Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Hoy que las redes sociales permiten una casi absoluta democratización de opiniones, mucho se ha dicho del otorgamiento de premios a quienes trabajan en pro de la cultura nacional. Hay quien se manifiesta a favor de ciertas condecoraciones otorgadas, otros las refutan e incluso algunos sugieren sus propios candidatos, espectro variopinto que integra a personas de mérito indiscutible y otros con aportes cuestionados.
Conviene incluir en la agenda cultural del país el nombre de Rima de Vallbona, una mujer de asombroso verbo, con un quehacer literario de amplia trayectoria.
Con una vasta producción, doña Rima ha explorado con notable maestría el cuento, la novela y el ensayo crítico. Como investigadora y recopiladora es la responsable de rescatar en la memoria colectiva tica a Eunice Odio y Yolanda Oreamuno, junto con los esfuerzos de Alfonso Chase, Mario Esquivel y Peggy von Mayer.
Con gran regocijo la obra de Rima de Vallbona ha sido conocida y reconocida en otras latitudes, pero poco en la tierra que la vio nacer. Su novela “Noche en vela” fue premiada en España, donde se ha editado gran parte de su trabajo y donde recibió la Medalla del Servicio Civil por S.M. el rey Juan Carlos por su labor cultural, en 1989. En Norteamérica recibió un galardón de la Organización de Líderes Hispánicas de Houston por sus contribuciones significativas a la Comunidad Hispánica, en 1993.
En Costa Rica, en otros años su labor fue premiada: ella obtuvo el Premio Aquileo J. Echeverría de novela en 1968 y el Premio Áncora en 1984 al mejor libro. La trascendencia de su producción ha dado origen a tres ensayos críticos, muy bien fundamentados, pero el desprecio de quienes “administran” la cultura hacia la escritora ha prevalecido en los últimos años. En algunas ocasiones se citan sus escritos como propios y al hablar de investigaciones y recuperación de obras perdidas de autores nacionales su nombre se evade.
Doña Rima ha sido una excelente embajadora de nuestra cultura mediante su trabajo como profesora en Houston, su lugar de residencia, en Argentina y en España, donde presentó “Los elementos terrestres”, de Eunice Odio, en la primera edición de un libro de nuestra irrepetible poeta en la Madre Patria. Al respecto ella dice: “Ya hasta en España la están estudiando, hacen investigación de su obra y publican ensayos sobre ella. Bendito sea Dios, que tarda pero no olvida”.
La sensibilidad que expresa en sus palabras, la minuciosidad con que investiga y la pasión que expone en sus ideas, unidas a su incondicional compromiso de rescate de la cultura nacional la hacen merecedora de una condecoración relevante. Doña Rima merece un premio nacional de cultura vitalicio. Como muy pocos ella ha sabido asumir su deber como escritora, como representante de una tierra, que aunque poco le ha agradecido, lleva siempre corriendo por las venas de cada una de sus palabras.
Ojalá y todo el vasto quehacer intelectual de doña Rima sea rescatado y divulgado a través de grupos de lectura, actividades de cuentacuentos, conversatorios y demás acciones de promoción de su obra. Sería oportuno incorporar su producción en las agendas del recién reinstaurado Colegio de Costa Rica y el Centro Cultural Carmen Naranjo para el Fomento de las Artes Literarias.
Ojalá y podamos demostrar que el olvido en que sumimos a muchos de nuestros insignes ciudadanos en el pasado es una lección aprendida, para reconocer en el presente a quien lo merece, para dar mérito a su noble labor.
Este documento no posee notas.