Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
(De común acuerdo, resolvimos reconstruir de manera incompleta la trayectoria de Víctor como actor, desde fines del año 1984 – “cuando volvimos a Chile así como salimos, sin que nadie nos obligara” – con base en su texto “Mi experiencia teatral” y su currículo. Ya son más de 26 años, mucho tiempo para recorrer sus detalles de memoria).
“El retorno a Chile ha tenido sus partes buenas, pero en el balance ha sido muy duro, sin acogida institucional, sin apoyo del gobierno… pero bueno… de nuevo, ‘es lo que hay’”
Gloria: El exilio realmente lo vivimos al retornar a Chile. En Costa Rica, salvo los dos primeros años de aprender nuevas costumbres, de ahí en adelante nunca nos sentimos exiliados.
“La primera obra en que trabajé al volver fue Por la razón o la fuerza, de Jaime Miranda, bajo la dirección de Humberto Duvauchelle. Ahí compartí escenario con Aníbal Reyna y Gloria Canales. Eran producciones independientes que no aseguraban ni continuidad ni ingresos.
Desde 1985 hasta 1992 formamos A-R Producciones, una compañía teatral creada en sociedad con Jaime Azócar. Tuvimos grandes éxitos económicos, sobre todo con el remontaje de Tres tristes tigres, bajo la dirección de Gustavo Meza. La obra estuvo en cartelera y en gira durante varios años, luego probamos con otros montajes, tales como adaptaciones de obras francesas y españolas, lo cual no dio gran éxito… apenas para darse vuelta, a veces salíamos de gira con Jaime y cargábamos la escenografía, el vestuario, lo armábamos, hacíamos la publicidad, controlábamos la venta de entradas, luego nos subíamos al escenario y una vez terminada la función, desarmábamos y volvíamos a la casa a descargar el camión… y no habíamos ganado ni un peso. A veces había que completar con plata del bolsillo para pagar deudas del trabajo realizado sin ganancia.
Me llamaron a hacer un reemplazo en una obra que había estrenado Hugo Medina en el Teatro Nacional Chileno, Los hermanos queridos, del argentino Carlos Gorostiza, con dirección de Ana Reeves. Luego trabajé en uno de los muchos remontajes de La pérgola de las flores, de Isidora Aguirre, bajo dirección de Eugenio Guzmán. Disfruté mucho cantando las Tonadas de Medianoche, que antes cantaba Carmen Barros, y yo las hice de carabinero (policía uniformado) trasnochador. En 1996 se hizo otro montaje de La pérgola en la que trabajó nuestro hijo Pancho, haciendo el Tomasito en la versión moderna dirigida por Andrés Pérez. Un joven actor y director -fallecido el año 2000- quien trajo a Chile los estilos de Arianne Mousckine.
Desde el año 1993 a 1997 trabajé circunstancialmente en varias compañías contratado por un sueldo, especialmente en el Teatro La Feria de Jaime Vadell, con el que hicimos una adaptación teatral de El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, y luego Crimen y shampoo, de Paul Portner, ambas dirigidas por Vadell. Y en la Compañía del Coco Legrand en la obra Al diablo con todo, de Fernando Josseau, dirigida por Jaime Azócar.
Desde el año 2000, he venido trabajando en la compañía de Christian Villarreal, un joven empresario teatral que se formó con el grupo que teníamos con Jaime Azócar. Con ese grupo participé en los grotescos La Nona, del argentino Roberto Cossa, y Esperando la Carroza, del uruguayo Jacobo Langsner. También en ¿Quién se queda con mamá? Los tres montajes dirigidos por Christian.
Otras dos experiencias de mucho valor artístico y muy poca resonancia fueron Topaze, de Marcel Pagnol, dirigido por Alberto Chacón, que se preparó para ser exhibida en los colegios, pero no nos dimos cuenta que era una dura crítica a los profesores corruptos, y eran esos mismos docentes los que vendían las funciones para los alumnos, por lo cual un excelente montaje no pasó del estreno. Yo tenía un papel muy destacado y desgraciadamente no se aprovechó.
Algo parecido pasó con Canción de cuna para un anarquista, de Jorge Díaz, dirigido por Gustavo Meza. Es una obra también muy interesante con resonancias de la Guerra Civil Española, en que inicié mi trabajo con Maité Fernández, una actriz octogenaria muy ágil. Pero con ese nombre no se vendía en ninguna parte. Una de las pocas oportunidades de mostrar esta obra fue nuestra participación en los XIV Temporales Teatrales de Puerto Montt en el año 2004, del cual Domingo Piga hizo comentarios elogiosos para mí: “Víctor Rojas… un actor maduro, de enorme dimensión. Grande en la creación de su personaje, grande en el espacio escénico, dueño de la obra en profundidad…”
Con Maité Fernández tuvimos proyectos comunes, sólo sujetos a tener algún financiamiento. Después de varios años de solicitar uno al Fondo de Apoyo a las Artes, para remontar la obra Fatiga de material, escrita especialmente para nosotros por Jorge Díaz, se aprobó por fin, pero desgraciadamente Maité falleció y no se pudo hacer.
