezó como cantautor?
—Tiene que haber sido por ahí de 1985. Me gustaban los cantautores de la costa oeste como Johnny Rivers y James Taylor, además de los Beatles y así. Su música me hacía querer escribir. En el 85, llegó un tipo de Capitol-EMI y me propuso grabar un disco y lo hicimos. Luego hice un par de canciones que sonaron mucho en Madrid y una noche vino a verme Ana Belén porque quería cantar una canción mía, ahí me empecé a meter un poco con estos “VIPS” y me propusieron seguir grabando discos, por eso desde entonces cada dos años grabo uno.
Pero ahora trabaja con su propio sello discográfico…
—Sí, los primeros discos los hice en discográfica. Al tercero monté mi propio estudio y desde entonces saco mis discos con mi propio sello. Lo de la distribución es un problema, no llegamos a todo lado, pero igual las discográficas tampoco distribuyen bien. Yo grabo los discos y contrato una distribuidora que los pone donde puede, ahí bajo la guardia un poco, porque lo de promocionar un disco y todo eso es extenuante y no me preocupa demasiado.
Por eso, mi carrera ha sido un poco de perfil bajo, creo yo. Por eso, los críticos dicen “Javier Bergia: el secreto mejor guardado de la canción de autor española”. Mis discos son difíciles de encontrar, toco poco, por temporadas me exhibo mucho, pero de pronto desaparezco. Soy un tipo difícil, parece ser, no que yo lo crea.
Hablemos de “Un lugar bajo el Sol”
—En lo musical este es un trabajo continuista de mis discos anteriores. En efecto, es un disco demasiado armado: con guitarras, bajo, batería y con colaboraciones de músicos excepcionales españoles como Javier Paxariño, que toca todo tipo de flautas, y Freddy Marugán, claro.
En la letra es un álbum que de alguna manera implora a la rebeldía. Sí, es un disco bastante rebelde, muy acorde con lo que estamos viviendo en Europa y concretamente en España, con la crisis y todo esto. Entonces hago permanentemente alusión a estas cosas.
Usted es conocido por ser multiinstrumentista. En sus producciones, ¿qué instrumentos interpreta?
—Me hago cargo de todos los instrumentos de cuerda y las percusiones, a veces de los teclados y las secuencias. Por desgracia, me hago cargo de la producción, que es algo de lo que me gustaría mucho desprenderme porque es desgastante. Generalmente, comienzo grabando las cuerdas y las percusiones. Cuando está todo listo, empiezo a invitar gente, violines, flautas, otros vientos, voces y así.
Hay gente que colecciona de todo, a mí me gusta coleccionar colaboraciones. Por lo cual, intento buscar la colaboración de gente que admiro. Eso es lo que más me emociona y lo que más ilusión me causa a la hora de grabar un disco.
¿Se siente más guitarrista u otra cosa?
—Me siento guitarrista, pero con lo que empecé fue con música antigua entonces me gusta tener muchos instrumentos. Desde joven viajo y lo que compro son instrumentos, en efecto he tenido que dejar de hacerlo porque los instrumentos si no se tocan se estropean, se entristecen. Y con tantos instrumentos no puedo tocarlos todos pero me encanta tenerlos, usarlos y grabar con ellos.
Usted trabaja con muchos otros músicos, ¿cuánto tiempo dedica a sus propios proyectos?
—Permanentemente estoy trabajando en mi propio proyecto que es muy amplio. Por un lado, he desarrollado una faceta como cantautor con la cual tengo ya 12 discos grabados, pero en España hago también trabajo como compositor, hago música para planetarios, cortometrajes, largometrajes… me encanta hacer música para audiovisuales.
Y como tengo la suerte de tener mi propio estudio de grabación y una colección enorme de instrumentos, me gusta investigar, ensayar cosas y cada vez que tengo tiempo libre estoy haciendo cosas muy diversas.
¿Cómo es el trabajo con estos músicos más jóvenes, pongamos por ejemplo a Ismael Serrano?
—Yo me siento muy afortunado, pues de alguna manera ha sido todo un descubrimiento.
Yo en España he sido considerado como un músico de culto, muy considerado pero complicado. Los medios tienen problemas para definirme porque hago muchas cosas variadas. Creo que a los medios les habría encantado que yo me dedicara solo a la canción de autor, pero participo en proyectos muy dispares y eso ante la industria no es bueno. Yo siempre he hecho lo que me ha dado la gana y eso no te lo perdonan.
Entonces, hace 14 años cuando me ofrecieron trabajar con Ismael Serrano acepté y ha sido algo muy bonito, me mantiene activo y me permite dentro del mundo de Ismael explorar mi propio mundo, aportar mi experiencia y trabajar con instrumentos muy diversos. Además, no cabe la menor duda que dentro de la experiencia de Ismael yo he aprendido muchas cosas que luego he incorporado a mi trabajo.
Ha sido una suerte trabajar con Serrano, que creo que objetivamente es un tipo que hace algo muy interesante porque a pesar de que es joven, ya es un clásico. Yo a veces hasta lo siento más clásico que yo y eso que el tipo es 20 años más joven.
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