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El abogado constitucionalista y excontralor general de la República, Alex Solís, afirmó, entre otras cosas, que “somos verdaderamente libres cuando ampliamos nuestros horizontes educándonos para decidir con mayor criterio”, durante una entrevista con UNIVERSIDAD en la que se refirió a la publicación de su próximo libro.
Este 24 de abril Solís presentó “Política del miedo y desencanto ciudadano”, el cual consiste en tres ensayos en los que analiza las condiciones constitucionales sobre lo que es el Estado social de derecho, las implicaciones del conocido memorando del miedo y el lenguaje demagógico y la corrupción esgrimidos en los últimos años desde el poder político.
El libro ve la luz bajo el sello Uruk Editores, y Solís -quien también es docente universitario-expresó que la motivación para escribirlo surgió en primer lugar de su indignación, pero también por su inquietud académica por analizar el memorando como documento de estrategia política.
Usted señala que el sistema constitucional no deja nada al azar para ser resuelto libremente desde el poder. En ese sentido, es difícil no pensar en las críticas de quienes señalan que quien gobierna en Costa Rica es la Sala Constitucional.
-En el Estado constitucional siempre se sabe a quién le corresponde hacer qué y cómo. Los constituyentes establecieron cuáles son los grandes objetivos del sistema político y puntualizaron competencias.
Es correcta la referencia a la Sala Constitucional, pues rompe con el principio de división de poderes y el sistema de pesos y contrapesos; es un superpoder que nadie controla y es un tema que requiere reflexión, pues la Sala en algunos casos ha intervenido en cosas que tal vez no son propias de un tribunal de alta jerarquía, sin dejar de reconocer lo bueno que ha hecho en favor de los derechos humanos y la profundización en muchos sentidos de nuestro Estado democrático de derecho.
El texto puntualiza como riesgos para la paz social los altos niveles de pobreza, la corrupción y la demagogia. ¿Qué tan graves son esas amenazas?
-El 20% de la población vive en condiciones de pobreza y un 10% de ellas en pobreza extrema; eso es muy grave, porque se da desde hace muchos años; es una bomba de tiempo. Vemos un proceso creciente de concentración de riqueza, conocimiento y acceso a la salud.
El gran colchón amortiguador de conflictos sociales históricamente fue la clase media, pero se ha erosionado y ello podría comprometer la estabilidad del sistema político.
Por otra parte, la corrupción es un problema detestable y que día a día carcome la confianza de la ciudadanía en el sistema democrático. Hay un descaro creciente de un sector de la clase política al hacer promesas que después no se cumplen. Cuando un Presidente en el ejercicio del poder -con el fin de lograr la aprobación del TLC- se vale de la fe católica y le dice al pueblo que es más difícil modificar el Tratado que los Diez Mandamientos -o lanza la promesa de motos BMW y carros Mercedes Benz-, llega a niveles de descaro y mentira que el pueblo ya no está dispuesto a tolerar; hay un nivel creciente de indignación que debiera provocar grandes movimientos, como los que se han visto en África y Europa.
Si Óscar Arias recurrió al elemento religioso en su plegaria a la Virgen de los Ángeles que cita en el libro, ¿se puede decir que el papel de la religión oficial en Costa Rica ha sido el de ser una vacuna coercitiva contra el cuestionamiento de los dogmas políticos?
-Soy católico y tengo gran respeto por mi iglesia, pero a raíz precisamente de lo que escribo en estos ensayos, y al uso del poder político de la fe católica, estoy totalmente convencido que iglesia y Estado se deben separar.
Hubo al menos dos momentos muy importantes durante la discusión del TLC en los que se apeló a la iglesia católica. Después de una reunión de Arias con la Conferencia Episcopal, enfrente de los obispos se dejó decir que costaba más cambiar el TLC que los Diez Mandamientos, lo cual tiene un gran efecto en un pueblo creyente. Por otro lado, el discurso de Arias en el atrio de la Basílica de los Ángeles, su “Oración de súplica” del 2006, es un discurso plagado de figuras retóricas y falacias mediante las cuales apeló a la fe católica para construir argumentos en favor del TLC.
