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Chicago. En medio de una ciudad militarizada, alrededor de 50 veteranos de las guerras de Irak y Afganistán devolvieron medallas con las que la OTAN les honró por servir en la llamada “Guerra global contra el terrorismo”, a la cual ellos consideran “una guerra basada en mentiras y políticas falsas”.
El acto fue parte de la gran marcha masiva que se llevó a cabo el pasado fin de semana en la ciudad de Chicago, donde más de 3000 personas, según los organizadores, protestaron contra la Cumbre de la Organización de Naciones del Atlántico Norte (OTAN), tratado de defensa militar que lidera la presencia de tropas aliadas en Afganistán.
Mientras los jefes de Estado, ministros de defensa y delegados se reunían en un centro de convenciones al sur del centro de la ciudad, el grupo de veteranos demandó que “la OTAN ponga fin inmediato a la ocupación de Afganistán y a las injusticias económicas y sociales asociadas”.
Hace un año se escogió a Chicago para que albergara la cumbre, ciudad que no da abasto para atender a cientos de veteranos de las guerras de Irak y Afganistán que buscan empleo o ayuda para enfrentar las cicatrices emocionales y las horribles secuelas que les dejó la guerra.
Desde entonces el movimiento Occupy Chicago (Indignados) y la Coalición contra la agenda de guerra y pobreza de la OTAN (CANG8) convocaron a activistas y manifestantes de todo el mundo, que participaron en varias acciones y actos de desobediencia civil durante toda la semana previa a la Cumbre.
Así, con carteles en los que se leía “No to NATO and G8 warmakers” (No a los creadores de guerra OTAN y G8), “No to war and austerity” (No a la guerra y austeridad) y “NATO war machine of the 1%” (OTAN maquinaria de guerra del 1%), miles de personas formaron parte de la marcha del pasado domingo, la culminación de meses de preparativos e intensa organización a través de las redes sociales.
VETERANOS LIDERARON PROTESTA
Alejandro Villatoro, por ejemplo, sirvió en la Armada de Reserva durante 11 años; fue enviado a Irak en el 2003 y a Afganistán en el 2011.
El joven de 29 años devolvió su medalla de la OTAN, “porque no hemos cumplido la misión de ganar los corazones y las mentes de los ciudadanos afganos”, sino que más bien, “las cosas están peor”.
Villatoro, nacido en Estados Unidos, pero de madre mexicana y padre guatemalteco, regresó de Afganistán en agosto de 2011 y desde entonces busca empleo.
“Voy a regresar la medalla de la Guerra contra el terrorismo porque no existe el terrorismo. Estamos repitiendo la historia como con el comunismo, cuando estaban acusándose unos a otros por ser comunistas, invadiendo países en Centroamérica (como Guatemala) u otros en Asia”, dijo.
Villatoro forma parte del grupo Irak Veterans Against War (IVAW) y fue uno de los veteranos que devolvió sus medallas como un acto de protesta.
En medio de un intenso calor y en una ciudad completamente tomada por oficiales de la policía de Chicago, escuadrones antimotines, policía estatal y más, los veteranos encabezaron la marcha de miles de manifestantes.
Sus botas resonaron en el pavimento mientras entonaban el canto militar “Mama mama can’t you see?, what the NATO’s done to me” (Madre, madre, ¿acaso no ves lo que la OTAN me ha hecho?).
Maggie Martin también sirvió en el ejército entre el año 2001 y el 2006. La joven, quien denunció la agresión sexual contra las mujeres en las fuerzas militares, fue trasladada a Kuwait antes de la guerra y dos veces a Irak entre el 2003 y el 2005.
“Yo misma fui agredida sexualmente, así que estamos aquí para decir que estos generales tienen que cuidar de sus tropas, hacer lo que es bueno para sus soldados”, expresó.
De acuerdo con información del grupo IVAW, una de cada tres mujeres en el ejército son abusadas sexualmente y solo en el año 2009, 2670 mujeres reportaron agresión sexual; aunque el Pentágono estima que entre un 80% y un 90% de estos casos no son reportados.