Durante varios meses del año 2008 me contrataron en el Teatro Nacional Chileno para hacer el papel del rector en el remontaje de La pequeña historia de Chile, de Marco Antonio de la Parra, dirigida por Raúl Osorio. En esta nueva versión la obra estuvo en cartelera varios meses, salimos de gira en la caminata teatral por todo Chile y estuvimos en Suecia, donde hicimos dos funciones con mucho éxito.
Desde el retorno al país he trabajado en todos los canales de televisión existentes en Chile, especialmente en series, telenovelas y Sit-com: Entre 1985 y 1998, en las series humorísticas De chincol a jote en Canal 13 y Jaguar you? de Televisión Nacional. Y en series documentales de misterio como Las cosas de cada día para el Canal La Red.
A partir del año 2000 participé en varias series, como El día menos pensado para TVN y Así me gustaría envejecer de la productora Aguisgrán para TELEDUC. En Los Venegas para TVN. En las teleseries Machos y Brujas, donde hice un papel de un viejito carnicero que enamoraba a su pareja emulando al Quijote. Luego se realizó un Sit-com llamado Los Sa-sa que desafortunadamente fue desvinculado de todas sus relaciones populares de la Vega Central (gran mercado de abasto santiaguino), que le daban carácter y originalidad, por lo cual no tuvo mayor resonancia.
También tuve una actuación protagónica en la serie Heredia y Asociados basada en personajes e historias de Ramón Díaz Etérovic. Y he tenido muchos reconocimientos populares por el papel realizado en el programa cultural Mira tú, dirigido por Alvaro Díaz y Pedro Peirano para la televisión regional, en que se presenta una serie de hechos y lugares históricos, dramatizada por una pareja de jóvenes acompañados por un abuelo fantasioso. Es una lástima que no siguieran con este programa, parece que no volvieron a conseguir financiamiento. Sin embargo, yo todavía soy abordado por niños y mayores que recuerdan el programa y me critican a mí por no continuarlo. Como si fuera culpa de uno que no lo llamen a trabajar.
También he actuado en varios episodios de series realizadas en Chile tales como Los ochenta, las adaptaciones de Loco por ti, Tres son multitud, Infieles, Waikiman y Tolosa y Hola Andrea, en Megavisión.
En cine he tenido pequeñas participaciones en películas como la adaptación para televisión de Tres noches de un sábado, dirigida por Joaquín Eyzaguirre, Taxi para tres del director Orlando Lübber y Antonia del director Mariano Andrade. Last Call de la directora Cristine Luca. Y actuación protagónica en la película Esmeralda 1879, que se estrenó el año 2010.
Además siempre he realizado personajes para spot publicitarios.
Dan ganas de decir como aquel soneto de Alberto Blest Gana… “Al llegar a la página postrera de la tragicomedia de mi vida…” pero no, primero no creo que sea la página postrera, espero todavía hacer muchas cosas en teatro, cine, televisión y radio. Lo que me queda como conclusión es que es cierto que la vida del actor es incierta, que hay que buscar en todos los medios posibles para sobrevivir… Que tuve grandes maestros que confiaron en mi talento, que tuve la gran suerte de compartir momentos gloriosos para el teatro chileno, formando parte de su historia, compartiendo el escenario con sus grandes intérpretes ya desaparecidos…
Lo que puedo decir, como conclusión es que he aprendido que el teatro deja una memoria fugaz pero más intensa, que la televisión llega a todos los rincones y que mis personajes me siguen por la calle a través de los años… que los mecánicos que arreglan los frenos de mi auto me tratan todavía de ‘don Gerardo’, que era un personaje cómico de El chincol a Jote… que se hizo hace quince años; otros me dicen todavía Ñatuzón de La Quintrala… y eso salió en la televisión hace cuarenta años; que en un semáforo unos niños me llaman ‘don Jack’ de la teleserie Brujas… y desde un vehículo en movimiento una voz me grita ‘gallo colorado’ y en la caja del supermercado un caballero me reta (regaña en chileno) porque no he seguido haciendo el abuelo del Mira tú… y todos ellos soy yo, un tipo que sigue buscando trabajo al que quiera dármelo, para sobrevivir con esta profesión tan dura y maravillosa a la vez”.
Este documento no posee notas.