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Muy buen artículo de Iván Molina Jiménez, “Poder y rectoría en la UCR”, Página Quince de La Nación, 18/4/12, p.35A. Con base en José Ortega y Gasset, cabría decir que es una excelente síntesis de ciertas circunstancias, pero le faltó un yo.
Interrumpiré una serie de artículos que he venido escribiendo sobre capitalismo, deuda y dinero (11/1/12, 28/3/12 y 18/4/12), para hacer algunas reflexiones sobre ese importante escrito de Molina en torno a la reciente elección de Rector, aclarando que mi preferencia era por Héctor González; y así lo hice saber a mis amigos Henning y Héctor privadamente. Pero nada escribí sobre la materia, debido a una combinación de razonamientos basados en pensamientos de dos intelectuales a quienes admiro: uno relativamente lejano en el espacio y tiempo, como fue el sueco Gunnar Myrdal (1898-1987); y otro actual, como es nuestro propio Fernando Durán Ayanegui. Talvez en otro momento comparta esas ideas con usted, estimado lector, estimada lectora; mas, por ahora, me ocuparé con las de Iván Molina.
Empiezo destacando que la gran mayoría de los intelectuales costarricenses refleja una contradicción frustrante de nuestro pueblo. Diríase que nuestra cultura nos envuelve, pero no es nuestra; la tratamos como un ente suprahumano o extrahumano que nos controla, nosotros no lo controlamos. He dicho frecuentemente que nuestros valores compartidos, relaciones, organizaciones, instituciones y su historia los “hipostatizamos”, aplicando “hipóstasis” igual que el inglés hypostasis (como sustantivo); pero, el verbo correspondiente en inglés, to hypostatize, no existe en español, entonces, me veo obligado a inventarlo, “hipostatizar”, sin permiso de la Academia de la Lengua (DRAE).
• Hipóstasis (hypostasis) significa supuesto, persona, sustancia o esencia de algo, personas de la Trinidad, sedimento.
• “Hipostatizar” (to hypostatize) simboliza (un concepto) en forma material, dar existencia material.
Los sociólogos ingleses consideran que el segundo término es sumamente engañoso -inclusive peligroso- en el comportamiento y la evolución de los pueblos, así como en el análisis científico. Tiende a dar realidad suprahumana o extrahumana a objetos o conceptos creados por la especie homosapiens; en otras palabras, algo hecho por los humanos es reconocido, aceptado o tratado por estos como algo independiente, inclusive superior o prexistente. Un ejemplo de fama bíblica es el Becerro de Oro del Viejo Testamento: los israelitas elaboraron el becerro, cuando Moisés se ausentó para subir al Monte Sinaí; y llegaron a conceptuarlo como su nuevo Dios, danzando en su alrededor para adorarlo. Anthony Giddens, por ejemplo, ha dicho que “hipostatizar” estructuras sociales, es uno de los más graves errores epistemológicos que se ha cometido en ciencia social; y Eric Fromm lo asoció antes con el surgimiento del nazismo en Alemania.
Me preocupa que el escrito de Iván Molina hipostatiza la Universidad, o su análisis al menos tiene rasgos de hipóstatis. Dicho en otra forma, algunas partes de su razonamiento trata las estructuras, el funcionamiento y el desarrollo de La Universidad de Costa Rica, como si esta fuese un ente suprahumano o extrahumano. Parece suponer que la institución se impusiera a los personajes que la formaban; o que se desarrollaba independientemente de ellos. Que conste: tampoco creo que esos personajes “se imponían”, a su gusto y antojo; así, caeríamos en un enfoque “idealista” igualmente equivocado. Invito a pensar en términos de espacio y tiempo social: Giddens y otros -incluyendo a Bordieu, Touraine, Castells, Maturana y Varela- que destacan cómo los personajes y gentes actúan en una etapa; esas acciones se estructuran para condicionar los comportamientos de individuos o personas en etapas siguientes, incluyendo, potencialmente, a ellos mismos; luego son emprendidas más acciones que se estructuran… y así sucesivamente, en un proceso sin fin.
Dejo planteada esa perspectiva por el momento; habría que desarrollarla y aclararla más. Sólo quiero destacar –con Unamuno- que universitarios de carne, huesos y alma (que abarca buena fe, buenas intenciones) debemos aprovechar esta oportunidad de cambio para tomar consciencia de que todos somos “la universidad”; y de nuestro diálogo constructivo emergerá la nueva institución que deseamos, independientemente de cualquier forma específica de poder y cualquier rector en particular.
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