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La iniciativa lanzada por el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, dirigida a abrir un diálogo regional para buscar formas alternativas de combate al negocio del narcotráfico, abrió la puerta a la discusión sobre la conveniencia o no de avanzar hacia un modelo de despenalización del consumo de drogas en el área centroamericana.
Vista con recelo, especialmente por Estados Unidos, la propuesta del presidente guatemalteco tuvo su primer eco en la ciudad de Antigua, el pasado 24 de marzo, en una cumbre de mandatarios del istmo, a la que sólo acudieron tres gobernantes, el anfitrión, Laura Chinchilla de Costa Rica y Ricardo Martinelli de Panamá.
No obstante, Pérez Molina dijo que la cita no fue un fracaso y prometió que seguirá insistiendo sobre el tema, en momentos en que la región centroamericana ya comienza a poner su cuota de muertos y violencia, como consecuencia de la guerra y la salida militar impulsada por Washington. (Ver recuadro 1: EE.UU. y Centroamérica libran pulso por combate al narcotráfico)
“La discusión sobre la despenalización de las drogas es un debate urgente e impostergable”, coincidieron el 27 de marzo un grupo de expertos durante un foro organizado por el Colegio Profesional de Psicólogos de Costa Rica.
Al foro fueron invitados Giselle Amador, Directora de la Maestría Académica en Farmacodependencia de la Universidad de Costa Rica, Julio Bejarano, jefe de la Oficina de Investigación del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), Juan Carlos Hidalgo, analista de políticas públicas para América Latina en el CATO Institute de Washington, Diego Grooscors , Director del Centro Costarricense sobre Políticas de Drogas y Carlos Alvarado, Director General del Instituto Costarricense sobre Drogas.
Durante tres horas, los invitados expusieron una serie de tesis acerca del problema del narcotráfico, de los métodos utilizados para combatirlo y de las posibilidades de éxito de nuevas propuestas, como la legalización o despenalización.
“Es un tema y un debate muy importante, porque es casi insostenible continuar con la guerra contra las drogas. No sé si alguien puede dar cuenta de algún beneficio que esté aportando la lucha militar contra el narcotráfico”, dijo a UNIVERSIDAD Julio Bejarano.
Bejarano comentó que el tema de la despenalización es sumamente complejo, a lo que se suma la oposición de Estados Unidos, y esto se reflejó en la recién celebrada cumbre presidencial de Antigua, en Guatemala.
“Es evidente de que el hecho de que sólo llegaran tres presidentes es muy elocuente”, comentó el funcionario del IAFA.
Bejarano explicó que el alcohol y el tabaco juntos “enferman y matan” más gente que todas las drogas juntas. “Sin embargo son mercados regulados, y no hay muertos como consecuencia de un mercado ilegal que no existe”, como sí ocurre con las drogas ilegales, comentó.
Por su parte, Giselle Amador opinó que la iniciativa del mandatario guatemalteco al menos puso sobre el tapete el fracaso de la salida militar impulsada por Estados Unidos para ayudar a los países latinoamericanos a combatir el narcotráfico.
Amador consideró que el sistema prohibicionista, propio del modelo estadounidense, ataca los derechos de los sectores más vulnerables a las drogas, como las poblaciones marginales y pobres, donde hay exclusión social, discriminación y marginación de las políticas públicas, como salud y educación.
Y recordó el caso de Costa Rica, donde la mayor parte de reclusas del Buen Pastor son madres que fueron sorprendidas vendiendo pequeñas dosis de crack para sostener a sus familias. “Y por esa razón descuentan penas de hasta siete y ocho años de cárcel, cuando son apenas narcomenudistas”, indicó.
“La política prohibicionista (impulsada por el desaparecido expresidente Richard Nixon) hace cuatro décadas lo único que buscó fue que los jóvenes en Estados Unidos no consumieran drogas. Y eso es totalmente falso, Estados Unidos es el país con mayor cantidad de consumo de drogas ilícitas”, alertó.
“En Centroamérica y especialmente en México, la guerra por la vía militar ha dejado más de 56.000 muertos en los últimos seis años”, recordó Amador.
Mientras tanto, Grooscors también insistió en la urgencia de que se abra el debate sobre la despenalización de las drogas, como nueva forma de enfrentar el narcotráfico. La “vía militar ha sido un absoluto fracaso”, comentó.
Por su parte, Alvarado expuso sus serias reservas a la vía de la despenalización o legalización de la droga como posible salida alterna al problema del narcotráfico, y dejó entrever que detrás de esas iniciativas podrían influir posiciones ideológicas o antiestadounidenses.
Juan Carlos Hidalgo, quien hizo su presentación vía videoconferencia, advirtió que los grandes ganadores con el sistema prohibicionista son los narcotraficantes, por cuanto el negocio de las drogas deja ganancias en el mundo por unos $320 mil millones de dólares al año.
“El 30% de las drogas que se producen son fruto de la prohibición”, dijo Hidalgo citando diversas fuentes, tras recordar los estragos que produjo en Estados Unidos en la década de los años de 1930 la ilegalización de la producción de alcohol.
“Se trata de un negocio enormemente lucrativo, y debido a las prohibiciones, el costo aumenta sorprendentemente según la procedencia y destino de la droga”, dijo el experto.
Explicó que un kilogramo de cocaína tiene un precio de entre $1.500 y $1.700 en Colombia, sube a entre $2.000 y $2.500 en Panamá, en la frontera con México se eleva a $20.000 y a $97.000 en la venta al por menor en las principales ciudades de Estados Unidos.
En México, dijo, cuyos carteles operan ya en más de 1.000 ciudades de Estados Unidos, el negocio de las drogas deja ganancias calculadas en $25.000 millones al año, mientras los gobiernos centroamericanos invierten, en conjunto, unos $4.000 mil millones en seguridad y justicia.
“Pese a la represión, la región andina sigue produciendo (droga) igual a los años de 1990, mientras en Estados Unidos la demanda creció en 80% respecto de hace treinta años”, indicó.
Hidalgo dijo que no “deben quedar dudas” de que la prohibición de las drogas es “un rotundo fracaso, y convirtió a Centroamérica en la zona “más peligrosa del mundo”.
Esas políticas, “más bien contribuyeron a financiar grupos como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Sendero Luminoso de Perú. Está claro además, que somos los latinoamericanos quienes ponemos los muertos”, sentenció.
El experto dijo que la prohibición genera violencia, crimen y corrupción, sobre todo ante la existencia de un mercado en Estados Unidos, donde 21,8% de la población consume drogas.
Hidalgo citó el informe Evaluación Nacional sobre la Amenaza de las Drogas 2011, del gobierno de Estados Unidos, que entre otros puntos, señala lo siguiente:
– “El abuso de varias de las principales drogas ilícitas, incluyendo la heroína, la marihuana y la metanfetamina, parece estar aumentando, especialmente entre los jóvenes”.
– La disponibilidad de las drogas ilícitas en EE.UU. está aumentando. La heroína, la marihuana, la MDMA y la metanfetamina son fáciles de obtener y su disponibilidad parece estar aumentando en algunos mercados”.
EE.UU. y Centroamérica libran pulso por combate al narcotráfico
La iniciativa del presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, destinada a abrir un debate centroamericano sobre el tema de la despenalización de la droga, desató un pulso entre Estados Unidos y la región en torno al combate al narcotráfico.
Abastecido apenas por “migajas” de los planes Mérida y Colombia, el istmo centroamericano se está convirtiendo en el receptor de los grupos y bandas de narcotraficantes expulsados por la guerra militar impulsada en México y en territorio mexicano.
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