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Merkel sufre derrotas electorales por la crisis

Resultados mixtos en la economía, con un ligero crecimiento del trimestre pasado que le permitió escapar de caer técnicamente en recesión; cifras polémicas de empleo y subempleo; y mano de hierro con la deuda en una Europa que se desfonda, la jefa del gobierno alemán, la canciller Angela Merkel, sufrió otra dura derrota electoral la semana pasada, esta vez en Renania del Norte-Westfalia,  región más poblada del país.

Resultados mixtos en la economía, con un ligero crecimiento del trimestre pasado que le permitió escapar de caer técnicamente en recesión; cifras polémicas de empleo y subempleo; y mano de hierro con la deuda en una Europa que se desfonda, la jefa del gobierno alemán, la canciller Angela Merkel, sufrió otra dura derrota electoral la semana pasada, esta vez en Renania del Norte-Westfalia,  región más poblada del país.
Los triunfadores fueron los socialdemócratas del Partido Socialdemócrata (SPD) y su candidata, Hannelore Kraft. El 39% de los votos obtenidos por el SPD representó una subida de más de cuatro puntos. Estos le permitirán a Kraft gobernar con una mayoría holgada junto con los verdes, que alcanzaron 12%.
Esta fue la décima derrota electoral del Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y sus aliados del Partido Liberal (FDP). Desde que llegaron al poder, en 2009, no han conseguido formar un solo gobierno regional y han perdido bastiones como el de Baden-Württemberg; y la semana pasada quedaron fuera del gobierno del norteño estado de Schleswig-Holstein.
 
