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Lecciones de una huelga, o el ITCR se reconfigura

El “paraíso laboral” del que hablan los detractores del Sindicato (AFITEC) tiene cierto asidero: las condiciones laborales al interior del ITCR son buenas respecto de la empresa privada (donde no hay convenciones colectivas ni sindicatos) y de otros gremios educativos, aunque tienden a deteriorarse con el modelo económico impuesto en el país ¿y en la academia? Pero dichas condiciones son producto de una lucha ardua, tanto del movimiento estudiantil por democratizar el ITCR a principios de los 80, como de los trabajadores para alcanzar una Convención Colectiva (I y II) que los garantice.

El “paraíso laboral” del que hablan los detractores del Sindicato (AFITEC) tiene cierto asidero: las condiciones laborales al interior del ITCR son buenas respecto de la empresa privada (donde no hay convenciones colectivas ni sindicatos) y de otros gremios educativos, aunque tienden a deteriorarse con el modelo económico impuesto en el país ¿y en la academia? Pero dichas condiciones son producto de una lucha ardua, tanto del movimiento estudiantil por democratizar el ITCR a principios de los 80, como de los trabajadores para alcanzar una Convención Colectiva (I y II) que los garantice.
Han sido las luchas salariales, convocadas y dirigidas por AFITEC, las que favorecieron esas condiciones. Ese “olvido” se refuerza con el advenimiento de nuevos funcionarios, especialmente docentes, que desconocen lo acontecido. Estudiaron carreras de alta calidad, pero alejadas de la historia y de los contextos socioculturales, por ende de una sensibilidad social que les permita comprender y abordar los conflictos político/laborales de mejor manera. Lo peor, muchas de ellas del mismo ITCR y de la UCR.
La gran maquinaria global que induce un pensamiento único (“monocultura de la mente”) ha calado en profesores universitarios con la intromisión de un pensamiento empresarial/mercantil proveniente del business administration y de la transferencia de tecnología universidad/empresa y viceversa (fundaciones: venta, o prestación, de servicios, que llaman). Es decir, una visión neoliberal de la universidad y una perversión de sus fines y principios. De ello hay hartas evidencias.
Lo que deseo subrayar es la actitud asumida por la rectoría ante su primer conflicto laboral. Cayó el velo que prometía tolerancia, respeto y diálogo y la nueva administración, encabezada por el señor rector, mostró su verdadero rostro: la confrontación, la intransigencia y la amenaza. Posición auténticamente patronal en defensa de un modelo universitario docentista y desagregado que se pretende imponer a golpe de tambor.
Ese rostro asomó los días 28 y 29 de marzo cuando la Federación de Estudiantes (FEITEC), en justa defensa de los estudiantes becados con alimentación en el restaurante institucional, reclama el servicio. El señor rector, con audacia y poder de convencimiento inusitados, logra que los estudiantes (un grupo) tomen el restaurante violando una serie de normas sanitarias. Lo mismo sucede con la Biblioteca José Figueres Ferrer, tomada por estudiantes con ayuda de profesores y funcionarios rompehuelgas, a pesar de que la Vicerrectoría de Docencia había anulado la ejecución de exámenes.
Por primera vez, que yo recuerde (¿ya se dio en la UCR?), los estudiantes se convierten en rompehuelgas al intervenir en un conflicto laboral dejando de lado su independencia política. Afortunadamente la dirigencia de AFITEC y las compañeras  y compañeros en huelga (del restaurante y de la biblioteca), con madurez y ecuanimidad envidiables, no enfrentaron el hecho de fuerza. Tal vez eso perseguían para desprestigiar el movimiento.
Los dirigentes estudiantiles, con un candor preocupante, se dejaron manipular sentando un precedente peligroso e indeseable. Deben evaluar concienzudamente lo sucedido y calibrar el daño que le causaron al movimiento sindical, a la institución y a su propia organización, al intervenir en un movimiento propio de los trabajadores universitarios maniobrando a favor de una de las fuerzas beligerantes.
Deseo terminar felicitando a la dirigencia de AFITEC, especialmente al Secretario General, Dr. Celso Vargas, por su lucidez, ecuanimidad, laboriosidad y constancia. Hubo respeto y consecuencia con el mandato de la Asamblea General y las circunstancias y el historial de la misma AFITEC. Por supuesto, reconozco la entereza de la Administración al negociar como debió hacerlo el año pasado. Se agradece la actitud que nos ha llevado a una conclusión, sino justa, al menos compartida.
Es lo que debe primar: diálogo, tolerancia, respeto y consenso. De lo contrario, vamos hacia situaciones que paralizarían el crecimiento continuo de una institución tan importante para la sociedad costarricense. Espero que la Rectoría del ITCR y la FEITEC atiendan la lección.

  • Adriano Corrales Arias (Escritor)
  • Opinión
José Figueres FerrerPresidentes de Costa RicaStrike
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