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Una sustancia química antiadhesiva, pelos en las patas y finos movimientos son los aliados del animal para evitar quedar atrapado en su propia tela.
Las telas en forma de espiral son utilizadas por algunas arañas para atrapar a su presa. Este método efectivo de capturar alimento ha sido a lo largo del tiempo objeto de investigación de científicos que trataban de descifrar cómo las arañas evitan ser atrapadas por los hilos fuertes y la capacidad adhesiva de sus propias sedas.
Impulsados por el deseo de resolver las hipótesis planteadas desde hace un siglo por el francés Henri Fabre y el irlandés R. W. G. Hingston, y tras año y medio de experimentación, los científicos Dr. Daniel Briceño Lobo, de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Dr. William Eberhard Cabtree, del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, descubrieron que algunas características físicas del arácnido facilitan que este se mueva a través de la red sin quedar atrapado.
En un estudio publicado por la revista científica alemana Naturwissenschaften, estos dos investigadores detallaron que son las setas (pelos) en las patas del arácnido, una sustancia química que recubre sus extremidades y los cuidadosos movimientos del animal que reducen su adherencia a la superficie de contacto.
Mediante la observación directa y a partir de la implementación de una nueva técnica que combina un microscopio de disección y una cámara de video, los científicos lograron grabar en detalle el trabajo de las arañas. De esta forma visualizaron que en el caso de las especies Nephila clavipes y Gasteracantha cancriformis, sus movimientos y la orientación de las setas de sus patas evitan que el animal se adhiera a su propia red.
Aunque Fabre y Hingston habían planteado desde hace más de 100 años la posibilidad de que las arañas utilizaban el mecanismo de recubrir sus patas con un aceite para escapar de sus telas, sus descripciones eran incompletas y poco claras.
De esta manera, el nuevo método de observación e investigación de Briceño y Eberhard, especialistas en arácnidos, se convierte en la primera técnica capaz de cuantificar y comprobar la hipótesis de Fabre y Hingston y en una herramienta de suma importancia para futuros estudios.
“En los años 90, algunos científicos aseguraban que las arañas no tienen la capacidad de resistir que sus patas se adhieran a la sustancia pegajosa de sus propias telas, sino que por el contrario, evitan contactar los hilos pegajosos y se trasladan de un lugar a otro por otros hilos no pegajosos. Sin embargo, resultaba extraño que durante la construcción de la tela y también a la hora de acercarse a la presa tocaran los hilos viscosos, pero el animal no se pegara. Fue así como nos propusimos la tarea de dar respuesta a una pregunta tan común mediante técnicas muy sencillas”, explicó Briceño.
El primer experimento que realizaron para poner a prueba la hipótesis mencionada fue medir la fuerza de adhesión de la tela. Para ello tomaron la pata del animal y la pusieron en contacto con un hilo pegajoso de la seda y después la retiraron. Así confirmaron que la orientación de las setas impide que el hilo toque el cuerpo directamente, lo que reduce la fuerza de adhesión.
Además, los investigadores observaron que cuando la pata de la araña se retira, las gotas de la sustancia adhesiva resbalan hacia los puntos de los pelos. Briceño comparó este proceso con la trayectoria de una gota de agua sobre la punta aguda de una hoja.
Para comprobar la tesis de que las setas y el revestimiento químico del animal reducen su adherencia a la tela, los biólogos rasuraron las patas de una araña y también las lavaron con hexano (un disolvente orgánico) y agua. De esta manera, determinaron que los miembros que no poseen el recubrimiento antiadherente ni setas, se pegan a la tela con mayor tenacidad.
Los araneidos de su investigación pertenecen a un grupo de familias compuesto por cerca de 4 600 especies. Se caracterizan por construir sus telas de forma circular y son fáciles de encontrar en los jardines.
“Estas 4 600 especies son apenas una pequeña parte de un mundo formado por alrededor de 42 000 especies de arañas y todas producen seda, material compuesto de proteínas complejas que utilizan para muy variados funciones: cazar presas y envolverlas en ella y como adhesivo de otros materiales de construcción de túneles, trampillas y coberturas para masas de huevos, entre otras muchas utilidades”, expresó Briceño.
Los investigadores planean estudiar en el futuro otras especies de arañas que construyen en sus redes otro tipo de seda pegajosa, debido a un principio distinto al de las ya descritas.
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