Usted apunta características de la sociedad propias del Estado totalitario que describió el inglés George Orwell en su novela “1984”, como la omnipresencia de la autoridad y la manipulación del lenguaje oficial. ¿Nos hemos convertido en una sociedad orwelliana?
-Las cosas en Costa Rica no son tan dramáticas, pero sí hay un ejercicio orwelliano del poder; Óscar Arias habló de una “dictadura en democracia”. Tenemos la figura del funcionario saltarín; todo está controlado dentro del statu quo y son las mismas personas que brincan de un ministerio a otro. Por ejemplo, el tema de las consultorías es el escándalo actual y como son los mismos, controlan todo hacia abajo. El sistema está permeado por una verticalización del poder y un miedo que chorrea de arriba hacia abajo. El memorando es el mejor ejemplo.
¿Tiene esperanza en que el descontento ciudadano genere algún cambio real?
-Soy absolutamente optimista. Estos ensayos se decantan hacia una visión crítica de la sociedad, pero también se hace un llamado a la ciudadanía, a que abra los ojos y recurramos a las grandes reservas del país; podemos inspirarnos en la historia para hacer los cambios. Hay que marchar y reclamar, para volver a lo que marca claramente la Constitución en favor de un Estado democrático y social de derecho.
“No aprendimos la lección del memorando”
El excontralor general de la República, Alex Solís, abordó de manera particular el análisis del memorando del miedo en su nuevo libro.
Vinicio Chacón
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“El sistema está saturado de memorandos no escritos y códigos rojos que infectan todas las instituciones públicas; la amenaza y el chantaje son parte del paisaje institucional”, lamentó Solís al abordar con UNIVERSIDAD el estudio que sobre el memorando del miedo desarrolla en el segundo ensayo de su nuevo libro “Política del Miedo y Desencanto Ciudadano”.
En ese texto, Solís analiza el documento desde “El arte de la guerra”, un texto de estrategia militar escrito alrededor del año 500 antes de Cristo por el militar y filósofo chino Sun Tzu, pues asegura que el memorando sigue “al pie de la letra” los principales criterios estratégicos allí expuestos.
Cabe recordar que el memorando del miedo fue redactado por Kevin Casas y Fernando Sánchez -por entonces vicepresidente de la República y diputado, respectivamente- en julio del 2007, al calor de la batalla política por lograr un triunfo en el referendo de aprobación del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (TLC).
La estrategia plasmada por escrito, entre otras cosas puntualizaba “sembrar cizaña” y fomentar el miedo entre la población. Sánchez reconoció a UNIVERSIDAD la autoría del documento y el subsecuente escándalo le costó el puesto a Casas, mientras que el exdiputado y primo del expresidente Óscar Arias hoy es embajador de Costa Rica ante el Vaticano.
CINISMO
Solís manifestó que parte de la importancia de estudiar el documento radica en que el esbozo de esa estrategia política fundamentada en un texto de guerra se dio durante un gobierno en el que aumentó la desigualdad social y económica. “No fue un documento improvisado, sino muy bien pensado y articulado y lo debemos conocer todas las personas, porque se produjo en las altas esferas de poder, con el fin de doblegar la libre voluntad de las personas”, añadió.
Además, calificó el documento como “detestable”, pues su objetivo era simplemente doblegar y someter al ciudadano para que votara a favor del sí, “por medio del chantaje y el miedo”.
Sobre el manejo de la opinión pública que se llevó a cabo a partir del memorando, Solís criticó que “el nivel de cinismo fue tal, que los autores del memorando apuntaron que no era importante dar razones por las cuales estar a favor del TLC, sino que había que apelar a la emoción y por ello había que difundir que quienes estaban a favor del Tratado eran amigos de la democracia, y los opositores sus enemigos”. Calificó esto como “perverso desde el punto de vista del sistema democrático y un canal para construir más desconfianza hacia la clase política”.
Solís no dudó en apuntar que “como ciudadanos, no aprendimos la lección del memorando” y que en el país subsiste una “filosofía de miedo y chantaje”.
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