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Por respeto a los funcionarios que con su abnegada labor hacen de la CCSS una institución benemérita, y que no rozaron con la presente historia, se omiten los nombres de los actores que me obligan a contarla.
La tercera fue la vencida de las consultas hechas en los EBAIS de San Ramón, casi cuatro meses después de haber sufrido un accidente en el tendón de Aquiles en noviembre pasado. Las dos primeras consultas, en las que los médicos me recetaron antinflamatorio, alivio, hielo y agua tibia con sal, fueron alternadas con visitas a sobadores para acelerar la recuperación. Mas la renquera no era de perro.
El médico que me remitió al ortopedista se preocupó al verme desinflamado pero aún renco. Ordenó una radiografía urgente y recomendó que gestionara la valoración inmediata del especialista. En radiología del Hospital Carlos Luis Valverde Vega, no había llegado yo a la ventanilla a presentar la referencia de placas, cuando ya tenían el resultado que más tarde podría mostrar al ortopedista. Previo al retiro de las placas, la secretaria de ortopedia me había prometido gestionar la valoración del doctor. Pero el esfuerzo topó con cerca: por algún error en la comunicación entre la secretaria y el médico, éste sólo validó la referencia para una cita urgente dentro de un mes y quedé con la radiografía en la mano.
Muy molesto por lo ocurrido, corrí a urgencias del hospital con la fe de ser valorado y que me viera el ortopedista. Fue tan humana la auscultación del médico que clasifica la gravedad del paciente en dicho servicio, que seguí al pie de la letra sus recomendaciones y decidí esperar el mes de la cita.
Cuando el especialista me vio, se lamentó del tiempo transcurrido con la dolencia, pues dictaminó la reventadura del tendón aquileano, y el proceso de sanación de la fractura –dijo- hace que se complique cualquier intervención quirúrgica. Según sus palabras, me habría operado al siguiente día, solo que la cantidad de pacientes programados para esa fecha se lo impedía. Entonces programó la operación para una semana después.
Antes de la operación asistí a la charla que ofrecen a los pacientes de cirugía ambulatoria. La enfermera que la dictó fue la misma que me recibió el día de la cirugía. Si en su discurso la funcionaria previniera al paciente acerca del profesionalismo con que trabajan en su área, la tensión en las personas que se preparan al efecto se reduciría a la mínima expresión y nadie se asustaría gratuitamente.
Estando listos algunos pacientes para ser llevados al quirófano, en ayunas, como para probar nuestro estoicismo estomacal, en la sala preparatoria las enfermeras nos entretenían con la tele mostrando la elaboración de sabrosos platillos por parte de alguna tía (o tío).
Ya en la sala de operaciones, el alegre recibimiento por parte de un equipo numeroso de médicos, enfermeras y asistentes, encabezados por el cirujano, hizo que me sintiera seguro y relajado. Y más tranquilidad sentí cuando una simpática doctora me saludó indicándome que era la anestesióloga y que gracias a su intervención, después de la cirugía, si acaso recordaría que anduve por ahí.
Escuché atento lo comentado por el equipo profesional durante la operación, ya que sólo me durmieron de la cintura para abajo. “Qué lindos se ven los órganos por dentro”, comentó alguien con vocación.
Igual de especial fue el trato en el salón de recuperación, donde sí dormí placenteramente después de aplicadas las medicinas de rigor; lo mismo digo de las curaciones periódicas en ortopedia.
Lo escrito ilustra la calidad de la atención en salud que los costarricenses defendemos y exigimos de nuestra querida institución, que hoy convalece producto del asalto que en ella han cometido inescrupulosos mercaderes del dolor ajeno.
El Hospital de San Ramón también está enfermo, padece de garrapatas y de algunos parásitos intestinales que debemos extirpar para que no se nos muera. Cada día se reducen los servicios al asegurado, principalmente en el área de especialidades médicas, y por ahí andan diciendo que el presupuesto del 2012 se acabará a mitad de año. Y pensar que desde 2006 y 2007 dicho hospital cuenta con un Plan maestro para convertirlo en hospital regional, el cual se logró gracias a las negociaciones que la Municipalidad de San Ramón y el Comité Cívico de Occidente, con gran apoyo comunal, sostuvieron con las autoridades de la Caja, pero que en aciago día el proceso se vio truncado por el retiro de la beligerancia municipal y por la alianza que el sindicato UNDECA formó con la administración para sacar al Comité Cívico de la dirección del movimiento.
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