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En los últimos meses ha sido frecuente el enfrentamiento entre el –hasta ahora– líder del Partido Acción Ciudadana, Ottón Solís y algunos miembros de su Partido en el Congreso, especialmente, con su Presidente Juan Carlos Mendoza.
Por otra parte, el acercamiento de Solís con la Presidenta Laura Chinchilla, pone de manifiesto su estrategia política centrada a nivel del Poder Ejecutivo; pues intenta reposicionarse como el líder nacional de un partido que cada vez más muestra su éxito en la rama legislativa del gobierno.
Como es habitual en el quehacer político-electoral, en el debate para lograr compromisos en la aprobación de un Proyecto de Ley como el Plan Fiscal, los legisladores a la cabeza del Congreso se cuestionan si su apoyo los enterrará políticamente, al castigar a los sectores que constituyen su propio electorado.
Sin embargo, este panorama no es extraño; es en realidad reflejo de un comportamiento de confrontación en dos ramas del poder que gozan de legitimidad política y autonomía relativa, en regímenes de gobierno presidenciales. Independientemente de su calificación normativa como “bueno” o “malo”, es la expresión política del conflicto entre poderes en competencia.
En este balance de poder, Solís intenta hablar con autoridad enviando mensajes de obligación a sus bien posicionados representantes legislativos, que a su vez, muestran una posición divida sobre el apoyo a su líder. Lo cual es esperable, dado que para poder legitimar de nuevo a Solís, hace falta celebrar un nuevo proceso de selección de candidatos a lo interno del Partido.
No obstante, Solís se olvida que sus legisladores han sido elegidos popularmente y durante una buena parte de su legislatura movieron fichas con la autonomía que les dio el discurso de aparente retiro electoral manifestado por Solís. La experiencia legisladora y la ventana de oportunidad política que aprovecharon los diputados y sus equipos de asesores, les permitió hacerse con el control legislativo, lo que llevó a la conformación de la “Alianza”, haya sido o no exitosa. En este sentido, el papel del líder crítico, censurador y negociador-en solitario- con el gobierno, solo socava su propia capacidad de tirar “línea” en su agrupación política y envía el mensaje de que hay un “corto circuito” en la comunicación interna del PAC.
Por esta razón, es importante considerar que las acciones de estos representantes en constante choque de mandatos, reflejan un comportamiento explicado por Samuels y Shugart en 2010 en su último libro, en el que destacan la presencia de partidos con rasgos parlamentarizados en algunos regímenes presidencialistas. El conflicto por la competencia de poderes, no es nocivo en sí mismo; de hecho el control del legislativo refuerza las opciones de rendición de cuentas del ejecutivo. El problema en el caso que nos atañe en este artículo, es la incapacidad de Solís -como líder fundador del partido- de reconocer el poder que gozan sus diputados y sumar poderes, en lugar de restarlos o invalidarlos en la escena del debate público, como ha hecho recientemente.
En esta dirección, el PAC debería reflexionar y buscar una salida para afrontar la siguiente legislatura en un ambiente de reconocimiento de su vocación legislativa –hasta el momento–, como potencial para continuar vigente en la arena electoral.
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