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Podríamos decir que la historia de las Oficinas de la Mujer inicia en 1974, cuando se creó la Oficina de Programas para la Mujer y la Familia adscrita al Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes; misma que con el paso del tiempo llegaría a convertirse en el actual Instituto Nacional de las Mujeres.
Posteriormente, en 1996, bajo el Plan Nacional de Prevención y Atención de la Violencia Intrafamiliar nacieron las primeras Oficinas Municipales de la Mujer, conocidas como OFIM, las cuales comenzaron trabajando en la atención y prevención de la Violencia Intrafamiliar. Con el tiempo, éstas se perfilaron como espacios especializados en la atención, orientación e información a las mujeres de sus comunidades, desde una perspectiva de género y Derechos Humanos.
Hoy, 16 años después, son muchos los cantones que cuentan con una OFIM, y muchísimas las mujeres que han encontrado en estas oficinas un espacio seguro para consultar sus inquietudes, así como la mano de refugio, auxilio y hasta protección frente a la violencia patriarcal de la que muchas son víctimas.
Las OFIM han sido los lugares que apoyan los proyectos e iniciativas productivas de las mujeres, a la vez que representan una importante herramienta de educación y capacitación para miles de féminas que, de otro modo, jamás habrían podido acceder a este derecho.
Pero además, estas oficinas hacen incidencia política tanto en la gestión de las alcaldías y concejos municipales como en las instituciones y organizaciones presentes en la comunidad. Así mismo sensibilizan, educan y promueven la real ciudadanía de las mujeres.
Por supuesto, debe resaltare la extraordinaria labor que desempeñan las profesionales a cargo, mujeres sororarias que muchas veces con poco presupuesto y sin apoyo de la Municipalidad logran grandes cambios en sus cantones. Son emprendedoras que, transgrediendo las normas patriarcales y misóginas, promueven el desarrollo de los territorios bajo los principios de inclusión, equidad, igualdad, diversidad y cohesión social.
Ningún gobierno municipal puede aspirar a un verdadero desarrollo local si no incluye la visión y las necesidades de las mujeres en todas sus políticas públicas. De este modo, si la Municipalidad es el gobierno más cercano a la ciudadanía, las OFIM son el más importante (y quizá el único) espacio realmente cercano a las mujeres.
No obstante lo anterior (o quizá por esa causa) en los últimos años las OFIM han pasado por procesos de reestructuración que, en algunos casos, las han fortalecido, pero en otros les han restado poder y legitimidad. No son pocas las Oficinas de la Mujer que se han transformado en Oficinas de Desarrollo Social o se han diluido bajo el concepto, a veces difuso, de Equidad de Género.
Otras, han tenido que hacerse cargo de proyectos que si bien procuran mejoras en las comunidades, son temporales o no inciden en lo profundo del sistema que continúa legitimando las inequidades en razón del género y el desarrollo de espacios locales sin la voz y la presencia de las mujeres.
Puede ser que este cambio en la visión de las OFIM se relacione con las recientes estructuraciones que han hecho los municipios, en donde Oficinas de la Mujer que antes eran jefaturas, pasaron a ser “actividades” bajo la dirección de otras áreas que poco tienen que ver con la equidad de género y los derechos de las mujeres.
Así las cosas, parece que un gran número de Oficinas de la Mujer transitan por la ruta crítica del desvanecimiento, pese al apoyo del INAMU y una serie de ciudadanas y ciudadanos sensibles y conscientes.
Parece ser que el aire activista y reivindicativo con que nacieron las OFIM, alertó al patriarcado de su enorme capacidad de lucha.
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