Martin caminó con otros veteranos en una marcha pacífica, pero extremadamente controlada por las fuerzas del orden, hasta llegar tan cerca como pudieron del centro de convenciones, donde se realizaban las reuniones.
Allí, los veteranos sostuvieron la bandera estadounidense y luego uno por uno lanzaron sus medallas por encima de una cerca de metal que servía como perímetro de seguridad.
“Los generales de la OTAN nos dieron de premio estas medallas por la Guerra contra el Terrorismo; pero estas medallas representan una política fallida con la que vivimos día a día y en la que pensamos cada noche”, destacó Aaron Hugues, quien sirvió en la Guardia Nacional de Illinois y fue desplegado a Irak en el 2003.
Según datos recopilados por la IVAW, la tasa de suicidio entre las tropas estadounidenses es el doble que entre la población civil. Entre el 2001 y el 2009, la tasa de suicidio aumentó un 150%.
El problema prevalece entre quienes aún están allá. De acuerdo con IVAW, casi un 20% de los miembros de las fuerzas armadas están tomando algún tipo de droga psicotrópica y un 17% de los que están en Afganistán están tomando antidepresivos o pastillas para dormir.
Asimismo, los soldados están regresando a un país inmerso en una de las peores crisis económicas, a disputarse los empleos no existentes con el resto de la población y a buscar ayuda para sus problemas mentales.
Varios otros activistas denunciaron las millonarias ganancias, a partir de la militarización y la ocupación en Afganistán, mientras se recortan los presupuestos destinados a servicios públicos, educación y salud en todo el mundo.
GUERRA DE UNA DÉCADA
En Afganistán, Villatoro tenía la tarea de inspeccionar cargamentos provenientes de Pakistán. Según contó, trabajaba con una compañía de seguridad privada que contrataba a varios afganos, sobre todo del norte y de diferentes clanes.
“El nivel de pobreza es muy serio y el nivel de educación está en lo más bajo; es uno de los peores del mundo y hemos estado allí 10 años sin poder llevar una solución”, opinó.
“De los 60 hombres con los que estaba trabajando, solo como 3 podían leer y escribir. No hemos provisto educación a los niños; muchos de ellos tienen que ir a Pakistán a educarse o a Kabul, y eso es como a dos horas de distancia”, agregó.
“La mayoría de la población de Afganistán está en las zonas rurales y no en la ciudad, y es donde son más vulnerables. La misión de nosotros era llegar a ellos y tratar de ganar la confianza; pero, lamentablemente, con los eventos que han pasado han perdido esa confianza. Ya no creen que estamos tratando de traer paz”, explicó.
“Nosotros no lo podemos hacer. Los soldados estamos entrenados para matar. Para buscar un enemigo y eliminarlo, no para hacer misiones humanitarias”, lamentó Villatoro.
Mientras tato, al finalizar la cumbre las autoridades estadounidenses informaron que las fuerzas internacionales de la OTAN —compuestas por alrededor de 130.000 soldados— seguirán combatiendo en Afganistán hasta el 31 de diciembre de ese año. A partir del año próximo, “asumirán un rol de apoyo” hasta finales del 2014.
“Nuestras fuerzas asumirán un rol de apoyo, concentrándose en entrenar, asesorar y asistir a nuestros aliados afganos”, dijo Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN.
Y refiriéndose a cuando llegue el final del 2014, el presidente Barack Obama indicó que “cuando se haya terminado la participación en los combates, la guerra, tal como la entendemos, se habrá acabado, pero nuestro compromiso con la amistad y la alianza con los afganos continuará”.
Por su parte, el nuevo presidente francés, Francois Hollande sí confirmó en Chicago que retirará todos sus 3.200 soldados a fines de este año.
Y la tensión con Pakistán no fue resuelta. Obama se negó a reunirse con el presidente de ese país, Asif Ali Zardari —quien vino a Chicago—, porque este no ha querido reabrir las rutas de abastecimiento a Afganistán.
Las rutas fueron cerradas por el gobierno paquistaní, como represalia por la muerte de civiles en un bombardeo de la OTAN en noviembre pasado.
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