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ICP ayuda a países desatendidos por mordeduras de serpientes

Con la producción de antivenenos para Nigeria, Papúa Nueva Guinea y Sri Lanka y con capacitación y asesoría en esta temática, el Instituto Clodomiro Picado (ICP) de la Universidad de Costa Rica (UCR)  responde a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a algunos países de África, Asia y América Latina,  que requieren ayuda para la atención efectiva en casos de mordeduras de serpientes venenosas.

Con la producción de antivenenos para Nigeria, Papúa Nueva Guinea y Sri Lanka y con capacitación y asesoría en esta temática, el Instituto Clodomiro Picado (ICP) de la Universidad de Costa Rica (UCR)  responde a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a algunos países de África, Asia y América Latina,  que requieren ayuda para la atención efectiva en casos de mordeduras de serpientes venenosas.
Según lo expresó el Dr. José María Gutiérrez Gutiérrez, microbiólogo e investigador del ICP, este es un problema desatendido en muchas regiones del mundo, que requiere de la colaboración de los laboratorios productores de antivenenos. “El ICP considera que todos los protagonistas estamos en posibilidades de participar y colaborar en mayor o menor escala”, manifestó.
Detalló que existen laboratorios en Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Uruguay, México, Costa Rica, India, Europa, Asia, Australia y África, aunque todos con diferencias significativas: unos en condiciones muy precarias y otros muy consolidados.
El ICP es considerado un centro regional, pues produce entre 90 000 y 100 000 frascos de antivenenos, que cubren las necesidades de Costa Rica, el resto de Centroamérica y algunos países de Suramérica. Sin embargo, se estima que este Instituto podría subir su producción.
En el mundo se producen 2,5 millones de accidentes por mordeduras de serpientes al año, aunque se da un gran subregistro. Además, por esta causa mueren al menos 100 000 personas y 250 000 quedan con lesiones físicas. La mayoría de estos accidentes ocurren en África y Asia (unos 2,2 millones). En América se registran 300 000 accidentes, 4 000 muertes y 12 000 personas con secuelas físicas por esta razón.

PRODUCCIÓN DE ANTIVENENOS
El Dr. Gutiérrez comentó que en Nigeria hay unos 70 000 accidentes de este tipo al año y no existen los antivenenos para su tratamiento, así como tampoco las condiciones científicas, tecnológicas ni institucionales para hacer una transferencia tecnológica que les permita emprender esa producción por cuenta propia.
Otros lugares de África subsahariana, así como Myanmar y Sri Lanka, poseen también problemas muy serios de accesibilidad a esos productos. Papúa Nueva Guinea tiene a disposición los antivenenos que se fabrican en Australia, pero con precios inaccesibles para su sistema de salud.
En Sri Lanka ocurren  30 000 casos al año. Un diagnóstico reveló que este país tiene capacidad científica y tecnológica para asumir más adelante la producción propia de antivenenos, razón por la cual los expertos del ICP asesoraron en la instalación de un serpentario en la Universidad de Peradeniya, para poder extraer los venenos de cinco serpientes propias y enviarlos a Costa Rica. En el país se producirá un lote piloto de antiveneno que será utilizado en Sri Lanka.
Gutiérrez reconoció que la tarea de producir un suero antiofídico que neutralice venenos de la familia Elapidae (cobras con venenos neurotóxicos potentes) y de la familia Viperidae (todas las que no son cobras) en un solo antídoto, representa un reto inmunológico. “Esta es una tarea que tomará tiempo, que no estará exenta de dificultades, pero tenemos mucho interés en realizar ese experimento, porque eso nos permitiría luego hacer algo parecido en otras partes del mundo”, afirmó.
Para esto cuentan con el apoyo de una organización no gubernamental  de Estados Unidos, conformada por norteamericanos y por personas oriundas de Sri Lanka radicadas en California, que desarrollan un programa de investigación internacional de venenos de animales.
COLABORACIÓN ACADÉMICA
Al explicar la colaboración que el ICP hace con África subsahariana, el Dr. Gutiérrez aseguró que este instituto universitario se unió con el Gobierno y el Ministerio de Salud de Nigeria; con la Universidad de Oxford y la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, de Inglaterra; y con el Instituto de Biomedicina de Valencia, España, para la producción de un  antídoto.
Con base en información epidemiológica, clínica, estudios de proteómica y de inmunología, los científicos del ICP produjeron un lote piloto de un antiveneno llamado EchiTAb-Plus-ICP, que neutraliza tres diferentes venenos: el de la Echis ocellatus (víbora alfombra), el de la cobra escupidora y el de la llamada víbora bufadora. El antiveneno pasó los controles de calidad y la evaluación preclínica, mediante el empleo de ratones.
El suero antiofídico lo probaron contra las serpientes más importantes de la familia Viperidae de África y los resultados fueron muy positivos. También investigadores ingleses y nigerianos compararon ese producto con otro fabricado en el Reino Unido y el resultado reveló que el costarricense es tan eficaz y seguro como ese otro. Para poder distribuirlo se debió registrar tanto en Costa Rica como en Nigeria.
Para Papúa Nueva Guinea hicieron un lote piloto de un suero que neutraliza los efectos de una de las serpientes más letales del mundo, como es la taipán (Oryuranus scutellatus) que llega a medir hasta tres metros y genera envenenamiento en pocos minutos.
Con las pruebas de control de calidad ya concluidas, lo compararon con el antiveneno fabricado en Australia y el resultado mostró que son similares en la neutralización de la actividad tóxica. Ahora faltan las  pruebas clínicas (en personas), que se desarrollarán a partir de este año.
Otra de las labores en las que está incursionando el ICP es un programa de farmacovigilancia, para determinar cómo funciona el antiveneno fabricado en las personas a las que se les aplica una vez que se inicia su comercialización, porque según explicó el Dr. Gutiérrez, un estudio con 200 personas no da los mismos resultados (efectos secundarios) que cuando se aplica a 5 000 personas, por ejemplo.
Para garantizar la calidad y eficacia de los antídotos que producen y gracias a que el ICP ha avanzado mucho en estudios proteómicos de venenos (proteínas que contiene), ahora pueden aplicar esos conocimientos a los antivenenos.
También participaron en una red iberoamericana denominada Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, desde el 2006 hasta el 2009, por medio de la cual hicieron talleres de capacitación y hasta conformaron una red regional. El especialista indicó que tienen una nueva propuesta ante la Organización de Estados Americanos (OEA) para reactivar este proyecto.
Además, colaboraron con la OMS en la producción de una guía oficial sobre cómo producir antivenenos de calidad, disponible en línea en forma gratuita.

  • Lidiette Guerrero Portilla 
  • Crisol
EnglandSpain
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