Su partido, el conservador CDU, obtuvo su peor resultado electoral de la historia en Renania del Norte-Westfalia, con solo un 26% de los votos.
“Es una señal para Europa y, ahora sí, también para Alemania”, dijeron los analistas, aunque los dos vectores —el europeo y el nacional— no necesariamente van juntos, en este caso. La canciller Merkel sigue manteniendo un importante apoyo nacional, según las encuestas, de cara a las elecciones generales que deberán celebrarse dentro de 16 meses.
Sin embargo, para el líder de SPD, Sigmar Gabriel, «Angela Merkel y sus socios ya no tienen perspectivas de poder».
Para los comentaristas alemanes, Kraft es ahora la única política alemana capaz de desafiar a Angela Merkel, una situación que no deja de causar preocupación ente algunos líderes de su propio partido.
Renania del Norte-Westfalia durante cuarenta años fue el bastión electoral del SPD; esto cambió después del gran ajuste neoliberal que el SPD promovió en 2003. Su votación se desplomó, al caer en 1985 del 52% al 37%. Ahora es la política de austeridad de Merkel la que está en la picota.
Renania del Norte-Westfalia es una antigua región industrial del carbón y del acero. “Aquí hay localidades con bolsas de desempleo como las de Alemania del Este, mucho menos alejadas de España de lo que se cree”, escribió una periodista española.
Con ayuntamientos endeudados —donde se han cerrado bibliotecas, teatros y piscinas—, la región tiene un pasivo acumulado durante décadas de 130 mil millones de euros. “Muchos jóvenes talentos emigran hacia las ricas regiones del sur, Baden-Württemberg o Baviera”.
Pese a la victoria, los analistas estiman que “la crisis de identidad del SPD está lejos de superarse”.
“El principal activo de Merkel —señalaron los analistas— es que la oposición no cuestiona su línea en lo fundamental ni explota sus puntos flacos. Pero cada derrota regional de la canciller es una invitación al SPD a superar su actual papel de comparsa”.
Quien demostró que aún no levanta cabeza son los disidentes de izquierda de la socialdemocracia y antiguos miembros del Partido Comunista germano-oriental, agrupados en «Die Linke», que quedaron fuera del parlamento regional al obtener solo un 2,7% de los votos.
DETERIORO SOCIAL
Alemania sigue siendo el país con mejor nivel de vida de los que conforman el Mercado Común Europeo. Pese a que su economía evitó caer técnicamente en recesión, al crecer un 0,5% en el primer trimestre de 2012, según datos la Oficina Federal de Estadística (DESTATIS), “cada vez más seres humanos trabajan por un sueldo que no les alcanza para mantener un nivel de vida digno”.
«En ningún otro país la desigualdad social ha crecido tanto como en Alemania», se podía leer en el diario español el Economista, la semana pasada.
La situación del mercado laboral alemán es motivo de polémica y debate entre los especialistas. Es verdad que “en Alemania hay, en estos momentos, solo 3,08 millones de personas en las listas oficiales de desempleo. Pero es igualmente cierto que hay otros 11 millones de personas que no son trabajadores ‘normales”.
“En los datos oficiales de la Bundesagentur für Arbeit (Agencia Federal del Trabajo) estos trabajadores figuran como ‘subempleados’, ‘incapacitados para trabajar’, son personas que perciben subsidios de la Seguridad Social, como si estuvieran desempleados”.
O tampoco están en las listas de paro porque están formándose profesionalmente o en cursos pagados por el Estado para cambiar de actividad y encontrar un nuevo trabajo.
La realidad es que estos trabajadores, con sus ingresos no pueden vivir ni mantener a sus familias. Alrededor de un millón de trabajadores tienen contratos temporales, con bajos salarios y no saben dónde van estar trabajando la semana que viene ni si van a ser capaces de mantener ese empleo, si la empresa va a tener suficiente trabajo para ellos. «El trabajo temporal es el signo más visible de la brutalidad de las convenciones en el mercado laboral», dijo Detlef Wetzel, segundo presidente del sindicato IG Metall.
Otro tema que causa mucha polémica en Alemania son los llamados “minijobs” o “pequeños empleos”, a los que se acogen siete millones de trabajadores. Muchos de esos “minijobs” suponen un ingreso mensual de 230 euros, que no alcanzan siquiera el mínimo de 400. Quienes perciben esa suma pueden solicitar al Estado una ayuda complementaria, el Arbeitslosengeld II (subsidio de paro II) “para redondear sus sueldos miserables”.
POLÍTICA EUROPEA
Con la crisis europea profundizándose y empujados por la presencia del socialdemócrata François Hollande en la presidencia de Francia, el SPD tratará de capitalizar esta victoria electoral para proyectarla hacia la política europea. Sus tres líderes principales —Siegmar Gabriel, Frank-Walter Steinmeier y Peer Stienbrück— convocaron a una conferencia de prensa la semana pasada para presentar  una propuesta de «Salida de la crisis. Crecimiento y empleo en Europa«.
Pero el ambiente europeo no podría ser más pesimista. “Colapso y catástrofe” repiten los abrumados líderes y los medios de prensa europeos.
Un crecimiento de la economía alemana de 0,5%, en el primer trimestre del año, es celebrado con euforia. En términos interanuales, los países de la zona euro tuvieron un crecimiento cero este trimestre y los 27 de la Unión Europea crecieron apenas un 0,1%.
El primer ministro británico, cuyo país es miembro de la Unión Europea pero no de la Eurozona, lanzó una advertencia: o los 17 países del euro adoptan acciones urgentes o “afrontarán el colapso”.
España no logra enderezar su economía, pese a las drásticas medidas de ajuste que el Gobierno conservador va imponiendo, gracias a su mayoría absoluta en el congreso, incluyendo recortes y privatizaciones en la salud y la educación. La semana pasada la prima de riesgo superó los 500 puntos, mientras la bolsa caía a niveles de hace casi diez años.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pedía solidaridad a las instituciones europeas, en especial al Banco Central Europeo, sin que nadie se dignara a contestarle. Nadie puede predecir lo que ocurrirá mañana.
Mientras tanto, los griegos, que expresaron en las urnas su rechazo a las increíbles condiciones impuestas por la UE para prestar dinero a su país, volverán a las urnas dentro de un mes, después de que los resultados electorales redujeran a mínimos la votación de los dos partidos tradicionales, favorables a los ajustes. La previsión es que siga creciendo la votación de los que se oponen a esos acuerdos draconianos que Angela Merkel impulsó, con la esperanza —como ella mismo dijo— de que sirvieran de lección para cualquier otro que quisiera seguir el ejemplo griego.

  • Gilberto Lopes 
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